domingo, 31 de marzo de 2013

¿CÓMO ACTUAR?

 

¿CÓMO DEBE ACTUAR EL COMUNISTA? 

En los periodos de declinación del movimiento obrero, como el presente, los trabajadores observan conductas inapropiadas a sus intereses de clase, que llaman la atención del nuevo militante, al menos, le suscita dudas debidas a su desconocimiento teórico o a su falta de práctica. El marxismo-leninismo, ofrece respuestas, tal vez, las que no espera el militante, porque las cuestiones están planteadas como clase y no como individuo, tal como dijera Lenin. Es decir, si queremos conocer el estado actual de la clase obrera, no debemos fijarnos en tal o cual obrero, ni en grupos concretos de obreros. Un individuo desconcienciado, según su estado de ánimo puede adoptar posiciones contradictorias en situaciones distintas, a veces “revolucionarias”, por tanto engañosas. De lo que se deduce que nadie debe esperar que el problema de sus relaciones políticas con su vecino, o con su compañero fulano de tal, vaya a ser resueltas matemáticamente al término de la lectura de este documento. Sin embargo, es probable que adquiera conocimientos suficientes para comprender su psicología y tras sucesivas conversaciones o debates con él obtenga los datos precisos para marcarse una táctica de convencimiento que le ayude a atraer su atención. Ahora bien, pretender llevar a la clase obrera a la revolución por medio de charlas individuales o colectivas de grupitos de obreros (sin desdeñarlas) es aplazar la revolución eternamente. 
 
Previamente, es necesario y fundamental el estudio de principios elementales del marxismo-leninismo, como es la relación entre bases económicas y superestructuras, estudiando y preparando los clásicos del marxismo-leninismo principales así como otras figuras relevantes(Marx, Engels, Lenin, Stalin, Dimitrov, Hoxha, José Díaz, etc.) para su debate en las células. A la vez, conviene saber qué es el pensamiento y cómo surge, que también se hallan en los citados documentos. Y por último, le ayudará bastante entender la relación que existe entre psicología y conciencia, expuesta como no podía ser de otro modo en las obras que citamos. 

No obstante, conviene recordar antes de comenzar que la conciencia en el mundo es producto de la materia altamente organizada en movimiento (hombre). Este principio es válido para la toma de la conciencia de clase, solo alcanzable como clase, cuando los obreros están en movimiento. 

Puede darse el dato de que al hablar con un compañero de trabajo una y otra vez, no podamos convencerle y por este motivo desesperemos, o lo que es peor, le cataloguemos como reaccionario; en cambio, es muy posible que su comportamiento después de varias asambleas varíe sustancialmente, en ellas deja de ser individuo para convertirse en clase. Luego, secundará la huelga, se enfrentará a la patronal que le enseñará los dientes y si el conflicto se encona pueden hacer acto de presencia las fuerzas represivas. Si el dirigente es capaz de utilizar todos estos movimientos extraordinarios para descubrirle las maldades del Estado y del capitalismo(no quedándose en la mera lucha economicista) que él mismo comprueba en la práctica, es casi seguro que habremos ganado un compañero para la revolución. Lo que mil charlas no han conseguido, lo ha logrado el movimiento. De todas formas, las conversaciones han ido calando en el compañero; aunque éste demuestre lo contrario. Tal vez, nuestras enseñanzas sin movimiento les son dadas como un mundo muy lejano y por consiguiente utópico, por lo que se aferra a su realidad para no verse envuelto en lo que él valora como extrañas y peligrosas aventuras. Lo que sucede es que con el movimiento de la sociedad, el mundo teórico que le describíamos se ha tornado en una cruda realidad, que él ha tenido la ocasión de afrontarla colectivamente con sus compañeros obteniendo una pequeña victoria. La unidad ya es posible en su cabeza, el triunfo también y algo más, como es nuevo, su incomprensión le llevará a las mismas dudas del militante novato y considerará reaccionario a aquellos compañeros que no han secundado la huelga o no asisten a las asambleas. Todo es un proceso. 

EL ASALARIADO, PRODUCTO BURGUÉS

El obrero industrial nace en el sistema de producción capitalista es su producto genuino, como tal pertenece a este mundo en donde gobierna la propiedad privada sobre los medios de producción. A una tal forma de propiedad corresponde un sistema determinado de vida (el burgués). Su ilusión reflejo de la realidad que vive, es ser un burgués de verdad, ganar dinero y tener todo cuanto aparentemente puede lograr, pero nunca lo conseguirá y toda su vida estará guiada por el anhelo de “individualizarse” constituir su empresa y si no puede por problemas económicos, esperar ese golpe de suerte de un sorteo multimillonario. ¿En qué otra cosa puede pensar? ¿Qué otro mundo existe para él si no hay nadie que se lo muestre? Pensemos durante un instante si un bebé es abandonado en la jungla y algún animal, lo amamanta y consigue crecer. Es evidente, que solo tendrá de humano su aspecto, pero su pensamiento y conducta corresponden al ambiente en el que se ha criado. Jugará y se peleará con sus hermanos de leche, respetará a su madre adoptiva, aguantará estoicamente sus reprimendas, al igual que hacen sus otros hermanos, cazará al estilo de su nueva especie, pero él no puede ni siquiera imaginarse que existe otro mundo al que él debe pertenecer. Tendrá que venir un semejante suyo y después de un largo período de enseñanza, hablará, pensará de otra forma y podrá iniciar su vida humana. 

Del mismo modo sucede con la conciencia de clase. El obrero piensa y obra como un trasunto burgués, tendrá que venir otro obrero que se ha reencontrado con su verdadera naturaleza y con paciente pedagogía lo deberá adiestrar para arrancarlo de su mundo discordante. 

A pesar de que en términos generales el obrero piensa como un burgués, no es correcto opinar que el discurrir de todos los obreros es idéntico cien por cien. En la conducta del individuo, en su forma de cavilar intervienen muchos factores, el primero las estructuras económicas, como hemos visto, después dependerá del lugar que ocupe en el proceso de producción, es decir, según a la clase a la que pertenece, al estrato que ocupa dentro de esta clase, a la educación recibida, al ambiente social en donde se desenvuelve, al entorno familiar etc. Pues aunque todos estos elementos son también productos del sistema de producción burgués, no obstante, intervienen con matices y contradicciones para acentuar o atenuar sus prejuicios burgueses. 

El marxismo explica que mientras las fuerzas productivas conectan con las relaciones de producción dadas, la sociedad progresa armónicamente, pero cuando las fuerzas productivas se desarrollan mas allá de determinados límites, entran en colisión con las relaciones de producción y maduran las condiciones para la revolución. 

Trasplantemos la teoría a la práctica. La pequeña empresa brota de las entrañas del capitalismo sin más, el sistema la está reproduciendo constantemente. Pero la pequeña empresa representa unas fuerzas productivas poco avanzadas, por consiguiente, y siguiendo la doctrina marxista, no se dan las condiciones para la revolución o para sustituir la sociedad. ¿Por qué? ¿Qué es lo que se refleja en la mente del obrero? 

Imaginemos un pequeño taller del metal en el que para fabricar una pieza intervienen una pequeñísima división del trabajo: un tornero, un fresador y un peón. Es evidente que el patrón está interesado en que sus tres operarios conozcan perfectamente los tres tipos de trabajo, pues la ausencia de uno de ellos por enfermedad ocasionaría un grave trastorno en la producción. Una vez que los tres trabajadores han adquirido determinado nivel de destreza en cada uno de los puestos de trabajo existente, llegan a pensar que ellos por separado podrían dirigir una empresa igual. Jamás se plantearán la revolución porque su patrón le pague con un salario exiguo. Su realidad objetiva, la que se refleja en su conciencia, no le proporciona otro tipo de reflexión. Su universo es su pequeña empresa. 

Son miles, millones los casos de fragmentación de la pequeña empresa porque sus empleados se independizan y establecen su propia entidad. En Alcalá de Guadaíra, existió una empresa denominada “HIDRASUR”  que es el fruto de una división anterior, pero a la vez es el origen de sucesivas divisiones (APHISA, Tubo Rápido, Desarrollo Oleohidráulico, M.A. Componentes, SOINTEG)  En HIDRASUR la empresa primaria tenía cinco trabajadores. 

Como es de suponer y debido a que en el Estado español hay miles de pequeñas empresas, la gestión revolucionaria es mucho más dificultosa. No obstante, la nueva configuración del capitalismo arrastra a un buen porcentaje de estas pequeñas empresas a una modalidad productiva distinta de la que hemos citado.
 
La gran empresa representa ya el desarrollo ulterior del capitalismo y el avance de las fuerzas productivas. La división del trabajo es bastante amplia, por lo que en la mente individualizada de un trabajador no se refleja la posibilidad, ni siquiera remota de poder montar una empresa de esa índole. Se necesita mucho dinero, una dirección, gestión y control de la producción que él solo no puede abarcar. Y mientras que en la pequeña, el patrón no necesita ninguna titulación, pues su destreza la adquirió con la práctica y además él suele formar parte como un  trabajador más en el proceso productivo, en las grandes empresas se necesitan ya especialistas y profesionales provenientes de las universidades. El patrón no tiene cabida en el proceso de producción, más que como director (a veces como titulo honorífico o formalista, mas que práctico) o accionista. 

Resulta obvio, que el carácter burgués del trabajador de estas empresas pierde fuerzas con respecto al de la pequeña empresa. Su pensamiento burgués engendrado desde su nacimiento por vivir en la sociedad capitalista entra en contradicción con la realidad que le circunda en su universo-trabajo. Pero hay que descubrirle esa realidad. 

Los trabajadores de la gran empresa están más propensos a acceder a la conciencia de clase, pero tendrá que ser en movimiento. La discusión del convenio colectivo, una huelga, descubren que incluso los interlocutores de la empresa, son meros trabajadores con determinada cualificación, el patrón no aparece. La explotación aflora más clara, pero también es mayor la posibilidad de un cambio de sociedad. Los trabajadores saben, si lo piensan que de no existir el patrón, la plantilla es capaz de salir hacia delante. Los comerciales, economistas, abogados, administrativos, técnicos, obreros profesionales y obreros no cualificados, son todos trabajadores a sueldos. Pero repetimos, tiene que estar el Partido que le descubra todas sus posibilidades, superando la mera lucha económica, dando la batalla en el terreno de la ideología y la lucha política. 

Hace unos años estas empresas se las consideraba grande por el volumen de sus plantillas, cientos o miles de trabajadores las cubrían. En la actualidad no es necesario, pues la tecnología que forma parte de las fuerzas productivas, está muy desarrollada. Centros de trabajo con 50 ó 100 trabajadores pueden hoy desarrollar muchas mas cantidad de productos que antiguamente miles de operarios.   

Por otro lado, un número considerable de pequeñas empresas se han convertido en contratas, subcontratas o auxiliares, de esta manera su supervivencia está supeditada a la gran empresa. En este caso, las posibilidades de que un trabajador se independice para constituir una sociedad de está índole es mucho menor, ya no depende de sí mismo. Esta circunstancia también se refleja en su conciencia. 

Con nuestra exposición hasta ahora, queremos demostrar que el obrero, imbuido en la sociedad que le ha tocado vivir, se encuentra atrapado por el modo de vida burgués. Pero constatamos que dependiendo del lugar que ocupa en el proceso de producción, la influencia burguesa es mayor o menor, sin que de ningún modo por el hecho de ocupar un puesto de asalariado, por su mente pase la necesidad de transformar la sociedad por influencia directa de la posición que ocupa.
 

EL OPORTUNISMO DE DERECHA 

            Con el término genérico de oportunismo de derecha se conoce al reformismo de derecha dentro del movimiento obrero, corriente desviacionista, que constituye junto con la propaganda burguesa los elementos más dinámicos en la malformación de la conciencia política de los trabajadores. Es decir, a la influencia natural de la vida burguesa hay que añadir el trabajo de zapa del oportunismo, que consiste en mantener a los trabajadores bajo el dominio de la ideología capitalista. Por consiguiente, el obrero, sin recibir aún un mínimo aliento de clase, es atacado por todos los flancos posibles con nociones y propuestas contrarias a su interés de clase. Durante años, antes de encontrarse con un leninista su mente es golpeada sin escrúpulos por sus enemigos durante las 24 horas del día. Esta circunstancia importantísima debe presidir nuestra memoria cuando entablamos conversación con un compañero y especialmente en el momento de juzgarlo. 

            Históricamente el oportunismo nace como consecuencia del desarrollo pacifico (relativamente) del capitalismo después del 1871. La burguesía apoyándose en su expansión económica y en el dominio de las colonias, crea en el seno de la clase obrera grupos privilegiados económicamente conocidos como “aristocracia obrera” con vistas a conseguir dos objetivos muy importantes para ella: 1.- La división de los trabajadores. 2. conseguir la paz social en la retaguardia y así lanzarse en las mejores condiciones a las conquistas de nuevas áreas de influencias. 

