domingo, 10 de marzo de 2013

Crónica de un fracaso anunciado

Imágen del 10 de Marzo en Sevilla,movilización convocada a nivel nacional por la Cumbre Social, UGT y CCOO, y apoyada o secundada por diversas organizaciones políticas tales como el PCE-IU o el PCPE, asociaciones de policías y guardias civiles o variopintas asociaciones de empresarios .



Finalmente el acto de la autodenominada “Cumbre Social” en la ciudad de Sevilla fue un auténtico fracaso de asistencia. Ni las decenas de organizaciones que componen esta cumbre, ni los sindicatos amarillos CCOO y UGT a pesar de poner en liza a sus primeros espadas, ni la presencia de la socialdemocracia del PCE bastó para juntar siquiera a 500 personas. 

Nos congratulamos de que la clase obrera de Sevilla, y hasta sus propios afiliados hayan dado la espalda a la iniciativa que pretendía salvar los muebles del derrumbe del pro-capitalista PSOE en base a un gobierno de coalición con IU.  

Lo que nos demuestra que la clase obrera está cansada de la promesa de las reformas, está cansada de los engaños, está cansada del pacto social y la negociación y en definitiva está cansada de que no le ofrezcan ninguna salida, pues el capitalismo “de rostro humano” no es más que lo mismo con otro nombre.

Siguen y estarán siguiendo vigentes, mientras la alternativa del socialismo y el comunismo no sea hegemónica las conclusiones que sacamos en base a la ciencia marxista-leninista de otro fracaso: el fracaso del 28-F.  

Mientras no caminemos hacia el socialismo, mientras sigamos dejando a la clase obrera abandonada en los centros de trabajo, en las fábricas y en los barrios, mientras lo único que le ofrezcamos sean reformas, mientras no nos armemos de la teoría del socialismo científico y mientras el único objetivo sean las poltronas o suavizar el capitalismo, sin plantearse siquiera su superación, la clase obrera seguirá dando la espalda a todos estos “regeneradores de la democracia” o dicho de otro modo, salvadores del capitalismo. 

Si alguien no es parte de la solución, es parte del problema. Contribuir a mantener el capitalismo y dejar de lado la lucha por el socialismo, por la Dictadura del Proletariado en estos tiempos en que el desarrollo de las fuerzas productivas que chocan con las relaciones de producción y hacen imperioso el salto al socialismo es un crimen. Y debemos denunciar ante el sujeto revolucionario, la clase obrera, a toda esta pléyade que sólo contribuye a mantener el orden de cosas actual.  

Es absurdo pretender un referéndum sobre los “recortes”, sobre las pensiones, etc. cuando ningún obrero en su sano juicio está de acuerdo en que le destrocen la vida. En lo que fallan estos apologetas del capitalismo de rostro humano es en decirle a los obreros el porqué de esos recortes, el porqué el capitalismo se comporta de esa manera y la burguesía tiene la necesidad de robarles y pisarles, el porqué del carácter de clase del Estado, etc. Y esto es así porque estos regeneradores ni tienen como fin el socialismo, ni tienen como guía para la acción la teoría del socialismo científico. Al no pretender el socialismo, ni superar el capitalismo, es lógico que no se doten de los instrumentos adecuados para ellos. Por eso la labor del Partido Comunista es combatir a todas estas organizaciones, no marchar junto a ellas y legitimarlas, puesto que a lo que contribuyen es a fomentar la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero y a desviar a los obreros de su objetivo: poner fin a la explotación del hombre por el hombre, destruir el capitalismo y el Estado burgués que de él emana y construir la nueva sociedad, la sociedad socialista. 

