En
el momento actual, de crisis estructural imperialista, se evidencia con mayor
claridad la forma de funcionar de sus bloques de poder así como el sometimiento
de los estados nación a la oligarquía
financiera mundial.
El
cada vez mayor grado de concentración del capital ha implicado que la
superestructura haya variado naciendo organismos supranacionales como el FMI,
BM, Unión Europea, OCDE, OMC, etc…
Estos
cambios en la estructura generaban como decimos cambios en la superestructura,
por ello los imperialistas europeos se lanzaron a la creación de la Comisión
europea, de un Parlamento, un Consejo de ministros, un tribunal de justicia y
una Constitución Europea, que aunque rechazada fue recuperada en los tratados
de Lisboa, los cuales han sido rebasados en las sucesivas troikas comunitarias al son dictado por los
imperialistas alemanes y franceses.
A día de hoy, la oligarquía financiera
internacional dicta las políticas
económicas, agrarias, monetarias, presupuestarias y laborales a los estados
nación, cuyos gobiernos son meros ejecutores de las órdenes que los
anteriormente mencionados les suministran, algo que se puede comprobar
observando la política española, portuguesa
griega o italiana, donde incluso la misma oligarquía ha impuesto a los
primeros ministros de dichos países.
Como
anteriormente dijimos respecto a las variaciones de la superestructura, y como
no puede ser de otra forma, en el terreno de lo sindical se reproduce el
esquema dibujado en esta introducción así como no puede ser de otra forma se
manifiesta la contradicción fundamental que es la lucha a nivel mundial
entre el socialismo y el capitalismo.
En
noviembre de 2006 este escenario se clarifica fusionándose los sindicatos
socialdemócratas y democristianos – CIOSL y CMT – en una sola internacional
sindical: CSI (Confederación Sindical Internacional). O lo que es lo mismo, el
imperialismo unifica a sus dos internacionales sindicales. Esta fusión se
circunscribe dentro de un proceso donde los bloques imperialistas daban pasos
para adaptar las superestructuras a las variaciones estructurales.
El
nacimiento de la CSI se circunscribe en un periodo histórico donde el
imperialismo tanto europeo como estadounidense se lanzan a un proceso privatizador
de absolutamente todo – excepto en el ámbito militar – a nivel mundial con tal
de extender los monopolios imperialistas a todo rincón del Mundo. Es la época
donde EEUU trata de extender el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del
Norte), que ha llevado a la ruina a México, a todo el continente
latinoamericano mediante el ALCA (Área del Libre Comercio de las Américas).
EEUU
y Canadá pretendían construir un bloque imperialista que fuera todo el
continente americano donde sus monopolios fueran los amos y señores de los
medios de producción y de los recursos del continente. El ALCA chocó con los
movimientos de liberación nacional y antiimperialistas desarrollados en América
Latina, dando resultados en el acceso al poder de Evo Morales en Bolivia,
Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua y configurándose un bloque económico y
político opuesto a los intereses del imperialismo norteamericano: el ALBA.
Asimismo, en Europa, se
sientan las mismas bases económicas descritas en el punto anterior para el continente
americano vía Constitución europea, que consagraba la privatización de
absolutamente todo – a excepción de lo relacionado con lo militar , se
planifica una Europa de varias velocidades donde los imperialistas europeos no
sólo expoliarán y atenazarán económicamente a otros Pueblos del mundo sino,
incluso, a los mismos socios de dicho bloque.
Todo queda subordinado a los intereses de los
monopolios imperialistas, a los intereses de la oligarquía, todo queda
subordinado a lo que los capitalistas denominan “mercado”. Ni más ni menos es la política económica lógica, el
desarrollo propio, del capitalismo en su fase putrefacta que no encuentra
obstáculo alguno para extenderse, para generar más miseria fruto de la
explotación y del robo perpetrado por la burguesía internacional, para que la
plusvalía apropiada por éstos se incremente las clases trabajadoras deben ser
despojadas de todo, al igual que la pequeña burguesía y el campesinado, y ello
repercute tanto en las relaciones laborales
como en lo que los capitalistas han venido llamando “estado del bienestar”.
Este
cambio producido en la base implica una reconfiguración en toda la
superestructura, no sólo con Constituciones Europeas, estructuras políticas
supranacionales, etcétera, sino también en el plano sindical. Los imperialistas
necesitan construir un sindicato mundial propio lo suficientemente poderoso
como para que estos hagan el paripé de que los trabajadores participan en el
desarrollo del sistema y que sus organizaciones asumen y negocian lo que
realmente es impuesto. Por otro lado, estas organizaciones sindicales se
incardinan en los organismos imperialistas supranacionales, así como en los
aparatos estatales, para optimizar las políticas económicas trazadas por la
oligarquía; impregnan a las masas de ideología burguesa de conciliación y
colaboración entre clases a cambio de prebendas. El CSI es el fruto de la
unificación del sindicalismo verticalista, no sólo a nivel de estado, sino a
nivel mundial y en esta lógica y en el seno de este proceso de cambios operados
en la base es reflejado a nivel de superestructura la unificación de estos
sindicatos de la oligarquía.