            Otro elemento perturbador de la conciencia obrera fue la proletarización de la pequeña burguesía. El desarrollo del capitalismo hacia su forma monopolista produjo la ruina en masas de la pequeña burguesía que tuvo que proletarizarse y trabajar en centros de trabajo ajenos como obreros, pero manteniendo su pensamiento burgués, pues su ilusión consistía en recuperar su pasado (hacerse empresario de nuevo). En este sentido introducía su ideología en el seno del movimiento obrero: el socialismo pequeño burgués.
 
            Los ideólogos marxistas con la nueva fisonomía de la clase obrera y su complicado pensamiento en sus manos, lo tradujeron erróneamente y se adentraron en el terreno de la revisión de los análisis y sus conclusiones, consiguiendo la desviación del movimiento obrero. 

            En la actualidad, aristocracia obrera y proletarización de la pequeña burguesía continúan, aún con mayor número y fuerza contribuyendo a divulgar la ideología capitalista en la clase obrera. La aristocracia obrera se materializa en las direcciones de las centrales sindicales y en elementos pertenecientes a los comités de empresas, patrocinados directa o indirectamente por los empresarios y otros grupos de obreros “mejor pagados” que frenan o interceptan la posibilidad de conflictos en las fábricas. Por su parte, la proletarización de la pequeña burguesía es muy constante, según fuentes oficiales, la media de vida de la pequeña empresa en nuestro país es de cinco años. 

            El oportunismo de derecha es una de las corrientes antimarxistas más peligrosa. La historia nos demuestra que es impensable reconducir el movimiento obrero por el camino de la conciencia, sin antes vencer al oportunismo. Desde tiempos de Lenin y como esencia leninista los partidos revolucionarios llevan a cabo una sistemática denuncia del oportunismo desde el interior de la clase obrera. Es decir, o se combate al oportunismo, o se está al lado de él, de la burguesía, no existe ningún camino de por medio.   

EL MILITANTE COMUNISTA 

            No existe un código de conducta que recoja cada instante de la vida de un militante comunista, menos aún para consultar la solución de los problemas que se le presenta diariamente, pero sabedor de la psicología obrera y preparado en cuestiones elementales, como son el manejo de la plusvalía, las falsas relaciones entre inflación y desempleo, entre salario e inflación tendremos mucho terreno ganado. No  hay que olvidar que el obrero normal, con el perdón del símil, es un “papagayo” que repite las mismas teorías que su patrón, incluso con sus mismas palabras, que son difundidas muy frecuentemente por los medios de comunicación. 

            Pongamos un ejemplo en base a la lucha económica, que no crea por sí la conciencia de clase pero que sin embargo es necesaria. Tomemos por ejemplo las discusiones de los convenios colectivos, los representantes de la empresa suelen utilizar las mismas sentencias, aquellas que los reformistas necesitan para justificar su traición y con las que pueden convencer a los trabajadores en una asamblea. Por ejemplo; a una petición de subida salarial, la empresa opone aquello de que si suben los salarios, más de lo que ellos están dispuestos a dar, encarecerá el producto y consiguientemente estará en desventaja en el mercado que resulta muy competitivo y en este caso perderá clientes. Al final se concluye que la empresa puede cerrar y la culpa es del trabajador. 

            Si el comunista está en la mesa deliberadora y conoce la relación entre el salario y la inflación, debe exponerla con suma claridad, cortará el argumento de la empresa y la obligará a imponer su criterio por las bravas, pero no con razonamientos. No es lo mismo transmitir en la asamblea que el patrón no sube el salario porque no le da la gana, que decir, porque pierde competitividad por encarecer el producto, que es una teoría que cala en la mayoría de los trabajadores por ignorancia y porque es lo que escucha normalmente y que lógicamente utiliza el reformista para ir convenciendo a la asamblea. 

            Si el comunista no está en el comité y los reformistas exponen la teoría de la empresa en la asamblea sin dar respuesta contraria y sin explicar el engaño a los trabadores con el propósito de que estos vayan rebajando sus peticiones, entonces pedirá la palabra y la explicará él desenmascarando a la empresa y a los reformistas por callar ante el engaño. 

            A continuación exponemos lo que dice el partido al respecto en su tesis programática; aunque es un poco largo, es necesario para alcanzar el objetivo de este documento: 

                                “La teoría que explica la inflación como consecuencia directa del aumento de los salarios (es decir, que el incremento de éstos es la causa del alza de los precios y, por lo tanto, nadie se beneficia de ello, pues en fin de cuentas hace descender el nivel de vida del pueblo trabajador) es un truco de ideólogos burgueses y reformistas.
 
                               Este truco persigue, de un lado, convencer a los obreros de que han de ser “moderados” en sus reivindicaciones y deben aceptar resignadamente una política de rentas que congela sus salarios e impone el pacto social con los empresarios para hacer frente a la inflación; de otro lado, movilizar contra los obreros las llamadas clases medias, a la pequeña y media burguesía, a las “clases pasivas”, a los pequeños rentistas, etc. para sembrar la confusión y la división entre las masas populares frente a su enemigo principal.: el capital monopolista, verdadero generador de la inflación. 

                               Conviene recordar  a este respecto que la afirmación de que el aumento de salarios lleva consigo el alza de los precios –y por consiguiente, liquida automáticamente aquella mejora- tiene una historia tan antigua como la lucha organizada de los obreros por sus reivindicaciones inmediatas. 

                               Carlos Marx denunció ya en su tiempo la falsedad de tal afirmación, esgrimiendo la teoría del valor. Mostró inequívocamente  que el aumento del salario lleva a una redistribución del valor entre el capitalista y el obrero, o sea, a un aumento de la parte correspondiente al obrero y a una disminución de la correspondiente al capitalista. Como se sabe, el valor de la fuerza de trabajo es siempre inferior al nuevo valor creado por el trabajo del obrero. El capitalista paga como salario solo una parte de la jornada laboral –el tiempo de trabajo necesario- y se apropia la mayor parte del fruto del trabajo del obrero.
 
                               De ahí que la inflación no sea la resultante del incremento de los salarios, sino consecuencia de la depreciación del dinero al acrecentarse la masa monetaria. Es del dominio público que si el crecimiento de la masa monetaria compensa el aumento del producto Nacional Bruto (PNB), tal incremento no es inflacionario. Eso es lo que determina el valor real del dinero. 

                               Los salarios y los precios son independientes, aunque es cierto que existe un determinado grado de dependencia entre ellos; por ejemplo, las alteraciones de los precios influyen en el valor de las mercancías que adquieren los trabajadores y, por tanto, cambia la expresión en dinero de la fuerza de trabajo, incluso cuando el valor real sigue siendo el mismo. En consecuencia, si existe entre ambos una dependencia, son los precios justamente los que influyen en los salarios, y no a la inversa. 

                               Esta es la razón de la escala móvil de salarios y de las oscilaciones del mínimo vital y de las tarifas salariales en dependencia de la progresión constante de los precios; pero, incluso, si la cláusula de la escala móvil de salarios se establece en todo contrato de trabajo o convenio colectivo, los salarios irán siempre, de manera inevitable, en retraso respecto a los cambios que se produzcan en el ritmo de crecimiento de los precios, retraso que en la mayoría de los casos puede llegar a varios meses y hasta un año, es decir, mientras dura la negociación entre obreros y patronos.” 

                La teoría del valor y la de la plusvalía nos salvarán de casi todas las situaciones individuales y colectivas. Por ejemplo, cuando un obrero extraviado nos responde que el capitalista también trabaja, naturalmente puede referirse a la pequeña empresa, es conveniente decirle que es justo que se lleve un salario, incluso es posible que mayor que el del trabajador según su labor, pero nunca puede llevarse la plusvalía que pertenece al trabajador. Por tanto morirá como empresario. En este momento se le explica de manera sencilla la plusvalía y el compañero quedará, sin duda, complacido. 

            La preparación es la numero uno de las necesidades del comunista. No hace falta ser Lenin, solo manejar lo básico y obtendremos ventajas sobre todos los trabajadores, que jamás han escuchado nuestras teorías, como explicamos al principio del documento. 

            Otra cuestión muy importante, es que el trabajador a pesar de rechazar (de boca) a los políticos, en el fondo considera que estos saben más que nadie en economía y política. Por ejemplo, la tesis que manejó en la anterior legislatura el Presidente de la Junta de Andalucía para justificar las subvenciones a los Patronos en esta época de crisis, fue la siguiente:  “Lo publico se sostiene fundamentalmente del sector privado, gracias a ello, se pueden construir escuelas, ambulatorios, carreteras, etc. Es lógico que en la situación actual en el que existe superávit en lo público ayudemos al sector privado para que se rehaga y de resultas puedan contratar a trabajadores y todos saldremos beneficiados” 

            El hecho es bien sencillo, un trabajador sabe que el patrón “abona” Seguridad Social por tenerlo empleado y su cuota por beneficios “a fondo perdido”, mientras  que él lo que paga se lo lleva bien a través del desempleo o durante su jubilación ¿Qué puede decir un trabajador al respecto? Lógicamente que es verdad, que si se le da dinero a las empresas privadas éstas estarán en condiciones de contratar a más trabajadores. Y por otra vertiente, puede ver que es justo, que las pensiones han de ser reformadas puesto que hay mas viejos que jóvenes y estos no podrán soportar tanta carga. 

            El comunista tiene que provocar el debate, aquí vale lo particular y lo colectivo, para demostrar a través de la teoría de la plusvalía que todo es falso,  así demostrará su sabiduría y aunque sus interlocutores no le den la razón, esa conversación saldrá más a menudo, señal inequívoca de que les ha dado que meditar. Repetimos que será la primera vez que los compañeros escucharán una refutación como la nuestra. Pero no debemos hablar como profesores pedantes que tratan al de enfrente como un alumno ignorante, sino con el máximo calor, como obrero mosqueado por la injusticia y exponiendo ejemplos y situaciones extremas, para demostrar que sentimos lo que afirmamos.  

            Habrá que decirle, que todo el dinero es producido por el mismo método, por el trabajo del obrero, no solo la parte que éste paga al Estado, sino también la que corresponde  al patrón, además de que en procesos anteriores le ha pagado al patrón sus máquinas, sus naves, es decir, todo lo que es dinero. Por tanto el Producto Interior Bruto es el conjunto de todas las plusvalías generada por el obrero, después, se reparte con distintos nombres. Una parte irá a parar a la Corona, otra a los ministerios, a las fuerzas armadas, a las distintas policías, a los jueces, a todos los funcionarios, partidos políticos, parlamentarios, a los subvenciones de las empresas, a la iglesia, es decir a todo el mundo, y una parte para la seguridad social del propio obrero ¿Cómo entonces puede cuestionarse solo la seguridad social de los obreros? ¿Acaso hay pocos obreros jóvenes para mantener a los jubilados, pero suficientes para mantener a todos los ociosos? Es decir sobre las espaldas del trabajado caerá todo el soporte de los supersueldos de los parásitos y estos se mantendrán a toda costa; en cambio, el obrero tendrá que trabajar más si quiere tener una mala vejez. Mayor desvergüenza imposible. Estamos seguros que explicándoselo bien a los compañeros estos lo entenderán y se enrabiarán. 

            La cuestión es que el comunista debe hablar con seguridad y siempre a la ofensiva, pues tiene por fortuna, y por la criminalidad del sistema todos los argumentos a su favor, cualesquiera que sean las discusiones, individuales o colectivas. 

            En la individual, es muy probable que nuestro interlocutor para “salirse con la suya”, o bien, por simple influencia de la propaganda burguesa, cuando le hablemos intentará tirar por la tangente, hablando mal de Cuba, de tal o cual cosa que allí sucede, o de la “dictadura” soviética, de que el comunismo produjo 100 millones de muertos(cifra acientífica y delirante dada por el inefable Stephane Courtuois en su libelo, cuya cifra se repita como mantra y aumenta a medida que se desarrolla la crisis capitalista) etc. Es su manera de demostrarnos que estamos equivocados o mal informados y además es la forma de zafarse de cualquier compromiso. En este caso, es bien sencillo devolverle la pelota. El comunista debe conocer muchos datos que afectan a los trabajadores. Y aquél que mejor crea puede hacer reflexionar al compañero porque le afecte directamente, nos servirá. Se le pregunta si sabe que en nuestro país se da tal situación (se le da el dato inapelable y cruel) el dirá que no, entonces ya estará en nuestras en manos, porque lo inmediato es decirle que ¿cómo es posible que conozca lo que sucede en países que están a miles de kilómetros de distancia y no sepa lo que le ocurre a su vecino? ¿Por qué de lo ajeno nos dan explicaciones pormenorizadas y de lo propio casi lo ignoran o nos mienten? Es evidente –le diremos- que eres un objeto en manos de los que te explotan que son los mismos que te informan de lo de Cuba y te desinforman o te ocultan lo que ocurre aquí. Si te mienten en lo de aquí, lo más probable es que te mientan sobre lo lejos, para que tu no aspires a los cambios que allí se operan. 