El PCOE ha venido señalando desde hace tiempo, la tarea que tenemos pendiente las organizaciones que nos reclamamos por la superación del capitalismo, por el socialismo. La tarea principal a día de hoy es recuperar la ligazón de las masas con las organizaciones de clase. Esas masas que se hallan en las fábricas, en los polígonos industriales y en los centros de trabajo, donde la incidencia de esta convocatoria ha sido nula. Mismamente en los casos de Danone y Roca, los trabajadores han pasado de la convocatoria aún estando sustentada por sus “representantes” en el comité de empresa, afiliados de CCOO y PCE. Las traiciones se pagan.  

Nuestra solución es otra: PCOE tiene como objetivo crear células comunistas en todas las fábricas y centros de trabajo, como la unidad básica que permita la ligazón dialéctica del Partido con las masas, desde abajo. La tarea es titánica, pero si los comunistas no recuperamos esa ligazón, si dejamos al sujeto revolucionario a su libre albedrío serán la misma burguesía la que rellene esos huecos, esas ausencias. Estos vacíos los rellenará la burguesía conforme a las necesidades del capitalismo monopolista, del capitalismo en esta fase imperialista que tiende a la reacción: es decir, rellenará esos huecos con organizaciones de masas reaccionarias produciéndose así el surgimiento del fascismo como movimiento de masas. 

Pero no sólo eso, sino que la ligazón del Partido con las masas a nivel de centro de trabajo pretende dar la batalla también a nivel de lo ideológico, lo cual es fundamental. El obrero es producto de un modo de producción determinado, nace con el capitalismo y de ahí que todo lo que le rodee a lo largo de su vida sea ideología burguesa, capitalismo en movimiento. El deber del Partido es combatir esta ideología del obrero, que es burguesa, y adoctrinarle en la ideología de su clase social que es la proletaria. Y el método para hacerlo es educarlo revolucionariamente, misión del Partido Comunista armado con la ciencia marxista-leninista. 

El obrero, a no ser que se le eduque revolucionariamente, siempre va a ver esas movilizaciones como algo ajeno y dependiendo del grado de ofensiva ideológica de la burguesía, las verá hasta como algo hostil. La mera agudización del sufrimiento debido a tener cada vez peores condiciones de vida no crea por sí sola la conciencia de clase, ni lanza a los obreros a la lucha. Todo lo contrario, será quién llene el vacío ideológico el que lleve a los obreros al huerto. Y cómo vemos en la etapa actual, la burguesía tiene como objetivo cimentar la base ideológica, el modo de pensar que conduzca a formas cada vez más reaccionarias: ataques a la lucha obrera aún meramente económica, a la lucha contra la violencia de género, a la lucha por las cuestiones nacionales, contra la juventud estudiantil, etc. Es decir, la burguesía se ha lanzado a una batalla ideológica abierta para instaurar las bases psicológicas de la reacción, debido a la necesidad para los capitalistas de romper con el propio marco democrático burgués. Todo esto es debido a las necesidades del modo de producción capitalista, esa base a la que debemos mirar para realizar los análisis de clase. 

No se puede contribuir a que los obreros sigan teniendo esperanzas en las instituciones de la burguesía. No se puede contribuir a que sigan creyendo que sin destruir ese estado burgués: su parlamento, sus ayuntamientos, sus leyes, su policía y su ejército, obviando su carácter de clase y su forma de instrumentos de dominación sobre la clase obrera. No se puede engañar a los obreros prometiéndoles un transito pacífico a otros sistemas no capitalistas, que ellos nunca especifican, ni decirles que la burguesía va a ceder voluntaria y “democráticamente” su poder y sus privilegios. La revolución siempre será violenta y el grado de violencia siempre dependerá de la resistencia que ejerzan los explotadores. Tampoco se puede continuar fomentando las ilusiones de los obreros en los órganos del poder burgués, sin tener la menor intención de crear los órganos de poder proletario que mediante la dualidad de poderes confronten y destruyan a los primeros. 

Urge pues desarrollar el Partido Comunista Obrero Español, PCOE, como el instrumento que pondrá fin no sólo a la hegemonía de estos partidarios del capitalismo de rostro humano sino al régimen capitalista mismo.

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