Hemos
señalado el contexto y el proceso de la conformación de la Confederación
Sindical Internacional, que según ella representa a 175 millones de
trabajadores. No obstante, esta Confederación Sindical Internacional se
manifiesta de otras formas. Así, los sindicatos europeos que conforman la
Confederación Sindical Internacional ya se encontraban organizados en la CES
(Confederación Europea de Sindicatos). La Confederación Europea de Sindicatos
es reconocida por la Unión Europea y por el Consejo de Europa como contraparte
que representa a los trabajadores. Asimismo, la Unión Europea otorga espacio
y participación, por consiguiente integra,
a la Confederación Europea de Sindicatos en la construcción de la política
comunitaria macroeconómica, social y de empleo.
Otra institución imperialista que integra a la CSI es la OCDE
(Organización Para la Cooperación y el Desarrollo Económico), un club compuesto
por 34 estados capitalistas entre los que descuellan EEUU, Japón, Israel,
Francia o Alemania.
La integración de la CSI con la OCDE se hace
efectiva a través de las denominadas Global Unions: “La Agrupación Global Unions está compuesta por organizaciones
sindicales internacionales que trabajan juntas y que pertenecen a la misma
“familia sindical”. La Confederación Sindical Internacional (CSI) y la Comisión
Sindical Consultiva ante la OCDE (TUAC-CSC) afilian a las centrales sindicales
nacionales integradas por sindicatos de diversos sectores. Las once
Federaciones Sindicales Internacionales agrupan a los sindicatos nacionales en
función del sector u ocupación que cubren.”
Ni que decir tiene que estos sindicatos
pertenecientes a la CSI, además, participan activamente en los estados nación a
los que pertenecen y sirva como ejemplo el Estado español, donde son muchos los
diputados pertenecientes a CCOO o UGT y, sin ir más lejos, en el último Consejo
de Ministros del antiguo gobierno del PSOE muchos de ellos poseían el carnet de
la UGT, empezando por el expresidente del Gobierno y por el exministro de
Trabajo; quedando más que demostrado el entrelazamiento entre instituciones
supranacionales imperialistas, estados capitalistas y la CSI y los sindicatos
que pertenecen a ella y quedando patente su colaboracionismo con la oligarquía
y su traición a los trabajadores.
Los
dirigentes sindicales Toxo y Méndez, en aplicación de la política
colaboracionista dictada desde CES y CSI y – consecuentemente - conscientes que
tienen que salir en defensa de la clase a la que sirven, a la oligarquía
financiera, sacrifican a la clase trabajadora en el altar de los imperialistas
con el fin de salvar su sentenciado sistema de explotación.
Destaca
aquí la cuestión de los EREs, de donde tanto CCOO como UGT obtienen una vía de
financiación suculenta llevando a los trabajadores al paro, al apoyo expreso a
la internacionalización de las empresas – o lo que es lo mismo exportación de
capitales.
CC.OO
y UGT son corresponsables, junto a los sucesivos gobiernos de PP y PSOE, de la
gravísima situación de los trabajadores:
más de casi seis millones de parados, temporalidad, mileurismo y salarios
basura, precariedad, etcétera. Todo esto tiene su lógica teniendo en cuenta los
principios ideológicos y políticos de la CSI que hunden sus raíces, como vimos
anteriormente, en la aceptación del sistema capitalista, integración en sus
estructuras políticas y en la elaboración de éstas, colaboracionismo con la
burguesía y acatamiento de la gobernanza económica a nivel mundial, elaborada
también por ellos, todo ello siguiendo
lo que llaman “diálogo social”. CCOO
y UGT lo que han hecho es seguir fielmente la política que les dictan desde los
órganos supranacionales de poder de la
oligarquía.
Una
de los secretos mejor guardados es el
conocimiento exacto de los afiliados a CCOO y a UGT, aunque parece ser que
sumando a ambos no alcanzan los 2
millones de afiliados. A
pesar de ello, no es un obstáculo para que estos sindicatos sean reconocidos
por el Capital como mayoritarios y más representativos aunque no lleguen ni por
asomo a un 15% de afiliación entre los trabajadores, y en caída en picado. Por
otro lado, ni sus bases ni sus Congresos les han otorgado la capacidad para
tomar dichas medidas y firmar lo que firman, siendo una prueba evidente del
funcionamiento antidemocrático y de la participación nula de los trabajadores
en la toma de decisiones de los mismos, decisiones tomadas por las camarillas
traidoras y vendidas de dirigentes. De
hecho es la reproducción de la democracia burguesa en el ámbito sindical.