            Aunque los ejemplos no deben tomarse al pie de la letra pueden, sin embargo, darnos la idea de que el fallo no está en los compañeros por su ignorancia sino en nosotros por no saberlos traer a nuestro terreno. Resulta paradójico, inconcebible que un trabajador ignorante, influenciado por la burguesía nos gane una discusión, sabiendo nosotros que no lleva la razón. 

LOS COMUNISTAS EN LOS CENTROS DE TRABAJO 

            La mejor arma que atesora un comunista es su seguridad sobre sí mismo, cualidad que le concede total libertad de acción. Lo primero que debe hacer el militante es ejercitarse mentalmente y pensar que los dirigentes de nuestro lugar de trabajo son compañeros equivocados por todo lo que hemos expuesto anteriormente. Su influencia sobre los demás compañeros es total y les conducen por el camino que le marca la burguesía y los reformistas.  El comunista sabe más que ellos y está dispuesto a demostrárselo en cualquier lugar, en reuniones, asambleas, etc. Si adquiere esta mentalidad lo tiene todo más fácil, comienza con un 70% de posibilidades de triunfar y debe buscar la confrontación pública con ellos. Pues debe pensar que rebatirlo en una asamblea, obtendrá mucho mayor éxito de cara a los trabajadores que a través de cientos de charlas particulares. Los trabajadores no quieren parlanchines de salón (que es en lo que nos convertiremos, si solo nos dedicamos a debates particulares) sino dirigentes osados, capaces de defenderlos públicamente. 

            El comunista tiene la obligación de buscar la asamblea por todos los medios, pedírsela al comité (tanto si él es miembro del mismo como si no) si el comité no la concede, puede y debe informar a los trabajadores por medio de un boletín o de octavillas (la propaganda tiene que ser constante) argumentando que el Comité se niega porque obra con la mentira y no quiere que se le descubra, es decir, el comunista tiene que ser bolchevique, o no es nada. 

            La Asamblea es la herramienta para la acción, en ella se genera el movimiento que proporcionará a los trabajadores la conciencia de clase. Por esta razón, tenemos que promocionarla, prodigarla, exigirla y prepararnos para hablar en ellas. De todas formas, cabe decir que las asambleas son herramientas para el movimiento si las dirigen los marxistas-leninistas, en caso contrario, se transforma en el instrumento para deslizar a través de ella hacia todos los trabajadores los deseos de la patronal y del gobierno.
 
            ¿Cómo triunfa un comunista en las Asambleas? Sabemos que los reformistas, la patronal y el ambiente que se respira son hostiles para que a los trabajadores se les hable de política, pero si no se les habla de política, nunca adquirirán conciencia. En este supuesto pasaremos a la ofensiva. 

            Cuando el comité reformista postule en la Asamblea, el comunista lo denunciará por hablar de política, pero de política antiobrera y  demostrará que es la política que conviene al empresario y le opondrá en el discurso su posición comunista al respecto. No esperará a hablar primero y que ellos le tachen de político, con lo cual pretenden evitar la reflexión de la asamblea. Siempre iremos a la ofensiva, es la mejor manera de ganar.
 
            Hay camaradas que se preguntan, cuándo hay que hablar en términos sindicales, ideológicos o políticos. El militante comunista tiene un solo discurso y las tres entidades están interrelacionadas.

 Debemos pedir por un lado la unidad sindical en una sola Central, de clase y vinculada a la FSM(Federación Sindical Mundial) pero además pedimos la unidad de los trabajadores con las asociaciones de vecinos, las organizaciones estudiantiles y profesionales, propugnando la unión de los comités y delegados( que ya existen, y no los crea el Partido artificialmente) en las ACDT, que superan el ámbito sindical y exigimos medidas transformadoras para cambiar el sistema (ideología y política)

Los comunistas tenemos siempre el mismo discurso y no lo tenemos que variar dependiendo si estamos en el sindicato o en una asamblea de centro de trabajo, es siempre el mismo y en torno a tres ejes: ideológico, político y económico.

¿Acaso no es el sindicato la escuela de comunistas? ¿No es bueno que en la Asamblea de un centro de trabajo, denunciemos a los trabajadores la política del gobierno respecto de la crisis, en el sentido de que subvenciona a las empresas culpables de la misma, con el dinero que nosotros generamos y se está cuestionando nuestra jubilación? ¿Qué es esto sindical o político? ¿Es malo acaso, decir en la misma asamblea, que nuestro comité debe estar en la ACDT, en donde se reunirá con otros comités y organizaciones populares para luchar contra éste y otros problemas? O ¿Acaso es perjudicial para el comunista y para los trabajadores, decir en una asamblea de Trabajadores que el paro que nos acecha también a nosotros, es como consecuencia de que nuestras tierras, fábricas, minas y campos están en manos privadas que miran por su egoísmo y que si hacemos uso de esas nuestras riquezas de manera racional, creando empresas en relación con las materias primas que en ellas se producen no habría paro? ¿Puede un comunista callar, y no decir lo que exponemos arriba, cuando el reformismo y la empresa frenan nuestras reivindicaciones sindicales por culpa de la existencia del paro? ¿Entonces, como creamos conciencia? ¿Es perjudicial que algún trabajador diga que el que habla así es comunista? 

            Que en el sindicato, que en los barrios y que en nuestro lugar del trabajo, nos conozcan como comunistas, no es un hándicap, es buenísimo y ese debe ser la meta que debemos desarrollar. Pero, lo que no puede jamás el militante comunista, que es eso antes que nada, un militante comunista, es ocultarse ni prescindir de su militancia. Hay que considerar que la lucha se libra entre reformistas, empresarios y gobiernos, por anular al partido leninista. Esa es la razón para que inculquen entre los trabajadores que la política es tabú, con el propósito de no dar pie a que los leninistas puedan tener acceso a la clase obrera y nosotros estamos obligados a romper con dicho impedimento. El patrón hablará siempre como un patrón, con política burguesa, el reformista hablará siempre como un reformista, con política burguesa, ¿Por qué razón, entonces, debemos nosotros los que portamos la verdad y la justicia, ocultarnos? Esto significaría contribuir con nuestros enemigos en la despolitización de los obreros, osea, en malformar su conciencia dejando que la ideología burguesa les aprisione 

            En resumida cuenta, al burgués y al reformismo se le contrarresta con arrojo comunista. Nuestros camaradas en su centro de trabajo deben arrinconar a los comités exigiéndoles una y otra vez que se unan en torno a la ACDT, que reciban a la comisión de ésta y a la par, informar a los trabajadores de qué es la ACDT y de la necesidad de que su comité se adhiera, pidiéndole a sus compañeros que se lo exijan al comité. 

            El gobierno, la patronal y el reformismo cuando quieren algo, lo buscan y lo exigen, ¿por qué nosotros llevando razón no actuamos igual, si esa ha sido la manera de conducirse de los auténticos comunistas? No basta con tener una política y unas tácticas justas, si no la defendemos como comunistas.

 

viernes, 29 de marzo de 2013

Abandonar el barco fue un error: las renuncias al marxismo tras la caída del campo socialista y la vigencia actual del marxismo-leninismo



Es hora de hacer un pequeño paréntesis reflexivo y recordar a tantos camaradas, que asqueados por las traiciones de los dirigentes renunciaron al marxismo, y especialmente, a quienes sintieron desvanecer su confianza en la ideología obrera, tras la caida de la URSS y del campo del socialismo. Fueron algunos, camaradas intrépidos, fértiles en su entrega, víctimas de la represión burguesa, pues mientras los reformistas convivían plácidamente con los enemigos de la clase obrera al calor de un falso bienestar “conseguido”, ellos fueron expulsados de los sindicatos y despedidos de sus empresas. Fueron también, otros camaradas, limitados para una actividad total, y que a pesar de sus circunstancias, pusieron lo mejor de lo que tenían a disposición de su partido y de la causa obrera. Camaradas todos, que lamentablemente hoy, se hallan recluídos en sus hogares sin querer saber nada, pero llenos de inquietudes reprimidas.

Nadie puede discutir que fueron momentos delicados para la conciencia revolucionaria. El imperialismo, animado por su victoriosa posición, redobló sus esfuerzos y se armó de argumentos con la presunción de asestar el golpe mortal al marxismo. Entonces aparecieron miles de libros, ensayos, más toda clase de artículos para demostrar que con la caída de la URSS, el marxismo había fracasado. Los circulos propagandísticos burgueses extendieron sus tentáculos atrapando con ellos a una pléyade de profesionales de la información, a la par que conquistaban las conciencias mal nutridas de falsos actualizadores de la revolución socialista, que hicieron suyas propuestas que reflejaban las influencias de la propaganda imperialista. Bajo sus efectos surgieron formas de organizaciones desvinculadas del movimiento obrero y comunista, pequeñísimas fracciones de la sociedad, desclasadas y sin ideología, que los supersabios, léase intelectuales prostituidos, elevaron a la categoria de sujeto revolucionario, negando a la clase obrera su misión histórica. Todo estaba concebido para infundir entre los trabajadores el desaliento y la malformación de su conciencia de clase.

Con estos parámetros bien delineados, que se mostraban realistas e infranqueables, los sumisos sindicatos, los políticos traidores de la mal denominada “izquierda”parlamentaria, juntos con los capitalistas, lograron crear un ambiente hostil a todo cuanto era y representaba la ideología marxista. Pese a ello, el marxismo como ciencia que es, permaneció incólume, a sabiendas de que las mentiras tienen las patas muy cortas. Los análisis de Marx, Engels, Lenin y Stalin, que habían permanecido ocultos por la confabulación antiobrera, brotaron de nuevos impetuosos, estimulados por una crisis, tan honda y perversa, que por sí misma se encargó de restaurar la credibilidad de la filosofía marxista, la única capaz de señalar con matemática precisión la causa de la crisis y sus consecuencias.

Gracias al marxismo, hoy podemos mirar con optimismo el pasado. Las experiencias de la URSS y del campo del socialismo ya no son motivos para el desaliento, por el contrario, sus éxitos y sus errores constituyen un maravilloso acicate para retomar el camino revolucionario con la lección bien aprendida, a la vez que nos coloca en la mejor situación para conjugar el pasado con el presente y así construir el futuro que será labrado no sin escollos, pero con la certeza de que ya nunca más incurriremos en fallos que pongan en peligro la integridad de la nueva sociedad.

 

Ningún partido, ningún colectivo fraccional promocionados por la propaganda y el dinero imperialista, ninguna organización espontánea e indisciplinada, ninguna teoría parida artificialmente, ha demostrado, desde la desaparición de la URSS, tener capacidad para afrontar el reto del devenir que pasa por encima de los deseos de los enemigos de la clase obrera. Todos ellos han quedado como son: COMO UNOS TRAIDORES INDESEABLES.

Hoy podemos asegurar que, si el capitalismo europeo, especialmente el español, impone su ley, es como consecuencia de que no existe aún un Partido Comunista con la suficiente fuerza para cambiar el rumbo de los acontecimientos, debido a todo lo que venimos exponiendo. Ellos lo hicieron bien hasta cierto punto, pues sabían que más temprano que tarde, sus falsedades quedarían al descubierto, y el marxismo volvería a imponerse, pues no ha habido ninguna teoría, excepto la marxista, capaz de explicar el desenvolvimiento de la producción burguesa y sus consecuencias; pero para ese momento esperaban, como así ha sucedido, tener a los trabajadores aprisionados por el terror de los empresarios y bajo las férula del reformismo.

Para sacar a la clase obrera del oscurantismo, para encarar las nuevas batallas, es preciso reunir todas las fuerzas sanas, entre ellas a vosotros camaradas de ayer, que fuisteis parte y base de este presente y del futuro que aspiramos. Vuestro Partido, EL PCOE, os acogerá en aras de fortalecer el arma que reclama la clase obrera para recobrar su aliento, su razón de ser, y marchar juntos con la firmeza y el calor que nos avienta el marxismo-leninismo.

POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA

FORTALEZCAMOS EL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)

 

Una salida burguesa más






Emilio Pizocaro, periodista y últimamente prolífero autor de escritos mesiánicos, acaba de publicar en Rebelión un nuevo alegato en favor de la revolución democrática, que titula “¿Que está haciendo la izquierda mientras la derecha prepara el cambio cosmético del régimen?”. En él nos alerta, una vez más, sobre la trama que el poder económico del régimen está urdiendo con el objetivo de dar un lavado de cara al sistema político, que tiene por misión restituir la credibilidad del capitalismo, muy deteriorada por la corrupción generalizada.

