LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA DE LA VIVIENDA, ¡EL SOCIALISMO!
Recibimos la noticia del desahucio de varias familias
instaladas en una de las Corralas de la ciudad. El PCOE, aún apoyando que
ninguna familia sin casa esté sin techo y animándoles a poner fin a esta
situación por los medios que considerasen oportunos, señaló que este tipo de
soluciones son temporales y que mientras la burguesía ostente el poder político
el desarrollo de estas Corralas corría peligro, como hemos visto.
Y es que dentro del capitalismo la vivienda no es un
derecho, sino una mercancía más con la que los capitalistas intentan obtener
ganancias. Es decir, los capitalistas invierten dinero en su construcción ,producen
dicha mercancía y a partir de ella, mediante la plusvalía que obtienen del
trabajo de los obreros que la construyen, obtienen sus ganancias.
El capitalismo es un sistema económico que no tiene como fin
satisfacer las necesidades del pueblo, sino propiciar que los capitalistas
obtengan cada vez mayores ganancias. Es decir, las viviendas que se construyen
no tienen como finalidad que no haya ningún obrero sin techo, sino que dicha
situación no preocupa en absoluto al empresario inmobiliario, que lo único que busca
es obtener el mayor dinero posible de la venta de viviendas.
Así funciona el sistema capitalista, se da la paradoja que
esos mismos obreros que construyen viviendas(o producen coches, o producen
alimentos, o producen todo) se ven privados del acceso a esa misma vivienda que
han construido si no tienen el dinero necesario para pagarla.
Por tanto, el problema de la vivienda y los problemas de la clase obrera en general derivan de una situación de un sistema económico, derivan de la falta de poder político para la clase obrera y no pueden ir nunca separados de la lucha de clases, de la lucha política por la superación del sistema capitalista y la instauración del sistema económico socialista. Por tanto, disociar la lucha por la vivienda de la lucha por el socialismo es un error. El capitalista siempre podrá usar la fuerza del Estado, como arma coercitiva de una clase social sobre otra, para acabar con las experiencias espontáneas que tratan de poder fin a este problema habitacional.
El Estado capitalista, como representante del poder
económico que lo controla y del poder político que en nuestra sociedad
pertenece a una clase social que es la burguesía, no dudará en echar mano de
todo el conjunto de leyes, jueces, medios represivos o sus lacayos medios de
comunicación para perseguir a todo aquel que ose cuestionar la propiedad
privada de los medios de producción, en este caso la propiedad por parte de los
bancos y grandes inmobiliarias de los miles y miles de pisos y casas vacías de
Sevilla. Porque la misión de este Estado, de este poder, no es satisfacer las necesidades
del pueblo sino mantener el sistema de dominación política en el que los
obreros, esos que todo lo producen incluidas las viviendas, tienen que
entramparse hasta las cejas para poder acceder a un techo donde cobijarse. Como
decimos, cualquiera que se enfrente a esto será reprimido, juzgado y
criminalizado por los mass-media. Todo tiene como fin el mantener el modo de
producción capitalista. Esto lo acabamos de ver en el caso de una Corrala de
Sevilla, como la burguesía ha tirado de ese poder del Estado para desahuciar a
unas personas que solamente reclamaban un techo digno bajo el que poder vivir. Se
constata así la validez de nuestro análisis.
Esto denota que a la clase obrera, para poner fín al
problema endémico del acceso a la vivienda le hace falta la conquista del poder
político. Un poder político, emanado de los centros de trabajo, de los barrios
obreros, de las asambleas de jornaleros, de estudiantes que tenga como
principal y único fin el satisfacer las necesidades del pueblo y vigilar que
todos aquellos que se lucran con la tragedia de los desahucios, que especulan
con la vivienda o que sacan pingües beneficios de esta situación no puedan
llevar a cabo tan nauseabundo cometido.
Es decir, el poder político de la sociedad socialista que
pertenecerá a la clase obrera y a los sectores populares y no a un puñado de
oligarcas, banqueros y empresarios que son los que actualmente ostentan todo el
poder político en nuestra sociedad.
No es un problema de políticos corruptos, pues por esencia todos los políticos del sistema burgués lo son, ni de coches oficiales, ni de existencia de Comunidades Autónomas. Porque a fin de cuentas, estos parlamentos, estos políticos no tienen el poder real sino que son los títeres, los instrumentos por medio de los cuales la burguesía mantiene su poder de clase. Porque quien tiene el poder económico controla el poder político, por tanto todos los males de la clase obrera vienen dados por este sistema criminal llamado capitalismo en el que una clase social es dueña de todos los medios de producción. Esta situación es así haya o no crisis, haya o no “bonanza” económica entre comillas, porque la explotación capitalista existirá siempre que exista el capitalismo en cualquiera de sus formas.
Por tanto, todos aquellos que prometan a la clase obrera que
mediante reformas dentro del parlamento o a nivel municipal podrán acabar con
esta situación de explotación del hombre por el hombre, lo que estarán haciendo
es engañar a la clase obrera.
Todos aquellos que propugnen además medidas reformistas como
la dación en pago, que no es más que un robo al trabajador de su vivienda y de
todo el dinero que pagó por ella, estarán haciendo flaco favor a la clase
obrera. Tengan buena voluntad o no, pero estarán haciendo más daño que bien.
Urge a la clase obrera organizarse para un fin muy sencillo:
la toma del poder político, la cual no se producirá mediante el depósito de una
papeleta en una urna electoral sino mediante la revolución. Una revolución que
ponga el poder en manos del pueblo, en manos de los que verdaderamente producen
la riqueza y que son los que hacen que esta sociedad funcione.
El fin es el poder obrero y el socialismo, el único sistema económico que tiene como misión satisfacer las necesidades del pueblo. El poder socialista no construye las viviendas buscando el lucro económico, sino revolver ese problema que tiene la clase obrera: el tener una vivienda digna y un proyecto de vida dignos. En el capitalismo, y más tal y como se desarrolla negativamente, estas dos opciones son quimeras.
Por tanto, para que las viviendas que los obreros producimos
sean realmente nuestras y no de un banco o de un constructor ,debemos luchar
por el derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo.
Porque si todo lo producimos: los alimentos, las viviendas, en definitiva todo tipo de mercancías y productos,¿porqué tenemos que aguantar que nuestros hermanos de clase pasen hambre, que nuestros hijos estén desnutridos o que haya obreros sin un techo donde cobijarse, un techo que han producido otros obreros como ellos?.
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