El comportamiento de estos dirigentes de
CCOO y UGT, así como los dirigentes de la CSI, ilustran y hacen ciertas las
palabras de Lenin cuando señalaba “Es evidente que una superganancia tan gigantesca (ya que los capitalistas se
apropian de ella, además de la que exprimen a los obreros de su
"propio" país) permite
corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la
aristocracia obrera. Los capitalistas de los países "avanzados" los corrompen, y lo hacen de
mil maneras, directas e indirectas, abiertas y ocultas. (…)Esta capa de obreros
aburguesados o de "aristocracia obrera", completamente pequeños
burgueses en cuanto a su manera de vivir, por la cuantía de sus emolumentos y
por toda su mentalidad, es el apoyo principal de la Segunda Internacional, y,
hoy día, el principal apoyo social (no
militar) de la burguesía. Pues
éstos son los verdaderos agentes de la
burguesía en el seno del movimiento obrero, los lugartenientes obreros de la clase capitalista
(labour lieutenants of the capitalist class), los verdaderos portadores del
reformismo y del chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la
burguesía se ponen inevitablemente, en número no despreciable, al lado de la
burguesía, al lado de los "versalleses" contra los "comuneros"”
Así
pues, los sindicatos de la CSI reproducen en cada estado nación lo que ella
representa y es a nivel mundial. Es el sindicalismo que necesita el
imperialismo a nivel internacional y, en cada estado, a nivel nacional. En los
países son los estados capitalistas, como España, los que sustentan a dichas
organizaciones sindicales, los que las alimentan económicamente y con prebendas
conducen a los trabajadores por la senda de la conciliación y de la paz entre
clases donde el papel de la clase obrera y demás clases laboriosas sea de
subalterna a los intereses de los capitalistas es su estado.
Los
hechos acreditan, además, que los trabajadores – en su mayoría no afiliados a
estas centrales sindicales – no están dentro de las estructuras sindicales CCOO
y UGT, siendo el estado de los capitalistas quien le otorga la
representatividad y la legitimidad y no las masas trabajadoras. Por último, los
postreros hechos acaecidos nos demuestran a las claras la inexistencia de
democracia interna, ni de control de la afiliación sobre las camarillas
dirigentes los cuales campan a sus anchas con impunidad, demostrándose además
la inexistente capacidad organizativa y crítica de la exigua militancia
sindical.
Todo
esto es clave para comprender los últimos hechos en torno a las decisiones
judiciales de estos momentos en Andalucía. Queda demostrado que CCOO y UGT,
como organizaciones traidoras y sin principios se lucran con la tragedia de los
ERE, de los que ingresan cuantiosas sumas por cada uno en base a variopintos
conceptos y eufemismos. No es casual pues la trama delictiva por la que cargos
de estos “sindicatos” amarillos se lucran, no es casual pues a la corrupción.
CCOO y UGT como organizaciones formantes del Estado capitalista son corruptas
por naturaleza, pues el capitalismo es un sistema basado en el robo. No es
casual que los políticos del sistema capitalista, la Junta de Andalucía, se
hallen metidos en todo este tinglado, pues su papel no es defender los
intereses de los trabajadores andaluces sino el ejecutar las políticas que les
ordenan los burgueses. Y mientras llevan a cabo las órdenes de sus amos, se
lucran con ello con actividades y corruptelas varias, como podemos comprobar.
Como
hemos demostrado en este artículo y en el análisis sindical del PCOE las
organizaciones pseudo sindicales CCOO y UGT son agentes de la burguesía en el
seno del movimiento obrero y es deber de todo trabajador concienciado el
señalarlos y mostrarles su desprecio. Asimismo señalamos el papel de
apagafuegos de todas aquellas organizaciones, incluso algunas que se dicen
marxistas-leninistas, que por encima de los intereses de los obreros anteponen
la salvaguarda de estas dos nauseabundas siglas. Sólo desde la falta de análisis
marxista y desde el subjetivismo se puede defender que tras más de tres décadas
de traiciones continuadas quede algo decente en las cada vez más menguadas
estructuras de CCOO y UGT.
Los
comunistas, aún sabiendo que la lucha económica no es suficiente pero necesaria
llamamos a los trabajadores a organizarse en los sindicatos españoles
pertenecientes a la FSM(Federación Sindical Mundial), que es la unión
internacional de los sindicatos de clase, que lucha a nivel mundial contra
todas estas organizaciones amarillas. Sólo mediante el fortalecimiento del
sindicalismo auténtico se podrá combatir tanto al amarillismo, a los
oportunistas que los defienden y a la ideología burguesa que intenta destruir
el movimiento sindical. El apoyo a UGT y CCOO no hace más que perpetuar y
llenar de argumentos esa lucha antisindical de la burguesía, pese a que muchos
se escuden en la defensa del sindicalismo para capear el temporal que azota a
sus amigos traidores.
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