Pizocaro nos tiene acostumbrado en sus artículos a contradicciones e incomprensiones, producto de una debilidad ideológica manifiesta, por tanto, de no comprender la psicología de las masas. Al tiempo que recuerda con qué facilidad se aprovecha el imperialismo de las rebeliones árabes, propugna prestar atención a movimientos como el 15M, El Constituyente, -al que pertenece-, El SAT, el 25-S etc. Con lo cual su pronunciamiento sobre la capacidad del imperialismo para irrumpir y distorsionar los movimientos “revolucionarios” pasa a mejor vida, a ser una simple anécdota sin consecuencia alguna y sin que merezca una reflexión en linea a escudriñar en las causas de las debilidades de estas rebeliones. Es evidente, que el imperialismo maneja los movimientos, porque estos carecen de ideología de clase, de estructuras orgánicas disciplinadas y cuyos objetivos no están definidos o no se proponen romper con el capitalismo. Los imperialistas solo tienen que infiltrarse, hurgar en sus carencias, en este caso, en la religión, a la par que modifican su lenguaje para dirigir esa rebelión desnortada.

No podemos olvidar, de ninguna de las maneras, que lo que pretende es “regenerar” y no cambiar el sistema, para ello, aplaude cuanto dice el filósofo Juan Ramón Capella; “No sólo hay que jubilar o poner a la sombra al personal político incapaz que ha venido gobernando el sistema: hay que abrir paso a gentes nuevas no infectadas por la corrupción. Hay que ingeniar un sistema político que quede en manos del pueblo. Que éste pueda controlar y que cuente con mecanismos sólidos de exigencia de responsabilidades”.

A nuestro Mesías, le importa más bien poco la existencia del burgués que roba la plusvalía al trabajador, lo que persigue es que los políticos que legalizan tal corrupción, sean políticos como mandan los “canones” y no unos corruptos que roban al pueblo o que miran hacia otro lado cuando el PP impone reformas y recortes antipopulares. No, no se trata de una revolución socialista: “No hay soluciones de parche a la crisis del sistema, se requieren soluciones de fondo y esta solucion se llama proceso constituyente, o si queréis, mas claro aún, el horizonte que debemos proponer a los colectivos ciudadanos es una revolución democrática QUE REGENERE TODOS LOS PODERES, TANTO ECONÓMICOS, POLÍTICOS COMO SOCIALES”. - Emilio Pizocaro, “Después del 29 de Marzo ¿Qué?”

El análisis que hace de la izquierda parlamentaria es acertado, al menos en el último articulo, porque en anteriores incluso sugiere a ésta un cambio “profundo”, por lo que al final no está demasiado claro si en su pensamiento aún le ofrece cierto margen de recuperación. Pero, suponiendo que su crítica se radicalice y concluya con la imposibilidad de la regeneración de los PSOE e IU., si lo hace es porque en su opinión la actualización de las formas de luchas y de los objetivos, consiste en rendir culto a la espontaneidad, a la autoorganización horizontal, a la revolución desde la base etc, que constituyen las fuerzas motrices de las revoluciones del siglo XXI, las cuales niegan a la clase obrera su carácter de sujeto revolucionario, para otorgárselo a una masa amorfa.

Decía en“¿Necesitamos una política para una revolución democrática?” -La verdadera refundación de la izquierda está en la persistencia de las movilizaciones populares que se auto-organizan al margen de los aparatos políticos . Lo más probable es que tras estas movilizaciones germine una política de rebelión popular que logre articular un proyecto de revolución democrática y social-

Al examinar la historia, nos damos cuenta que no hay nada de novedoso ni de revolucionario en sus propuestas. Siguiendo la moda actual, implantada por el pensamiento metafísico burgués, él atribuye al magnetismo del siglo XXI las innovaciones en la lucha social. Así, hace mas de un siglo Anton Pannekoek libraba sus batallas teóricas por imponer en el ambiente revolucionario su organización horizontal. El lejano soviet como la cercana CC.OO, uno a nivel popular y la otra en el seno de las clases trabajadoras, en sus inicios, se dotaron de formas de organizaciones autóctonas. Pero, hasta el día de la hoy la historia ha estado sujeta a las leyes de la dialéctica. El salto cualitativo de un régimen de producción a otro, se produce por la lucha de contrarios antagónicos, es decir, entre clases sociales que se repelen, como es la clase burguesa y la clase obrera. El alumbramiento de un nuevo sistema lo tiene que protagonizar la clase que niega a la que está en el poder, por consiguiente, la lucha de base se encuentra en los centros de trabajo a la que se ha de unir los movimientos populares y no lo contrario. Hoy como mañana, la producción de los bienes materiales correrán a cargo de los trabajadores. dificilmente podemos imaginar una sociedad nueva en la que los trabajadores tendrán el deber de producir, y sin embargo; los dirigentes de esa sociedad seran masas amorfas, desclasadas, que desdeñan las organizaciones que se dan los trabajadores.

El problema es que Emilio Pizocaro no se pronuncia a favor de la lucha de clases, probablemente piense que es un concepto trasnochado. Aún así, no nos explica cuales son las razones por las que la clase obrera ha dejado de ser el sujeto revolucionario y cuándo y cómo entregó el testigo a no se sabe quienes.

Pero ¿contra quién o quiénes nos propone que luchemos? En definitiva, contra la corrupción. Más ésta no se produce porque el hombre la lleve en sus genes, o por la existencia de partidos, o es debido al sistema político, la causa de la corrupción es el capitalismo, que basado en la propiedad privada sobre los medios de producción, genera desigualdades, avaricias, abusos, todas ellas manifestaciones de la CORRUPCIÓN con mayúsculas: el modo de producción burgués basado en la explotación de los trabajadores. Es un error y gravísimo luchar contra el efecto -la corrupción- y dejar intacta la causa, el sistema de producción. Algo que a la postre redundará en beneficio de la burguesía y entorpecerá el verdadero proceso revolucionario.

En efecto, no hay solución a ninguno de los problemas que plantea Pizocaro, si no se va contra las estructuras económicas capitalistas y se le opone su negación: el socialismo, de lo contrario, cualquier lavado de cara, no servirá para detener los nuevos brotes de corrupción que serán cada vez mas horrendos.


La crisis actual está sirviendo de rampa de lanzamiento a las empresas imperialistas españolas, capacitándolas para dirimir sus diferencias contra el avance de los países que componen el BRIC. La Reforma Laboral, permite al gran capital español obtener el producto barato y la capitalización necesaria para mantener mercados internacionales en peligro de perder e invadir otros nuevos. Es una lucha interimperialista, a la que no son indiferentes los pueblos de los paises imperialistas como el español.

También la crisis facilita a los ejércitos imperiales desarrollar sus capacidades militares por medio de guerras de rapiñas, que les obliga a incrementar sus mortíferos y criminales arsenales. Así como perfeccionar los métodos represivos de las policias. La Reforma Laboral, pone al descubierto la corrupción de la judicatura: despidos, desahucios... Las instituciones, mas que nunca exteriorizan su propensión clasista, hasta la corrupción más repugnante: Parlamento, ayuntantamientos...

¿A una organización de este calibre, disciplinada, capaz de utilizar la cárcel y el crimen masivo sin ningún tipo de remordimiento, pretende Pizocaro oponer resistencia y vencerlas, con la organización horizontal? Recordemos que el 15M, la supuesta organización horizontal, mas “original” de la historia del movimiento popular de nuestro país, supuso en la práctica la consagración de una nueva forma de hacer, mezcla de anarquía y burocracia. Las asambleas del 15M en muchos lugares del país, no eran democráticas, curiosamente tenían un programa antes de nacer y todas las propuestas que superaban ese programa, después de tener que plantear una gran batalla con aquellos que introducían el programa concebido y redactado por una dirección oculta, ajena a las asambleas, eran boicoteadas, se perdían en el camino entre las llamadas asambleas de base y las “asambleas” centrales. Y es que la horizontalidad y su dirección básica eventual no facilitaban ningun control por parte de los asambleistas de base.

Con este tipo de organización no vamos a vencer al capitalismo español y europeo, pues de eso se trata. Pero, Pizocaro engaña, no habla claro sobre el imperialismo, de la dependencia del sistema español al europeo y pretende llevar al pueblo, sin dirección científica al matadero y tan solo para cambiar el talante de los políticos parlamentarios.

Lo que quizas no sepa Pizocaro es que la burguesía ante la necesidad de un cambio, cree oportuno ceder ante movimientos que no atentan ni a su poder político y menos aún al económico y está dispuesta, a aceptar sobre el papel que todo lo soporta, cambios que sofoquen a las “masas horizontales”, pues este es el objetivo que éstas se plantean.

Mientras tanto, la realidad nos lleva a una clase obrera arrinconada en sus lugares de trabajo, en donde el terror la hace presa del miedo. Para comenzar una revolución seria, es de vital importancia, que la clase obrera entre en acción desde donde mas le duele al capital, en los centros de trabajo. Empero, es incuestionable, que la psicología de derrota que la abate en estos momentos, es un freno absoluto. Se impone pues, la toma de conciencia de los trabajadores del porqué de su derrota, para tomar aliento. Solo con el conocimiento de causa, con la libertad de conciencia, estarán en condiciones los trabajadores de recuperar su calidad de sujeto revolucionario.

El problema es que ni los movimientos espontáneos autoorganizados horizontalmente, están capacitados para tal misión, ni los culpables de sus desdichas, los partidos políticos parlamentarios, mal llamados de izquierdas, ni los sindicatos, tienen la fuerza moral, tampoco reflexiva para explicarles a los trabajadores, que son ellos por su traición los que les han llevado a la derrota, pura utopía, en ambos casos.

Esto será y es obra de un Partido Comunista armado con la doctrina del marxismo-leninismo, única que ha demostrado en la practica y en la teoría que el capitalismo es vencible y la única que ha tenido al régimen burgués entre las cuerdas. Y la historia que se muestra inapelable, nos enseña, que durante el periodo de quiebra del movimiento comunista, no ha habido ninguna ideología que la haya sustituido en la dirección de los procesos revolucionarios de verdad. Porque la humanidad en el capitalismo, no ha creado todavía, ni podrá hacerlo jamás, más que dos ideologías, las que representan los intereses de las dos clases principales del sistema capitalista, la clase burguesa y la clase obrera y todo lo que sea rebajar la ideología obrera significa fortalecer y defender a la idelogía burguesa.

En pos de esta realidad histórica, el PCOE, que ha conocido muy de cerca muchos de los movimientos preferidos por Pizocaro, se ha propuesto y está llevando a cabo una labor propagandista para explicar a los trabajadores las causas de su situación, a la par que acomete la labor de promover en los pueblos y barrios donde tenemos militantes, asambleas populares, al objeto de configurar el FRENTE UNICO DEL PUEBLO, que se dote de un programa revolucionario de acuerdo con las necesidades de la sociedad moderna, o sea un programa para la democracia obrera cuyo nombre científico es LA DICTADURA DEL PROLETARIADO.

 

COMISION IDEOLÓGICA DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL

jueves, 28 de marzo de 2013

Mercasevilla: la lucha sindical no es suficiente




   Digámoslo alto y claro. La lucha en el terreno de lo sindical, dentro del sistema capitalista, no es suficiente. Tras casi cuatro décadas de democracia burguesa las condiciones de vida de la clase obrera son cada vez más duras, y ante estos ataques de la burguesía la respuesta de los trabajadores se reduce a la lucha meramente sindical. A pesar de pírricas y contadas victorias de esta lucha sindical en el terreno de lo económico, la cosa sigue cuesta abajo y sin freno.

 Es posible tumbar un ERE mediante la lucha unida de los trabajadores, sin embargo esto no es suficiente. Y no es suficiente porque mientras la burguesía sea dueña del poder político y de los medios de producción puede utilizar cualquier resorte a su alcance para revertir esas pequeñas conquistas. Es decir, puede usar el poder político que le pertenece para elaborar reformas laborales, reducir los salarios, aumentar la jornada laboral, etc. con lo que lo que ganamos en la lucha sindical lo perdemos en el terreno de lo político.
 
Además esa burguesía puede usar sus propios medios de comunicación para enfrentar a los trabajadores entre sí, señalando que unos cobran más que otros, que los trabajadores de una empresa tienen mejores condiciones, con el fin de que evitemos señalar al enemigo, que es el patrón: ya sea empresario individual, consejo de accionistas o una empresa de titularidad pública.
 
La lucha sindical es necesaria, sin embargo de lo que se trata es de ampliar esa lucha y engarzarla con las luchas económicas y políticas. Tenemos que tener claro que nuestro enemigo no es sólo la empresa, sino también el Estado que es la unión de toda la clase de los capitalistas, y el propio sistema capitalista, que es el origen de todos los males que afectan a la clase obrera.
 
Vivimos en una sociedad de clases, los burgueses son dueños de los medios de producción, en este caso son dueños de Mercasevilla y otros tienen que vender su fuerza de trabajo para poder vivir, es decir, los trabajadores de Mercasevilla.
 
Es decir, en el ámbito de las relaciones de producción existen clases y capas sociales que tienen intereses antagónicos. A los capitalistas de Mercasevilla lo que les interesa es ganar cada vez más dinero, abaratando costes para acumular cada vez más ganancias. Al trabajador lo que le interesa es ganar más dinero para poder comer él y su familia, poder pagar la casa y las distintas necesidades gastos derivados de una vida digna.
 
Esto, tal como lo descubrieron Marx, Engels y Lenin es una ley científica de desarrollo del capitalismo. Es decir, no es por la maldad del empresario sino que el propio capitalismo para desarrollarse necesita abaratar la mano de obra, liberalizar servicios y destruir los puestos de trabajo que no le producen la plusvalía necesaria, es decir, hacer trabajar a menos personas, por más tiempo y con menores ingresos. Todo para que los capitalistas aumenten sus ganancias. Mientras la clase obrera no sea dueña de los medios de producción, la burguesía podrá hacer con ellos lo que le plazca, a pesar de que son los obreros los que producen esas mercancías y esa plusvalía con la que los burgueses obtienen sus ganancias.
 
La situación en Mercasevilla nos indica que son los obreros los que están pagando las consecuencias no de la avaricia de los directivos y la maldad de los políticos, sino de un modo de producción(el capitalismo) que necesita estas medidas para mantener su propia existencia. Es decir, el problema principal es que este modo de producción capitalista ya no tiene nada que aportar a la sociedad como no sea miseria, paro, corrupción, violencia, EREs, privatizaciones en beneficio de la burguesía, etc.
 
Además la burguesía ha conseguido dispersar las luchas, por tanto, la lucha de los trabajadores de Mercasevilla pasa desapercibida para muchos trabajadores de la ciudad, y las luchas, pese a ser sólo sindicales, no se unen. Ante esto el PCOE lucha por la creación de las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores(ACDT) como la unión de los comités de empresa, los delegados de personal y los trabajadores en general como la herramienta que permita unir todas las luchas. Debemos asimismo luchar contra la psicología de derrota, del miedo, dentro de las fábricas y los centros de trabajo. El obrero debe  comprender que el patrón no es omnipotente, y que mediante la lucha se puede conseguir la victoria.
 
Ahora bien, hay que definir esa lucha. La mera lucha sindical no es la solución.
 
La lucha por la conquista del poder político, para destruir ese poder que hoy se encuentra de manera absoluta en manos de la burguesía y sustituirlo por el nuevo poder, mucho más democrático, que es el poder obrero.
 
 La burguesía se ha dotado del arma con la que dominar a la clase obrera, una superestructura que emana de la misma base del modo de producción capitalista y que es el Estado, sus leyes, su judicatura, sus elementos represivos(policía, ejército) etc. Por tanto esta maquinaria siempre va a estar al servicio de los capitalistas. Es de ilusos pensar que el Estado está por encima de las clases o que sirve de árbitro en los conflictos derivados de los intereses antagónicos de los obreros y los patrones. Por tanto, la lucha también debe ser política: teniendo claro que sin la destrucción de ese estado, sin la destrucción del poder político de la burguesía, no hay lucha de clases ninguna ni es posible ningún tipo de victoria.
 
El PCOE llama a organizarse en las ACDT(Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores) como los órganos de poder obrero emanados de las fábricas y de los centros de trabajo y que en simbiosis con los órganos de decisión de los barrios obreros(Asociaciones de Vecinos), con las asambleas de estudiantes, de jornaleros, etc. conforme el Frente Único del Pueblo(FUP). Es decir, el estado obrero que mediante la dualidad de poderes confronte con el actual estado burgués(parlamento, ayuntamientos) hasta que mediante la Revolución Socialista( que no será pacífica) se ponga fin a la existencia del Estado burgués, sus instituciones, sus leyes, su policía, su ejército. Es decir: la eliminación de toda la superestructura de la sociedad burguesa.
 
 Seguidamente se instaurará un período de transición entre el capitalismo y la sociedad sin clases(la sociedad comunista) que es el período de Dictadura del Proletariado. Esto es así debido a que los antiguos explotadores opondrán la más tenaz de las resistencias a la eliminación de sus antiguos privilegios. Pero que no asuste la palabra Dictadura, pues es una Dictadura de clase y a la vez la forma más democrática de Estado que ha conocido la humanidad. Es decir la democracia para los explotados: los obreros, los trabajadores y las demás clases populares y dictadura a su vez para los explotadores: los burgueses, que son la minoría de la sociedad. Toda sociedad de clases es una dictadura de una clase sobre otra, incluso la “democracia” actual española que nos venden como el súmmum de las libertades es en realidad una dictadura de la burguesía. Porque no gobiernan los peleles que se eligen cada cuatro años, sino que esos peleles están al servicio de la burguesía y ejecutan las políticas que les dicta el capital.
 
El capitalismo lo único que ofrecen al trabajador de Mercasevilla son peores salarios, peores condiciones con la incertidumbre de que si no “traga” engrose el ejército de seis millones de parados. Es decir, no le ofrece ningún futuro. Ni al más ingenuo de debe escapársele el hecho de que todos los recortes, los “derechos” que pierden los obreros nunca se van a recuperar si no es mediante la superación del capitalismo. Porque este capitalismo, debido a sus leyes de desarrollo, necesita de esas agresiones a la clase obrera, de ese robo, que no hará sino acrecentarse con el tiempo. Nos mienten los reformistas que nos prometen cambios graduales dentro del capitalismo. Lo único que buscan es su poltrona, su cargo político, por mucho ropaje radical con el que se disfracen. Todo aquel que no le diga a los obreros, sin tapujos, que el objetivo es el socialismo y romper con el poder burgués estará engañando a los obreros y contribuyendo a alejar la conciencia de clase de los trabajadores.
 
 En resumen, la lucha no es meramente sindical sino una lucha por el poder político que pertenecerá a la clase obrera y a los sectores populares y no a un puñado de oligarcas, banqueros y empresarios que son los que actualmente ostentan todo el poder político en nuestra sociedad, por tanto todos los males de la clase obrera vienen dados por este sistema criminal llamado capitalismo en el que una clase social es dueña de todos los medios de producción. Esta situación es así haya o no crisis, haya o no “bonanza” económica entre comillas, porque la explotación capitalista existirá siempre que exista el capitalismo en cualquiera de sus formas.
 
 Urge a la clase obrera organizarse para un fin muy sencillo: la toma del poder político, la cual no se producirá mediante el depósito de una papeleta en una urna electoral sino mediante la revolución. Una revolución que ponga el poder en manos del pueblo, en manos de los que verdaderamente producen la riqueza y que son los que hacen que esta sociedad funcione.
 
 El fin es el poder obrero y el socialismo, el único sistema económico que tiene como misión satisfacer las necesidades del pueblo. En el capitalismo, y más tal y como se desarrolla negativamente, estas opciones son quimeras. Por ello llamamos a los obreros a empezar a organizarse y luchar conjuntamente con el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL, como herramienta que ayudará a vencer al capitalismo. No queremos poltronas, ni cargos, simplemente queremos acabar con el capitalismo y construir una sociedad mejor. En las manos de la clase obrera está el transformar esta realidad.
 
            ¡SI, SE PUEDE, EN EL SOCIALISMO-COMUNISMO!
 


 

martes, 26 de marzo de 2013

Charla Coloquio: "Ante la gran derrota de la clase obrera"



        

                                                           SÁBADO 6 DE ABRIL

                                                                  10:30 HORAS

                                            CENTRO CÍVICO HOGAR SAN FERNANDO

                             C/DON FADRIQUE 57 (JUNTO A PARLAMENTO ANDALUZ) 

                                     Organiza:Célula José Stalin del PCOE de Sevilla


                                                             Texto de introducción:

Digámoslo alto y claro, sin tapujos. La situación actual es de una gran derrota histórica para la clase obrera en todos los sentidos. Seis millones de parados y aumentando, desaparición total de todas las migajas que la burguesía tuvo que ceder a los trabajadores en forma de concesiones(el mal llamado estado del bienestar), salarios de hambre y miseria, para crónico, desahucios, suicidios, psicología del miedo en los centros de trabajo, tendencia a la reacción, hegemonía ideológica burguesa… podríamos llenar enciclopedias con la negativa situación actual de la clase obrera en España.  

Pero daremos algunas cifras que nos muestran como la democracia burguesa y sus partidos, títeres del Capital, desarrollan la labor de que el rico sea cada vez más rico a costa del incremento de la pobreza y del número de pobres.  

El periódico reaccionario El Mundo señalaba el pasado 22 de diciembre que “los adinerados españoles son un 8,4% más ricos que en 2011; las 100 mayores fortunas de la Bolsa suman 78.518 millones de euros, un 24% más y los 10 primeros de la lista acaparan el 75% del dinero en el parqué”.

 “En apenas doce meses, el patrimonio del patrón de Inditex en Bolsa ha crecido un 64% (39.150 millones), y si se le añaden las decenas de edificios que posee, se eleva a los 43.000 millones. Su fortuna equivale a la suma de los 99 restantes ricos de la Bolsa (…) 

El fundador de Mercadona y su esposa, Hortensia Herrero, encabezan la relación de las fortunas que no cotizan en Bolsa, con más de 6.000 millones de euros(…)

En España hay 2.977 sicavs, que en septiembre sumaban 22.871 millones de euros, un dinero que solo produce más dinero para sus propietarios.” 

 “Los 100 personajes más ricos del planeta ganaron 241.000 millones de dólares en 2012, lo que equivale a 183.000 millones de euros. ¿Qué representa esta cifra? Pues más de lo que España gasta en pensiones, desempleo, sanidad y prestaciones sociales en un año” 

Mientras PP   y PSOE han realizado leyes con las que los monopolios pagan, a lo sumo, el 1,74% de impuestos; mediante las fórmulas de Empresa patrimonal o de SICAV, que a lo sumo pagan el 1%, han hecho leyes para que los obreros paguen impuestos hasta por respirar. Un ejemplo de lo que hablamos es el de Emilio Botín, Presidente del Banco Santander, participa con los 250 millones € invertidos en la SICAV Cartera Inmobiliaria, donde ganó 25 millones de € en 2009, por los que pagó solo 144.000 en impuestos (no llegó ni al 1% establecido por la ley). 

Y mientras los ricos son cada día más ricos gracias a la democracia burguesa y las  leyes realizadas por sus partidos e instituciones, las leyes realizadas contra los obreros llevan a los trabajadores a la siguiente realidad: 

·        Seis millones de parados.

·        Una tasa de paro juvenil del 56,6%.

·        Recortes en sanidad y educación.

·        Reducción de la prestación por desempleo.

·        Un millón 800 mil hogares obreros sin ingreso alguno.

·        Según la farmacéutica Pfizer, el 40% de los españoles sufre estress y ansiedad. Según la farmacéutica IMHealth en España ha crecido el consumo de ansiolíticos en el último un 10% pasando de 30 a 33 millones de unidades al año. El coste anual a la salud pública por depresión se sitúa en 745 millones de euros.

·        En España se suicidan 3.285 trabajadores por año, 9 cada día, y lo intentan 87.600, o lo que es lo mismo 240 al día.

·        Inmolación de trabajadores que les van a desahuciar.

·        180.000 desahucios en 2012, a razón de 494 diarios.

·        El  30,6% de menores de edad están expuestos a riesgo de pobreza extrema y de exclusión social en España.

·        Pensionazo que hace que se incremente la edad de jubilación y disminuyan las pensiones.

·        Uno de cada tres ancianos mantiene a sus hijos con sus pensiones.

·        Pensiones de miseria: La pensión media del sistema está en 784,64 euros/mes.  El 29% de las pensiones están por debajo de los 600 euros/mes, y el 81,86% de las jubilaciones están por debajo de los 1.000 euros/mes.

·        Tasa de pobreza del 21,8% de la población en España.

Como se puede comprobar, la democracia burguesa lleva a los trabajadores a la muerte. A esto habría que añadirle las reformas laborales realizadas por los sucesivos gobiernos socialistas y populares que ha significado una fórmula para abaratar el despido y potenciarlo, en los 8 primeros meses de la Reforma Laboral subieron los EREs en torno al 70%, de tal modo que se facilite al empresario una bajada de salarios real, despidiendo a los trabajadores con un salario digno a precio de saldo e instaurando el salario mínimo, como consecuencia de la posibilidad del descuelgue y de la caducidad de la ultraactividad de los convenios colectivos, que llevarán a los trabajadores a unas condiciones laborales tercermundistas.  

 Y a pesar de ello, no existe un clima que nos haga pensar que la situación va a cambiar. Esto sin lugar a dudas, no tiene otro calificativo que el de derrota, y una derrota muy grave. 

Los comunistas, como organización armada con la teoría de vanguardia del socialismo científico, no somos derrotistas ni caemos en divagaciones metafísicas y anticientíficas pues sabemos que más tarde o más temprano el capitalismo caerá, por las leyes científicas del desarrollo social y de la revolución. Sin embargo esa caída no se producirá espontáneamente. Sin embargo, para ayudar en este proceso de caída del capitalismo no podemos cerrar los ojos. No podemos caer en análisis subjetivos y acientíficos y debemos señalar, duela o no, cual es la situación real de la clase obrera en cada momento. Y la situación actual es la gran derrota de la clase obrera, y la gran victoria de la burguesía, de los capitalistas. Por tanto, para revertir esta situación, urge conocer las causas que la han producido y cuales son los agentes que han ayudado a ello, para poner fin a esta situación de derrota. 
 
Varias son las causas principales, cuya ligazón dialéctica es evidente: la ausencia del Partido Comunista, la dispersión de las luchas, el economicismo de estas luchas y el papel del reformismo. La concatenación de este proceso con la crisis capitalista ha llevado a esta gran derrota, cuando debería haber una poderosa fuerza contestataria aún solamente espontánea, pero debería existir. Y sin embargo, las respuestas son cuantitativamente nimias. Y precisamente son estos factores principales que hemos señalado los que nos han llevado a esta situación. 

-El mundo en que vivimos: el capitalismo.

Pero primero debemos entender el mundo en que nos encontramos: el sistema capitalista. Vivimos en una sociedad de clases, unos son dueños de los medios de producción(fábricas, tierras, comercios, bancos) y otros tienen que vender su fuerza de trabajo para poder vivir(obreros, jornaleros, etc.).Es decir, en la sociedad existen clases y capas sociales que tienen intereses antagónicos. Al dueño de los medios de producción(empresario, emprendedor, sea individual o un grupo de accionistas) lo que le interesa es ganar cada vez más dinero y vender más barato para eliminar a la competencia. Al trabajador lo que le interesa es ganar más dinero para poder comer él y su familia, poder pagar la casa y otros gastos derivados de una vida digna. 

Como decimos, ambos intereses lógicamente están enfrentados. Los capitalistas quieren vender más barato para eliminar a la competencia. Para ello, tienen dos opciones:  no dudarán en llevarse la producción allá donde les salga más barata y donde puedan sacar mayor rendimiento económico del trabajo de los obreros(plusvalía). Es decir, deslocalizan la producción, se la llevan a países del llamado Tercer Mundo donde obtienen mayores ganancias debido a la situación de semi-esclavitud de nuestros hermanos obreros en esos países, a los que estos capitalistas pagan salarios aún más bajos que los sueldos que reciben los trabajadores en España. 

Esto, tal como lo descubrieron Marx, Engels y Lenin es una ley científica de desarrollo del capitalismo. Es decir, no es por la maldad del empresario individual sino que el propio capitalismo para desarrollarse necesita cerrar fábricas, centros de trabajo y destruir los puestos de trabajo que no le producen la plusvalía necesaria, trasladando la producción a países donde  obtienen pingües ganancias explotando la mano de obra nativa.

Es decir, la burguesía exporta capitales que producen los obreros, roba la riqueza que producen los obreros y mediante esta exportación de capitales adquieren empresas, fábricas, centro de trabajo en el extranjero para enriquecerse. Evidentemente, los obreros a los que se les ha robado el producto de su fuerza de trabajo, a pesar de financiar estas aventuras del capital transnacional, no ven un duro en todo este proceso. Todo esto a pesar de que la burguesía cacaree de la implantación internacional del capital español, que según ellos beneficia al país; sin embargo en una sociedad de clases a quién realmente beneficia es a la clase dominante, a la burguesía.
 

El segundo modo que tiene la burguesía de aumentar sus beneficios es aumentar la jornada laboral, reducir los salarios y reducir el tiempo de trabajo necesario para producir una mercancía. Es decir, harán trabajar más a los obreros de las fábricas o los centros de trabajo para obtener mayores ganancias.  

Mientras la clase obrera no sea dueña de los medios de producción, la burguesía podrá hacer con ellos lo que le plazca, a pesar de que son los obreros los que producen esas mercancías y esa plusvalía con la que los burgueses obtienen sus ganancias.

Pero toda esta situación no es sostenible, y ahí viene una de las contradicciones principales del capitalismo. Conforme avanza la técnica, el obrero produce más mercancía en menor tiempo. Asimismo, debido a la anarquía de la producción en el capitalismo, se produce sin ninguna planificación y llega un momento en el que tenemos más mercancías de las que la sociedad puede consumir. Al mismo tiempo, los avances técnicos hacen que cada vez haya mayores cantidades de obreros sobrantes, que pierden su empleo. Esto hace que grandes masas de la sociedad no tengan fuente de ingresos, o que los vean mermados, lo que produce a su vez que no puedan acceder a las mercancías producidas. Esto, que hemos explicado en lenguaje sencillo es la crisis de sobreproducción del capitalismo, o la crisis como vulgarmente se la conoce. Siempre han existido, y existirán mientras haya capitalismo. 

Esta crisis es una crisis sistémica del capitalismo en España, una crisis con diferentes crestas que surge en los años noventa por el derrumbe de los modelos productivos japoneses y estadounidenses; para lo cual la burguesía ideó el adelanto del crédito, de un dinero que no existía y que no había sido producido, con el fin de remontar la situación. Vimos como los créditos se concedían a cualquiera que los pidiese, y como la burguesía animaba y adoctrinaba en el consumo masivo e irreflexivo. No vivimos por encima de nuestras posibilidades, ellos nos hicieron vivir así pues sino el capitalismo hubiera quebrado mucho antes. 

Como resultado de la venida de la crisis actual, las entidades más afectadas fueron aquellas que concedían los créditos a cascoporro, es decir, los bancos. Estos quebraron y la burguesía debió rescatarlos con dinero público, es decir, con el dinero de los obreros rescataron a las empresas privadas por excelencia, los bancos. Por tanto la siguiente “salida” a la crisis capitalista que intenta la burguesía ya no puede ser el adelanto del crédito, del dinero fantasma, sino que debe buscar sus propias alternativas para remontar la crisis.   

A esto se añada que, por el desarrollo desigual del capitalismo, empiezan a aparecer países emergentes( nuevos imperios), los llamados países BRIC(Brasil, Rusia, India, China). Como decimos, la teoría leninista del desarrollo desigual nos enseña que los países capitalistas avanzan a saltos, y que quien antes estaba arriba puede caer y quién estaba abajo puede desarrollarse y ocupar el lugar de aquel que cayó. Por tanto, mientras la Unión Europea y el capitalismo occidental se desmorona, estos BRIC empiezan a ocupar su lugar como lo demuestra que China sea uno de los mayores compradores de deuda al Estado Español así como el hecho de su progresiva y masiva implantación en Sudamérica y África, anteriormente cotos privados del capital europeo. 

Por tanto para el capital europeo, y por tanto para el español que es en el que vamos a centrarnos, se plantea un dilema: ¿Cómo remontar la crisis?, ¿Cómo restaurar la tasa de ganancia que permite la acumulación capitalista?, ¿Cómo recomponer el ciclo de reproducción ampliada del capital? La burguesía históricamente tiene una respuesta a esta pregunta: buscando una mercancía cuyo valor produzca el excedente  necesario al capitalista. Esta mercancía la denominamos capital variable y es la fuerza de trabajo. La clave de todo esto es la plusvalía, el valor no remunerado que el obrero crea al capitalista.   

Esto, que en lenguaje marxista puede parecer un galimatías a primera vista, es más sencillo de lo que parece. Significa que el empresario necesita robar más a los trabajadores, porque de este robo(plusvalía) obtiene las ganancias que le permiten recomponer su tasa de ganancia, y con la recomposición de la tasa de ganancia el burgués español puede volver a la arena internacional con renovadas fuerzas para combatir a otros capitalistas extranjeros. Es decir, el robo al obrero en mayor escala, y en esta crisis se está viendo una escala inaudita, es la estrategia del burgués(empresario-emprendedor) para no perecer ante las acometidas de otros capitalistas. 
De ahí que sean necesarias para el capitalismo español medidas como la reforma laboral, la reducción de los salarios, el aumento de la jornada de trabajo, la privatización de la economía pública, las ayudas a las empresas por parte del estado de los capitalistas, el aumento de la inflación, etc. Son medidas destinadas a intentar sacar de la UVI a ese capitalismo español en fase decadente, moribundo. Y son los obreros los que están pagando las consecuencias no de la avaricia de los banqueros y la maldad de los políticos, sino de un modo de producción(el capitalismo) que necesita estas medidas para mantener su propia existencia. Es decir, el problema principal es que este modo de producción capitalista ya no tiene nada que aportar a la sociedad como no sea miseria, paro, corrupción, violencia, y en último instante: la guerra. Porque todos estos países emergentes y los que intentan no caer tiene intereses contrapuestos y chocan. Esta lucha por el reparto de los mercados, para obtener mayores ganancias, es lo que conduce al coque entre los imperios que ya no pueden resolver sus contradicciones en el terreno de la política formal. Para ello deben recurrir a la guerra, la continuación de la política por otros medios. Tenemos la experiencia de dos guerras mundiales entre imperios para el reparto de los mercados. En España, país imperialista insertado en la Unión Europea que es el bloque imperialista de todos los Estados capitalista europeos, la burguesía ha emprendido una feroz rapiña contra la clase obrera, para arrebatarle todo. Tiene como finalidad “salvar” al capitalismo español que pierde posiciones dentro de la UE y dentro de la propia cadena imperialista mundial. De ahí que los burgueses españoles necesiten robar a los obreros cada vez más. 

Debemos señalar asimismo un par de rasgos que definen al capitalismo, el primero es que el capitalismo tiende a la concentración de capitales. Las grandes empresas vencen a las pequeñas ante la imposibilidad de competir con estas en el terreno de la libre competencia. La tienda de ultramarinos del barrio no puede ofrecer los mismos precios que la gran superficie de turno, puesto que esta última obtiene mejores precios de los proveedores debido a su volumen y por ende le permite bajar los precios. Bajada que se produce hasta que se elimina la competencia de la pequeña empresa, y es cuando la gran superficie artificialmente vuelve a elevar los precios ante la ausencia de competencia.  

El segundo rasgo es la anarquía de la producción la cual solo trae miseria y empobrecimiento a la clase obrera y al conjunto de los trabajadores. Ante ello, los comunistas luchamos por la única alternativa válida y demostrada a este sinsentido capitalista: una economía planificada científicamente y centralizada, que tenga como fin no el lucro sino la satisfacción de las necesidades de la clase obrera. Una economía planificada donde se racionalicen los recursos, frente al despilfarro banal de los capitalistas. Una economía planificada que garantiza el pleno empleo, la educación, la sanidad, el acceso a la cultura y a una vida digna para las grandes masas obreras. Una sociedad sin patrones ni explotados, una sociedad donde el poder emana de los centros de trabajo, de las fábricas, de las uniones de campesinos y jornaleros.   

FACTORES DE LA DERROTA


Por tanto tenemos la explicación histórica y científica de las crisis en el capitalismo. ¿Pero, a pesar de esta crisis, porqué la clase obrera sigue sin reaccionar? Volvemos pues a los puntos señalados anteriormente. 

-La dispersión de las luchas: 

En primer lugar hemos de señalar la dispersión de las luchas. La burguesía ha conseguido su objetivo de desunir a la clase obrera, ha conseguido que la clase obrera no actúe unida sino en base a luchas concretas y parciales. Ha conseguido que en un mismo polígono industrial se den a la vez varias luchas, pero todas inconexas entre sí e incluso no tienen constancia unas de otras, por increíble que pueda parecer. Ha conseguido que los trabajadores no luchen como clase, sino que encima se enfrenten unos a otros como si de gremios se tratase. Es decir, a las luchas parciales y dispersas que se dan actualmente es mucho más fácil vencerlas por separado que si fuesen luchas conectadas en un todo. Ante un enemigo poderoso y organizado, dividir las fuerzas no sólo es un error táctico sino un crimen. Ante esto el PCOE lucha por la creación de las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores(ACDT) como la unión de los comités de empresa, los delegados de personal y los trabajadores en general como la herramienta que permita unir todas las luchas. 

-El economicismo: 

Ahora bien, y aquí señalamos la segunda de las causas que nos han llevado a esta gran derrota, estas luchas no se pueden unir desde una perspectiva meramente económica. El economicismo es una desviación y sólo conduce a nuevas derrotas. Tenemos que comprender que nos enfrentamos a todo un sistema, el capitalismo, que como hemos visto es el causante de todos los males de la clase obrera debido al lugar que esta ocupa dentro de las relaciones de producción. Debemos comprender que no nos enfrentamos a una lucha por un convenio, ni por mejores salarios solamente sino que nos enfrentamos a una lucha política contra la clase antagónica, la burguesía, y contra el instrumento que usa dicha burguesía para dominarnos, que es el Estado.

Hay que decir que el desarrollo del movimiento obrero no debe circunscribirse a la lucha por las reivindicaciones económicas únicamente. El objetivo que tiene que tener claro el movimiento obrero no son estas reivindicaciones en sí, sino que son un medio para alcanzar dicho objetivo y que siempre deben ir ligadas a las luchas políticas e ideológicas. 

La respuesta hasta ahora ha sido la mera lucha sindical. ¿Pero eso es suficiente?. No, como hemos explicado, el problema es del sistema  y no un conflicto económico puntual. Por tanto toda lucha que no englobe todos los aspectos de la lucha contra el capitalismo: en lo económico, en lo ideológico o en lo político está condenada al fracaso. Incluso una victoria parcial en una lucha económica puede ser revertida fácilmente por la burguesía: ellos elaboran las leyes del marco laboral y lo que ganemos por un lado, pueden hacérnoslo perder fácilmente por el otro.  

Además, la lucha espontánea y alejada del socialismo científico no crea la conciencia de clase. Sirve para crear ese embrión, pero los obreros por medio de la lucha espontánea y economicista nunca van a llegar a la conclusión de que se debe derribar el capitalismo si lo que de verdad queremos es acabar con la esclavitud asalariada. Es necesario que estas luchas espontáneas se doten del arma que les permita vencer no sólo a un capitalista o a una empresa concreta, sino a la unión de toda la clase de los capitalistas y al instrumento de opresión y dominación sobre los obreros que es el Estado.  

La lucha nos enseña que la victoria completa sólo puede ser alcanzada cuando toda la clase obrera se lance contra su enemigo; como una fuerza unida, poderosa y organizada. Y es esta misma lucha la que muestra a los obreros que además de tener a su enemigo directo en los centros de producción -el capitalista- tienen otro si todavía más nocivo: la fuerza organizada de toda la clase burguesa -es decir, el Estado capitalista- con su ejército, sus tribunales, su policía, sus cárceles, etc. Hasta en la más democrática de las repúblicas burguesas el menor intento de los obreros de mejorar su situación choca con el poder burgués, incluso allí dónde como decimos existen unos teóricos y formales derechos que no pasan de eso: de ser formales y no reales para la clase obrera y sí para la clase de los explotadores, se entiende.

¿Y qué es la lucha ideológica? Abarca varias facetas: la lucha contra la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero(revisionismo), contra la concepción burguesa del mundo, contra la ideología en que la burguesía intenta adoctrinar a los obreros. Es decir, la burguesía siempre pretende presentarnos el capitalismo como algo inmutable, que nada puede cambiar, que todo va a seguir igual y que es inútil la lucha. Los comunistas sabemos, y el materialismo dialéctico nos lo confirma que nada es inmutable, que todo está en cambio constante, que el capitalismo no sólo no es eterno sino que nació en una época determinada por parte de una clase social determinada y que antes de él existieron otros modos de producción.  

La clase obrera nace de las entrañas del capitalismo, por tanto es ideología burguesa lo que mama desde la cuna, es la ideología que le rodea y en la que le adoctrinan. No hay nada más normal que un obrero a favor del empresario(un obrero de “derechas”, como lo llamarían los reformistas) y comprender esto es vital para batallar entre nuestros hermanos de clase. Debemos pues romper esa coraza burguesa, esa ideología burguesa, si es que queremos que los obreros empiecen a cuestionarse la dominación del patrón y el sistema capitalista en sí.   

Esta ideología burguesa se transmite por todos los canales, destacando en ellos los medios de comunicación masiva. Así no es difícil encontrarnos con que los media son los primeros en difamar y criminalizar la protesta, aunque sea de carácter exclusivamente económico, porque es la función que tienen dentro del capitalismo. Los media pertenecen a la burguesía y difunden la ideología de esta clase social. Por tanto, renunciar a la lucha ideológica es poner en bandeja de plata la victoria de los capitalistas, incluso en luchas económicas y parciales como esta que comentamos.  

Asimismo hay que combatir todas aquellas tendencias que niegan el carácter de clase del estado, que niegan que este sea un arma de dominación al servicio de los intereses de la burguesía, que optan por la conciliación de clases, que nos dicen que no hace falta la lucha por el poder político sino que la simple lucha económica es todo lo más que nos hace falta.

Además hemos de tener claro que el obrero en sí no tiene conciencia de clase. Es decir no comprende su papel histórico como sujeto de cambio en la sociedad ni se plantea que para acabar con su situación deba ser necesario acabar con el capitalismo. La lucha ideológica nos permite vences los rasgos burgueses del obrero, educándolo revolucionariamente para que empiece a ser clase para sí.

Debemos asimismo luchar contra la psicología de derrota dentro de las fábricas y los centros de trabajo. Debemos enseñar a los obreros a que el patrón no es omnipotente, debemos enseñarles la alternativa que les permita vencer ese miedo constante instalado en su psicología. Este miedo sólo se podrá empezar a vencer cuando le enseñemos que la alternativa científica, válida y necesaria al capitalismo es el socialismo y las maneras de llegar a él. 

Mientras vivamos en una sociedad de clases, la clase dominante difunde su ideología, con el fin de adoctrinar a los obreros y “convencerles” de que el capitalismo es el único modo de producción viable, que es eterno y que el socialismo es algo caduco, que no tiene razón de ser “en las modernas sociedades del siglo XXI”.  

Metafísica burguesa pura. Las leyes del desarrollo y del movimiento de la sociedad nos enseñan que nada es eterno, puesto que el mismo capitalismo no existe desde el albor de los tiempos. Ese capitalismo sucedió al modo de producción feudal; era más avanzado que este último y la clase social que instauró el capitalismo, la burguesía, realizó en su época las revoluciones pertinentes para poner fin al feudalismo. Ese proceso no estuvo falto de derrotas, de vueltas hacia atrás, hasta que la burguesía logró imponerse al feudalismo.  

También nos dicen que el socialismo está caduco, que fracasó. Las experiencias socialistas del siglo XX dejaron de existir en un momento determinado, no por la superioridad del capitalismo, sino por los propios fallos internos y la desviación revisionista. Esta vuelta atrás no quiere decir que la lucha por el socialismo no tenga validez hoy en día, pues la superación del capitalismo en su fase imperialista, en su fase de descomposición, se hace más necesaria que nunca. Las fuerzas productivas han llegado a tal grado de desarrollo que chocan contra las relaciones de producción existentes, por tanto, el capitalismo ya no tiene nada avanzado ni progresivo que ofrecer. No hace falta más que mirar el aterrador panorama que azota a la clase obrera del siglo XXI: millones de parados, desahucios, paro crónico, miseria, hambre, etc. No hablamos de la República Centroafricana, sino de España, una de esas sociedades que nos venden los burgueses como “modernas, desarrolladas y donde los conflictos de clase han pasado a mejor vida”.   

Estos absurdos argumentos burgueses denotan una falta de contacto con la realidad que no es espontánea, sino que obedece a un fin. La burguesía sabe que la clase obrera es su sepulturera e intenta dar batalla ideológica contra el que sabe su enemigo mortal: el socialismo científico. Los burgueses saben que la única manera de poner fin al capitalismo es mediante la revolución socialista, y la historia les ha demostrado la validez y éxito de dichas revoluciones. Así, por ejemplo, la experiencia de construcción socialista en la URSS durante los años 30, 40 y 50 del siglo pasado supuso un punto de inflexión donde el capitalismo realmente temió por su existencia, donde se enfrentaba a un enemigo que le superaba en los campos de la economía, lo ideológico, lo político, lo militar, lo científico, etc.  

Para ellos es vital difamar y echar tierra sobre ese período exitoso de construcción socialista, porque sabe que si los obreros vuelven a fundirse con la ideología proletaria y el Partido Comunista vuelve a convertirse en la fuerza proletaria hegemónica, su fin está más cerca que nunca.  

Entremos ahora en el terreno de la lucha política. La lucha por la conquista del poder político, para destruir ese poder que hoy se encuentra de manera absoluta en manos de la burguesía y sustituirlo por el nuevo poder, mucho más democrático, que es el poder obrero.  

La burguesía se ha dotado del arma con la que dominar a la clase obrera, una superestructura que emana de la misma base del modo de producción capitalista y que es el Estado, sus leyes, su judicatura, sus elementos represivos(policía, ejército) etc. Por tanto esta maquinaria siempre va a estar al servicio de los capitalistas. Es de ilusos pensar que el Estado está por encima de las clases o que sirve de árbitro en los conflictos derivados de los intereses antagónicos de los obreros y los patrones. Por tanto, la lucha también debe ser política: teniendo claro que sin la destrucción de ese estado, sin la destrucción del poder político de la burguesía, no hay lucha de clases ninguna ni es posible ningún tipo de victoria. 

El Partido Comunista Obrero Español, como organización obrera armada con la teoría de vanguardia del marxismo-leninismo tiene una táctica de masas clara para esta lucha. La historia de 150 años de movimiento obrero nos enseña que únicamente cuando la clase obrera marcha del lado de su partido, el Partido Comunista, se producen avances en el terreno de la lucha de clases. Porque en cada batalla hace falta un Estado Mayor armado de la ciencia de vanguardia, que sepa analizar la realidad y preveer el resultado de la lucha de clases, y que sepa pedagógicamente difundir el socialismo científico entre amplios sectores de nuestra clase.  

El PCOE llama a organizarse en las ACDT(Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores) como los órganos de poder obrero emanados de las fábricas y de los centros de trabajo y que en simbiosis con los órganos de decisión de los barrios obreros(Asociaciones de Vecinos), con las asambleas de estudiantes, de jornaleros, etc. conforme el Frente Único del Pueblo(FUP). Es decir, el estado obrero que mediante la dualidad de poderes confronte con el actual estado burgués(parlamento, ayuntamientos) hasta que mediante la Revolución Socialista( que no será pacífica) se ponga fin a la existencia del Estado burgués, sus instituciones, sus leyes, su policía, su ejército. Es decir: la eliminación de toda la superestructura de la sociedad burguesa.  

Seguidamente se instaurará un período de transición entre el capitalismo y la sociedad sin clases(la sociedad comunista) que es el período de Dictadura del Proletariado. Esto es así debido a que los antiguos explotadores opondrán la más tenaz de las resistencias a la eliminación de sus antiguos privilegios. Pero que no asuste la palabra Dictadura, pues es una Dictadura de clase y a la vez la forma más democrática de Estado que ha conocido la humanidad. Es decir la democracia para los explotados: los obreros, los trabajadores y las demás clases populares y dictadura a su vez para los explotadores: los burgueses, que son la minoría de la sociedad. Toda sociedad de clases es una dictadura de una clase sobre otra, incluso la “democracia” actual española que nos venden como el súmmum de las libertades es en realidad una dictadura de la burguesía. Porque no gobiernan los peleles que se eligen cada cuatro años, sino que esos peleles están al servicio de la burguesía y ejecutan las políticas que les dicta el capital. Incluso movimientos tan poco sospechosos de comunistas como el 15-M lo señalan: “no hay democracia si gobiernan los mercados”, lo cual que están diciéndonos que los que realmente gobiernan son los mercados. Y aunque ellos no lo sepan y usen un eufemismo, a lo que llaman mercados se ha denominado siempre burguesía. Es decir: un movimiento interclasista señala el carácter de clase y dictatorial del modo de producción capitalista.  

Es la lucha en la que nos encontramos y en la que no caben medias tintas. Es hora de elegir entre el proletariado o la burguesía. Estos últimos lo único que ofrecen al trabajador es miseria y paro crónicos y un futuro sin esperanza. Ni al más ingenuo de los obreros debe escapársele el hecho de que todos los recortes, los “derechos” que pierden los obreros nunca se van a recuperar si no es mediante la superación del capitalismo. Porque este capitalismo, debido a sus leyes de desarrollo, necesita de esas agresiones a la clase obrera, de ese robo, que no hará sino acrecentarse con el tiempo. Nos mienten los reformistas que nos prometen cambios graduales dentro del capitalismo. Lo único que buscan es su poltrona, su cargo político, por mucho ropaje radical con el que se disfracen. Todo aquel que no le diga a los obreros, sin tapujos, que el objetivo es el socialismo y romper con el poder burgués estará engañando a los obreros y contribuyendo a alejar la conciencia de clase de los trabajadores. 

En resumen, el poder político de la sociedad socialista pertenecerá a la clase obrera y a los sectores populares y no a un puñado de oligarcas, banqueros y empresarios que son los que actualmente ostentan todo el poder político en nuestra sociedad. 

Debemos aclarar también que la situación actual no es un problema de políticos corruptos, pues por esencia todos los políticos del sistema burgués lo son, ni de coches oficiales, ni de existencia de Comunidades Autónomas. Porque a fin de cuentas, estos parlamentos, estos políticos no tienen el poder real sino que son los títeres, los instrumentos por medio de los cuales la burguesía mantiene su poder de clase. Porque quien tiene el poder económico controla el poder político, por tanto todos los males de la clase obrera vienen dados por este sistema criminal llamado capitalismo en el que una clase social es dueña de todos los medios de producción. Esta situación es así haya o no crisis, haya o no “bonanza” económica entre comillas, porque la explotación capitalista existirá siempre que exista el capitalismo en cualquiera de sus formas. 

Urge a la clase obrera organizarse para un fin muy sencillo: la toma del poder político, la cual no se producirá mediante el depósito de una papeleta en una urna electoral sino mediante la revolución. Una revolución que ponga el poder en manos del pueblo, en manos de los que verdaderamente producen la riqueza y que son los que hacen que esta sociedad funcione.

El fin es el poder obrero y el socialismo, el único sistema económico que tiene como misión satisfacer las necesidades del pueblo. En el capitalismo, y más tal y como se desarrolla negativamente, estas opciones son quimeras. 

-El reformismo: 

El siguiente factor fundamental es el papel del reformismo, y señalaremos a los sindicatos oficiales y a todos los partidos, algunos autodenominados incluso comunistas, que prometen reformas o “salidas a la crisis” dentro del capitalismo:el capitalismo de rostro humano, como venimos diciendo, la denominada lucha economicista, la lucha espontánea, la negación del carácter dirigente del Partido, la negación de la toma del poder político como necesidad y muchas otras negaciones que tratan de convencer a los obreros de que hay una salida “por la izquierda” dentro del capitalismo. 

Algunos elementos, obsesionados por la lucha económica, por la lucha por una mejora parcial de la situación de los obreros están dispuestos a seguir en esa línea y a seguir sin plantearse el objetivo del socialismo y de la dictadura del proletariado.
Sobre ellos, puede decirse que hacen suya aquella frase de los bernsteinianos “el movimiento lo es todo, el objetivo final nada”.No les interesa en absoluto para qué lucha la clase obrera; para ellos lo esencial es la lucha en sí. En lugar de dirigir el movimiento espontáneo, de inculcar a las masas los ideales comunistas y orientarlas hacia nuestro objetivo final(el socialismo) se convierten en un instrumento ciego del propio movimiento, limitándose a exponer las necesidades y exigencias de que tienen conciencia las masas en ese momento.

Estos individuos se muestran incapaces de explicar a las masas el objetivo final, el socialismo y la dictadura del proletariado; y lo que es más lamentable es que consideran estos términos como algo inútil o incluso perjudicial. Para ellos los obreros son como niños pequeños, a los que temen asustar con este tipo de ideas. Es más, muchos de ellos mantienen incluso que para llegar al socialismo no hace falta ninguna lucha revolucionaria. Para ellos la única lucha “revolucionaria” son las huelgas, los sindicatos “alternativos”, las pequeñas cooperativas de consumo y producción, la banca ética, etc.
Ellos rechazan la doctrina de que mientras el poder político no pase a manos de la clase obrera(dictadura del proletariado) es imposible el cambio de régimen, es imposible la emancipación completa de la clase obrera.

Ellos conciben unas alternativas que caben muy bien dentro del régimen vigente y que no es necesario más que un capitalismo de rostro humano, una democracia “participativa”(sin definir el carácter de clase de toda democracia),un Estado que está por encima de las clases; el cual, en su opinión, debe actuar de intercesor en los conflictos de clase…Declaran además que las libertades dentro de la democracia burguesa no son incompatibles con el capitalismo, razón por la cual para ellos sobra la lucha política por el socialismo, pues para alcanzar estas metas es suficiente únicamente la lucha económica.

Les basta con que las huelgas, las manifestaciones y las acciones espontáneas se produzcan con más frecuencia, sin elevarlas a luchas políticas. En definitiva, no superan el espontaneismo, ni se plantean que el único objetivo donde la clase obrera realmente se emancipará es el socialismo.

Así que nos tratan de convencer de que el socialismo está caduco y que hay que centrarse en las luchas económicas. Se centran únicamente en el trabajo en esta u otra localidad, en este u otro sector sin plantearse que el único camino es la unidad de todas esas luchas, de todos los sectores, elevados a luchas políticas que superen los estrechos márgenes del economicismo. Seguramente muchos lectores piensen que esos adoradores del movimiento espontáneo prestan al menos una gran ayuda al movimiento y a la lucha de clases. Pero esto también es un error.

La historia nos demuestra que este tipo de estrategias, que no son nuevas precisamente, tras un brillante comienzo y un crecimiento exponencial se tornan más tarde en un caminar a ciegas, probando esto y lo otro bajo la fórmula ensayo-error hasta que por último el movimiento se detiene. Esto no es de extrañar, toda lucha espontánea y economicista choca inevitablemente contra la muralla del poder burgués, del Estado burgués, esa maquinaria que ellos no se plantean tomar y extinguir.

Las huelgas, las marchas y las acciones que se suceden impulsadas por los economicistas y reformistas mueren asfixiadas ante la cruda realidad, que es que mientras la burguesía ostente el poder político puede decir no a todo, y no conceder siquiera migajas. Lo estamos viendo a día de hoy, con la liquidación del mal llamado Estado del Bienestar.

Y ante este fracaso previsible y demostrado múltiples veces en 150 años de historia del movimiento obrero, se produce la frustración, la desesperanza, el desencanto, la impotencia. Es decir, lo que viene ocurriendo en este país desde hace décadas con todos estos movimientos que buscan la cuadratura del círculo, la eterna alternativa al socialismo y a la dictadura del proletariado. Y siguen sin hallarla, y siguen las frustraciones tras el siguiente fracaso de la nueva teoría revolucionaria que enterrará al socialismo: desde Cohn Bendit a los Foros Sociales pasando por nuevas y mesiánicas figuras mediáticas. Fracaso tras fracaso.

La alternativa revolucionaria a estas formas de actuar es impulsar a los obreros a la lucha política directa. Plantear cualquier huelga, por poco importante que parezca, como una muestra de la falta del poder político para la clase obrera. Plantear la huelga como un choque directo contra el poder burgués, superar la insuficiencia de la lucha económica y tener muy claro en todo momento que el objetivo es la toma del poder político y decírselo así a la clase obrera. Porque cualquier otra cosa es engañarles.
Cada intento de elevar la lucha económica a lucha política impulsa a los obreros a un género de manifestaciones en las que el matiz económico pasa a ser secundario.
Por medio de la propaganda y la agitación estas luchas se elevan trascendiendo de lo meramente sindical al terreno de lo político. Es decir, se producen manifestaciones políticas.

Por tanto, como conclusión en este aspecto, mientras no superemos las luchas espontáneas y reformistas y las elevemos al plano de lo político; con un objetivo muy claro que es el socialismo y la dictadura del proletariado, los trabajadores seguirán cosechando derrota tras derrota.  

-La ausencia del Partido Comunista:

Pero sin lugar a dudas el factor principal en esta situación de derrota es la ausencia del Partido Comunista. Si hubiese un partido comunista sólido, férreo en sus fundamentos leninistas no cabe duda de que no nos encontraríamos ante la inexistencia de la más mínima conciencia de clase, ante los 6 millones de parados, ante las constantes agresiones de la burguesía que no reciben una respuesta organizada, o cuando la reciben de las organizaciones existentes que no son el Partido Comunista, no pasa del mero derecho al pataleo.

Es decir, sin el Partido Comunista que fusione a las masas con la teoría de vanguardia y que eduque revolucionariamente a la clase obrera, marcándoles el camino, nunca llegaremos siquiera a suponer una amenaza para el orden social burgués. Pueden cambiar los peleles de la burguesía que se sienten en el Parlamento, pero el obrero nunca se planteará la necesidad real de conquistar el poder político y luchar por el socialismo. A los hechos actuales nos remitimos para confirmar la justeza de esta aseveración. El marxismo es todopoderoso porque es cierto, y la realidad lo confirma una vez tras otra.
 
Para ser la organización de vanguardia el Partido debe estar armado de la ciencia revolucionaria del marxismo leninismo, debe conocer las leyes del movimiento, debe tener siempre en cuenta las leyes de la revolución. De otra manera, vencer al capitalismo es una quimera.

El Partido no puede ser un verdadero partido si se limita a ir a rebufo de la conciencia espontánea de las masas, de la conciencia que tiene el proletariado en este momento, si a lo que se dedica es a la apología del movimiento espontáneo por su propia debilidad, si a lo que se dedica es a la sopa de siglas sin ninguna conexión con la clase obrera, si no sabe situarse como vanguardia por encima de esta conciencia espontánea y si no sabe educar revolucionariamente a las masas para que comprendan la misión histórica del proletariado. 

Pero aquí hay que hacer un aparte y explicar ¿qué es el proletariado?. La burguesía ha tratado, de todas las formas posibles, de eliminar la conciencia de los obreros de pertenecer a una misma clase de trabajadores y trabajadoras, de explotados. Ha atacado, para ello, el concepto de proletariado, alegando que éste es un anacronismo del siglo XIX. No sólo la burguesía sino posturas políticas reformistas, en su afán de negar al sujeto revolucionario que es la clase obrera, nos dicen que la clase obrera ya no existe.
 
La definición de proletariado ha sido tergiversada en la sociedad burguesa, con especial interés por parte de los capitalistas y los reformistas. Atribuyen, pues, la palabra proletarios tan solo a los obreros fabriles, los del mono azul, o a las personas que viven en extrema pobreza.

El proletariado es, en realidad, la clase mayoritaria que engloba a gran parte de las capas sociales explotadas. Son todos aquellos que venden su fuerza de trabajo a un capitalista a cambio de un salario, y con su trabajo reportan beneficios a una determinada empresa, por lo general a unos accionistas ajenos y al propio capitalista que posee los medios de producción.

El proletario está sometido a la explotación capitalista, y el principal método de esta explotación es la extracción de la plusvalía. El valor del trabajo del obrero es siempre mayor al salario que percibe, ahí reside la ganancia del burgués, que parasita el trabajo ajeno para obtener sus ganancias. De esta forma, comprendemos que el burgués tan solo adquiere la fuerza de trabajo de un obrero y, a cambio, le ofrece un salario de subsistencia para que pueda seguir formando parte de la cadena de producción. En ningún caso es el obrero propietario del fruto de su trabajo.

El proletariado, ciertamente, comenzó a desarrollarse significativamente en el siglo XIX, pero ello no implica que no exista a día de hoy. De hecho, aún representa a la mayor parte de la población, como no puede ser de otra manera en la sociedad capitalista.

La burguesía utiliza eufemismos como “ciudadanos”, “consumidores” o “familias” para hacer referencia al cuerpo de explotados, es decir, los trabajadores y trabajadoras, tratando de evitar que éstos desarrollen su conciencia de clase.

El conocimiento, por parte de los obreros, de pertenecer a una misma clase social, y de que ésta es explotada por el orden capitalista imperante, resultaría nocivo para los intereses de la burguesía y sería, en cambio, un gran salto en el proceso revolucionario por la emancipación del proletariado y la consecución del socialismo. Los intereses de ambas clases son absolutamente antagónicos; pues mientras los proletarios claman ser amos de su trabajo, el burgués mantiene la explotación sobre éstos, que es la que produce su riqueza. Para garantizar la continuidad de esta relación injusta, el poder establecido trata de evitar la existencia de una base organizativa e ideológica revolucionaria.

El proletariado debe liberarse, tan solo él mismo puede terminar con la explotación a la que es sometido. Para ello, los trabajadores y trabajadoras deben tomar conciencia de su condición de proletarios y de oprimidos por el capitalismo. Y, tras ello, a partir de la fuerza revolucionaria de la conciencia de clase y del referente ideológico del marxismo-leninismo, construir el camino a la revolución siguiendo el camino marcado por el Partido.

La conexión del Partido, como vanguardia, con este proletariado se lleva a cabo a través de las células en los centros de trabajo, pues este es el contacto más directo del Partido con la clase obrera, ahí es donde realmente se lleva a la práctica la teoría del marxismo-leninismo, ahí es donde realmente se analiza objetivamente la correlación de fuerzas en la lucha de clases, no en base a subjetividades o sopas de siglas que pretenden medir la correlación en base a marchas, manifestaciones, u otras luchas economicistas o reformistas por el estilo. 

La clase obrera y sus aliados se encuentra en las fábricas, en los barrios, en los centros de trabajo, en los institutos, en las universidades, el sujeto revolucionario es la clase obrera, que se encuentra a día de hoy totalmente alejada de lo que llaman frentes de “masas” y con la conciencia de clase a años luz de desarrollarse. 
 
Es mucho más vistoso el trabajo político en estos frentes “de masas” pero los resultados para la lucha de clases son nulos. Mientras tanto, el PCOE seguirá desarrollando sus células comunistas con prioridad en los centros de trabajo y fábricas, pues son estas la única garantía de victoria. Cuando el Partido Comunista ha actuado así, los trabajadores les han seguido, pues no son tontos, ni tienen menos cualidades, ni nosotros somos más inteligentes para comprender el marxismo-leninismo, ni hemos tenido ningún atributo especial para comprenderlo. Los comunistas somos exactamente igual que los obreros, y si nosotros hemos comprendido el marxismo-leninismo cuando nos han hablado de él, cuando nos lo han explicado, ¿qué es lo que les hace pensar a los reformistas y pseudo-revolucionarios que el resto de los obreros con incapaces de comprenderlos”.

Ese es el trabajo del Partido Comunista, del PCOE, todo lo demás son estrategias caducas que llevan décadas fracasando alrededor del globo, debemos preguntarnos: ¿queremos seguir el mismo camino? ¿O bien pretendemos seguir la estrategia correcta basada en la lucha económica además de la política e ideológica con un objetivo claro: el socialismo y la dictadura del proletariado? 

Por tanto, está en manos de la clase obrera el revertir esta gran derrota histórica desarrollando su Partido Comunista, que para nosotros es el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL.