miércoles, 29 de mayo de 2013

Sobre las movilizaciones del 1-J


Como es bien sabido, el próximo sábado 1 de Junio se ha convocado la llamada Marea Europea, bordada con lemas tales como “Pueblos Unidos contra la Troika” o “Contra los recortes y por una verdadera Democracia.” Nos encontramos, de nuevo, ante otra convocatoria de carácter puramente reformista, donde las organizaciones se aúnan para intentar acabar con la Troika y con el fin de regenerar la Democracia (burguesa).



Los objetivos netamente superficiales, pero impregnados de retórica revolucionaria que crea confusión, quedan lejos, e incluso estorban en último término al desarrollo del cambio real, el cuál no se dará a menos que se acabe con todo resquicio del problema inicial. Sin embargo, el tiempo sigue corriendo, y mientras no moldeemos prácticas que ya han demostrado su ineficiencia, cualquier solución real será todavía un espejismo.

Ejemplos claros de ésto son las numerosas campañas o actos realizados contra la violencia machista, – sin embargo, siguen muriendo mujeres, pues el problema no radica en el individuo maltratador, sino en la educación establecida por el sistema patriarcal que sustenta el capitalismo -, o las movilizaciones en favor de la escuela y la sanidad pública, – el conjunto de alumnos, profesores, médicos y pacientes, siguen sufriendo los estragos de la embestida del capital -, etc. Estos ejemplos, entre otros tantos, nos llevan a tomar una reflexión y, en consecuencia, obtenemos que de nada sirve atacar a reformas, leyes aisladas o a aquellos que presiden el estrado en un momento determinado, sino que debemos seguir subiendo, pues al final de la escalera se encuentra el verdadero problema, el motor que impulsa todo lo anterior, el sistema capitalista.

La materialización de la protesta, – en forma de manifestaciones o asambleas -, pierde su efectividad desde el momento en el que la práctica se convierte en una rutina más, guiada por aquellos mismos contra los que se protesta, carente de fundamento de clase y revolucionario. Siendo ésto así, somos conscientes de que es completamente necesaria la organización y formación del conjunto de capas populares para constituir un único frente de lucha, el Frente Único del Pueblo. Sin embargo, de no lograrse esa unión, la lucha se hallará disgregada, continuando así con el fracaso de la tarea histórica de la clase obrera, y perpetuando la opresión a la que nos vienen sometiendo desde siempre.

No obstante, nosotros seguiremos presentes allí donde esté la clase obrera y el conjunto de las capas populares: en sus concentraciones, movilizaciones, huelgas y reivindicaciones, trabajando por acercarles la cosmovisión proletaria y elevando sus conciencias, así como luchando por ganar para el socialismo científico a las vanguardias prácticas de la clase trabajadora.

Por todo esto, desde el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL en Madrid, hacemos un llamamiento – e invitamos a reflexionar – al conjunto de la clase obrera y estudiante, sobre la primordial importancia de la organización, y lucha consciente, contra la dramática y terrible situación que padecemos. Queremos dejar patente la ineludible necesidad de la  reconstrucción del movimiento obrero – dirigido por la vanguardia del proletariado -, que sea capaz de enfrentar la brutal e inasumible ofensiva, sin precedentes, a la que burguesía nos está sometiendo día tras día. Para conseguirlo, es capital comprender la urgencia de la instrucción, formación y organización, para la consecución de nuestro objetivo, que no puede ser otro que el de superar un sistema podrido desde su nacimiento – el Capitalismo -, construyendo el Socialismo, otorgándonos la libertad, y poniendo fin a la criminal opresión de la que somos víctimas.

¡POR LA RECONSTRUCCIÓN DEL MOVIMIENTO OBRERO!

¡ORGANIZACIÓN CONSCIENTE PARA ENFRENTAR LA OFENSIVA BURGUESA!

¡POR EL FRENTE ÚNICO DEL PUEBLO!

¡POR EL SOCIALISMO!

Partido Comunista Obrero Español en Madrid
 

miércoles, 22 de mayo de 2013

El gobierno municipal se ríe de la clase obrera


Como si se una broma de mal gusto se tratara, el reaccionario Zoido del fascista Partido Popular de Sevilla y “alcalde” de la ciudad recibe alabanzas en la prensa de los capitalistas auto-proclamándose “el alcalde del empleo”. 

Sin embargo para la clase obrera sevillana esto no es ninguna broma. La clase obrera sufre en sus carnes la existencia del criminal sistema capitalista, con cerca de 100.000 parados el la ciudad según cifras oficiales, que como es lógico, están suavizadas. Vemos como uno tras otro los monopolios capitalistas cierran plantas como Roca, como Saimaza, como Panrico, tanto en la ciudad como en la provincia. Y es que para que los capitalistas ganen más, para que pueda continuar existiendo el capitalismo, los capitalistas necesitan robar cada vez más a los trabajadores. La deslocalización por tanto, consiste en concentrar cada vez más la producción en zonas donde la mano de obra es más barata, consiste en hacer que menos trabajadores realicen el trabajo que antes realizaban otros además del suyo, para que los capitalistas obtengan una mayor plusvalía y ganen más a costa del trabajo de los obreros. 

Y el paladín de la Sevilla rancia nos dice que él va a acabar con todo esto, siendo nada más y nada menos que un monigote en manos de los monopolios y de la burguesía a la que sirve. Como hemos dicho, una broma de mal gusto. La única salida válida para los trabajadores a este sistema bárbaro y criminal que es el capitalismo no es el fomento de la “competitividad”, ni el aumento de las grandes superficies comerciales que arruinan al pequeño comercio de la ciudad, ni las obras faraónicas, ni seguir subvencionando a las empresas que finalmente se llevan la producción a otra parte. No, la única salida válida para la clase obrera es poner fin al capitalismo, pues como decimos dentro del capitalismo a los trabajadores lo único que nos queda es servir de mercancía para que los capitalistas ganen más, para que con esas ganancias recuperen posiciones dentro del capitalismo mundial donde la férrea competencia de los países emergentes amenaza su situación de privilegio. 

Los obreros no tenemos nada que ganar en este sistema. No es un problema de corrupción, ni de deudas municipales, sino que todo se resume en que unos son los dueños de los medios de producción(las fábricas, los bancos, las tierras, etc) y otros deben vender su fuerza de trabajo ya que nada poseen. Por tanto ninguna “competitividad” va a salvar a la clase obrera, ningún pelele a sueldo del capital va a salvar a la clase obrera, de eso ya se encargará la propia clase obrera. 

Además, en el colmo del cinismo, estos burgueses cuyo sistema capitalista es la causa de las desgracias del pueblo se presentan como filantrópicas y caritativas “personas de bien” aumentando los fondos destinados a paliar mínimamente los efectos que el capitalismo deja entre la clase obrera. Esa clase obrera que produce las ganancias de los capitalistas y que tiene que acudir a los comedores sociales si quiere llevarse algo a la boca. ¿Puede haber mayor cinismo e hipocresía? 

Como quiera que el capitalismo es el origen de los males de la clase trabajadora, urge organizarse para dar respuesta a este sistema criminal y asesino y mandar a los Zoidos, a los Espadas, a los Torrijos y a todos los que permiten que el capitalismo se perpetúe, al basurero de la historia.

Hoy más que nunca, Frente Único del Pueblo





El paso de la crisis nos lleva a un lugar incierto si tenemos en consideración los sucesivos movimientos que surgen y las posiciones que adoptan “acreditados” expertos en política opositora al gobierno neofascista. IU, Julio Anguita, y partidos que se suponen de la izquierda revolucionaria, consumen todo su tiempo en inventar un día si y el otro también, asociaciones, formas de “luchas”, objetivos a alcanzar. Así, pues, tenemos donde elegir: “Republica”, “Retirada del Euro”, “Bloque crítico”, “Democracia ya”, “Constituyente”, etc. etc. Pero no se consigue dar un solo paso hacia adelante ¿Por qué? Indudablemente, porque no entienden que la política es un arte y una ciencia, que la lucha ha de ser científica o no es nada, y por eso todas las tentativas que son claramente pseudorrevolucionarias son tragadas por las fuerzas absorventes del sistema. 

 
Para centrarnos, comenzaremos por decir que todos tienen en común el ser antimarxistas; bien en la teoría, bien en la práctica, llegando a la conclusión que para ellos las clases sociales o no existen o desempeñan un papel secundario en este episodio histórico. La consecuencia subsiguiente no puede ser otra que la de negar a la clase obrera su papel de sujeto revolucionario. 
Despreciar a la clase obrera y negarle su papel en la historia no es ninguna tontería, supone abandonar al pueblo a la deriva, llevarle a un callejón sin salida, malgastar sus fuerzas, arruinar sus inquietudes y su indignación, hasta convertirle en un objeto maleable en manos del Estado capitalista. 
 
El capitalismo es un sistema de explotación en el que el patrón se enriquece como consecuencia de robarle al trabajador el producto de su trabajo. Lo que afecta al capitalista y a su Estado servidor, es que el trabajador no produzca, porque el sistema se vendría abajo inexorablemente. Por esta ley irrefutable, todo cuanto se haga a espaldas de los trabajadores no puede surtir un efecto transformador. Las manifestaciones interclasistas, es decir, de la ciudadanía, tienen la virtud de demostrar el estado de ánimo en general, pero no atizan ni pueden atizar al corazón del régimen. El gran capital continúa enriqueciéndose, porque su fuente de riqueza sigue manando euros. La clase obrera, las clases trabajadoras en su centro de trabajo, constituyen la fuerza vital e insustituible con la que el pueblo ha de contar obligatoriamente, o mejor dicho, a la que el pueblo ha de seguir, si quiere que sus protestas resulten exitosas. 
 
Pero la clase obrera se halla recluida tras las cuatro paredes de su centro de trabajo, donde la han llevado la traición de los grandes sindicatos y la de los partidos parlamentarios. Se encuentra pues, desamparada, a la vez que presa de unas leyes que prácticamente la ha colocado en situación de ilegalidad. Toda acción que quiera llevar a cabo la clase obrera se encuentra con un obstáculo “insalvable”: la ley. La reforma laboral es ley; las huelgas de solidaridad por compañeros despedidos están prohibidas por ley; el despido es libre por ley; los convenios son anulados por el patrón al amparo de la ley. Las huelgas están anuladas indirectamente, no hace falta que la ilegalicen con una ley directa, la clave se halla en que poco a poco, por nada se podrá hacer huelga porque la ley protege las causas del descontento. 
 
La Ley, es decir, la política, impide al trabajador moverse. La política cercena todas las posibilidades de frenar el avance impetuoso del capitalismo. Ante esta situación los trabajadores y las capas populares no pueden salir a la desesperada, sin orientación clara, y sobre todo utilizando por arma la lucha económica, que antes de empezar ha sido tumbada por los golpes que ha recibido de la política, por las leyes. La lucha tiene que ser política desde los centros de trabajo, será entonces, cuando en la calle tome cuerpo un programa revolucionario con fuerza, con metas definidas, será entonces cuando el capital se resienta, pues se rebela la fuente de su riqueza. Ya no es posible pensar en pasitos, en reformas etc, que son tan ilegales como la lucha por el socialismo. Para conseguir que la reforma laboral, que los recortes, que la ley de educación y todo cuanto ha impuesto el gobierno capitalista retroceda, es necesario ir a la huelga general política. Así ha planteado la situación el capitalismo. Para romper las leyes hay que saltárselas. Y nosotros decimos: ¿vamos a exponer al pueblo, vamos a ilegalizarnos para volver al punto de partida? NO, IREMOS A LA HUELGA GENERAL POLITICA, no como un fin, sino como el comienzo de un proceso de cambios profundos de la sociedad hasta lograr el ideal sublime que entraña los trabajadores, ser dueños de su destino. Que no quepa duda, lucharemos para lograr el socialismo. 
 
Pero la huelga política no será jamás el producto del estado de ánimo del pueblo, la huelga general política tiene que ser construida golpe a golpe, tramo a tramo, arrollando a cada paso la legalidad que nos impide al obrero, al trabajador, al estudiante y al vecino, ser libres. Hay que unir todas las fuerzas bajo un programa común de transformaciones, a través de una organización disciplinada, y eso, por más vuelta que se le quiera dar, se llama FRENTE UNICO DEL PUEBLO, que tendrá que ser orientada por la vanguardia ideológica cuyo nombre es PARTIDO COMUNISTA. 
 
HOY MAS QUE NUNCA,
FRENTE UNICO DEL PUEBLO
 
 
 PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPÀÑOL (PCOE)
 
FEDERACIONES DE JOVENES COMUNISTAS(FJCE)

sábado, 18 de mayo de 2013

Se avecina un nuevo pacto entre imperialistas y oportunistas

 
 
 
 
 
Desde la entrada de pleno en el período de crisis general del capitalismo –finales del siglo XIX-, la burguesía no ha escatimado esfuerzos a la hora de intentar “estabilizar” un modo de producción que es, por esencia, inestable y anárquico. Un sistema que, cegado por la ley universal del máximo beneficio capitalista, fundamenta su dominio en la propiedad privada sobre los medios de producción, arrancando el ciclo de acumulación de capital a través de la explotación del trabajo asalariado. Como decimos, ha sido una preocupación constante de los capitalistas, el intentar –vanamente- amortiguar las contradicciones irresolubles por las que discurre el modo de producción capitalista, con mayor intensidad en su etapa agonizante y putrefacta. La historia del siglo XX, plagada de conflictos bélicos interimperialistas y de repetidas y profundas crisis, así como de revoluciones triunfantes y de otras ahogadas en sangre, pone de manifiesto la ficción de un capitalismo “planificado y pacífico” (tesis imperialista), o algo aún más inverosímil, la de un capitalismo “controlado y de rostro humano” (tesis oportunista). Ambos posicionamientos, emanados de la ideología dominante burguesa, pretenden saltar por encima de la lucha de clases, presentando un Estado hegeliano “por encima de los intereses contrapuestos de las clases sociales”. Concepciones de claro contenido idealista y acientífico, que solo pretenden alargar la agonía del pueblo trabajador para beneficio de unos pocos explotadores y parásitos.

  
 Ni siquiera con la poderosa fusión de los grandes monopolios al Estado burgués, poniendo a éste último a su entero servicio, ha podido la oligarquía financiera “estabilizar” un régimen opresivo que mata a decenas de millones de seres humanos, mientras sobreexplota y pauperiza a otros tantos. Lejos de “amortiguar” y “controlar” las profundas contradicciones por las que discurre el reino del capital, el capitalismo monopolista de Estado no ha hecho otra cosa que agudizarlas progresivamente. Cada conflicto bélico imperialista, regido por la inevitable lucha por nuevos recursos y corredores energéticos, somete con brutalidad a pueblos enteros. Cada crisis capitalista de sobreproducción, retuerce con saña los grilletes del proletariado y el pueblo trabajador. No hay y no puede haber vuelta atrás cuando el imperialismo muestra su senilidad histórica, cuando la oligarquía financiera ya sólo puede ofrecer recetas netamente reaccionarias. Toda “alternativa” que se aleje de la revolución social y la dictadura democrática del proletariado –socialismo-, no hace más que reforzar los engranajes de un régimen insostenible.
 Por ello, desde esta contextualización histórica, nos resultan tan familiares los “grandes pactos por la cohesión social” entre imperialistas y oportunistas, tan publicitados hoy como ayer por los jerarcas políticos y sindicales del Reino de España. No en vano, ambas caras de la misma moneda, de la misma dictadura capitalista, se nutren de los excedentes generados por las guerras imperialistas y la explotación asalariada de la clase trabajadora. Desde la santa alianza de Bernstein o Kautsky con la gran burguesía del Rürh y los junkers germanos (II Reich), hasta llegar a la no menos santa alianza de las jerarquías oportunistas adscritas a la UE imperialista y demás satélites que giran en torno a la misma (CSI, BCE, CE, FMI, BM, OTAN, OCDE), la clase dominante no ha escatimado esfuerzos a la hora de que sus fuerzas políticas y sindicales blinden la superestructura de su dictadura de clase. Estos alquimistas del capital, conscientes de que su tiempo se agota, pretenden “reformar” lo que ya a todas luces aparece irreformable, a fin de mantener y expandir sus espurios privilegios a costa del sudor y la sangre de millones de trabajadores.
 En la actualidad, esta clásica maniobra de “pacto y conciliación” entre parásitos, explotadores y oportunistas, vuelve a planear por las usinas burguesas del régimen capitalista español. Ante un Gobierno incapaz, una oposición descompuesta y unas centrales sindicales desacreditadas, los monopolios industriales y financieros se afanan en tejer un nuevo “pacto nacional” para “hacer frente a la crisis” económica, política e ideológica. Y lo hacen, una vez más, confiados en una correlación de fuerzas que saben favorable, a pesar de la devastadora crisis capitalista en la que nos encontramos inmersos. Ante un movimiento obrero y sindical todavía atomizado y un movimiento comunista en lenta reconstrucción, la autopista de la esclavitud asalariada se les muestra abierta de par en par, ya sin ni siquiera peajes de ningún tipo. La clase dominante, especialmente en procesos de crisis, no sólo centraliza la producción y los capitales intensificando así sus propias contradicciones, sino que además precisa la centralización y concentración de su casta política y su cohorte de lacayos oportunistas, a fin de imponer sus intereses sobre las mayorías productivas y emboscar su descrédito popular. Base económica y superestructura se interrelacionan dialécticamente, el Estado burgués se cierra en un solo puño para profundizar su ofensiva frente al pueblo trabajador.
 Así ha venido sucediendo a lo largo de la historia. Buena prueba de ello fue la reconfiguración del régimen tras la crisis acaecida tras el tránsito del régimen fascista a la democracia burguesa a finales de los años 70. Cabe no olvidar los lodos que nos trajeron estos barros. Desde los Pactos de la Moncloa hasta el II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, el imperialismo y las fuerzas oportunistas no han cesado en cerrar acuerdos y pactos a fin de intentar “estabilizar” y “amortiguar” la conflictividad inherente a todo modo de producción capitalista. Con todo, después de 40 años de “pactos”, partiendo de una constitución burguesa desvergonzadamente capitalista, una realidad histórica objetiva salta a la vista: la clase trabajadora no ha cesado de perder derechos y condiciones -duramente arrancados a la burguesía-, tras cada pacto suscrito por el Gobierno, la oposición, patronal y las traidoras cúpulas sindicales, engordados todos ellos a través de las millonarias subvenciones del capital monopolista, que premia con generosidad toda labor de “contención y cohesión social”.
 Veamos sólo algunas reseñas no exhaustivas de la historia “pactista” y traicionera que nos ha llevado al momento actual que vivimos:
  1. 1977. Pactos de la Moncloa; se impone la “flexibilización del mercado de trabajo”, la pérdida de negociación colectiva y se reconoce el despido libre. Se procede al “control de la inflación” a través de la congelación salarial, poniendo en el punto de mira a sectores como el textil, el naval o el siderometalúrgico. Se ponen las bases para el trasvase sistemático de la riqueza generada por los trabajadores hacia el capital.
  1. 1979. Acuerdo Básico Interconfederal (ABI). Se fija un tope salarial del 13% y la posibilidad de las empresas endeudadas de bajar sueldos a su antojo. Se traslada el peso de la negociación colectiva de los Comités a las secciones sindicales, poniendo las bases del Estatuto de los Trabajadores.
  1. 1980. Estatuto de los Trabajadores. Se abre de par en par la entrada a degüello del trabajo temporal y se refuerza el poder patronal en los procesos de trabajo, además de blindar todas las medidas antiobreras recogidas desde 1977. Entre otras; facilitación del despido, fijación del salario mínimo por debajo del coste de vida, establecimiento de la jornada laboral más larga de Europa (43 horas semanales), o la reducción de los ámbitos de negociación de convenios, entre otras.
  1. 1981. Acuerdo Nacional de Empleo. Por primera vez desde 1974, la tasa de crecimiento del salario medio por trabajador resulta negativo (incrementos salariales por debajo de la inflación). Además disminuye la cobertura económica y temporal de los desempleados y se aceptan los despidos improcedentes.
  1. 1984. Acuerdo Económico y Social. Primera reforma del Estatuto de los Trabajadores. Reales decretos sobre contratación precaria; a tiempo parcial, aprendizaje, prácticas.
  1. 1992. Medidas Urgentes de Fomento del Empleo y Protección por Desempleo. El “Decretazo”. Progresivo proceso para la eliminación de la protección por desempleo; ampliación del período mínimo de cotización y reducción de cuantías, además del endurecimiento de los requisitos para acceder a la prestación.
  1. 1993/1994. Reforma del Estatuto de los Trabajadores. Medidas Urgentes para el Fomento de la Ocupación. Legalización de la cesión de trabajadores (ETT). Abaratamiento del despido, desregulación de las condiciones laborales en pos de la “competitividad, la flexibilidad y la generación de empleo”. 1/3 de los asalariados quedan sometidos a unas condiciones laborales totalmente precarias.
  1. 1997. Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad en el Empleo. Acuerdo Interconfederal sobre Negociación Colectiva. Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos.
  1. 2002. Nueva reforma laboral por “Decretazo”. Liquidación de los salarios de tramitación.
  1. 2006. Nueva reforma laboral. Con la excusa de frenar la temporalidad, se precariza la contratación indefinida.
  1. 2011-2012; Nueva Reforma laboral que, básicamente, viene a cerrar el círculo de la esclavitud asalariada larvado durante décadas.
 Como se puede comprobar, al calor de las repetidas crisis de sobreproducción y la desmovilización del movimiento obrero, el capital logra pacto a pacto la sumisión más descarnada del trabajo a sus intereses, consolidándose en los mercados internacionales. Y su herramienta predilecta -el “pacto social” como mero reflejo superestructural de la base económica-, le ha servido para maximizar sus beneficios a costa de incrementar los grados de explotación de la clase trabajadora, empleada, desempleada, joven o jubilada. Ayer gota a gota, hoy a chorro abierto, imperialistas y oportunistas (capitalistas), pacto tras pacto, reconversión tras reconversión y reforma tras reforma, no han hecho otra cosa que esquilmar a los trabajadores. Ello no hubiera sido posible sin el imprescindible trabajo de zapa de las cúpulas sindicales, sin la consciente desmovilización y enajenación del proletariado fruto de la orfandad de Partido Leninista. Cabe no olvidar que tras cada pacto rubricado por las fuerzas vivas del régimen, éstas han recibido oportunamente ingentes cantidades de capital y prebendas de todo tipo a fin de consolidar al Estado burgués como efectiva maquinaria al servicio del capital monopolista.
 Esta depauperación y sobreexplotación “pactada” de la clase obrera, infló de deudas a las familias trabajadoras, que tras más de 3 décadas de “diálogo social” y de espejismos capitalistas de “bonanza” -a base de generar una economía dominada por el capital financiero-, se vieron obligadas a vivir a crédito tras las constantes pérdidas de poder adquisitivo y la voladura controlada de prácticamente todos los derechos laborales y sociales conquistados por el proletariado tras largas luchas. Es bien sabido que el capitalismo no produce para satisfacer necesidades, sino para maximizar beneficios. Roto el chorro de crédito en 2008, “la magia del dinero gratis” empezó a esfumarse. Y la historia volvió a repetirse, como dijera Marx, primero como farsa y después como tragedia; de nuevo las fuerzas productivas fueron tensionadas y destruidas, mientras la nueva bomba antiobrera -Reforma Laboral de 2012-, se abría paso sin complejos, legalizando la esclavitud asalariada.
La oligarquía financiera cuando huele la sangre proletaria va hasta el fondo en su proceso de vampirización, más aún cuando comprueba como el movimiento obrero se muestra incapaz de confrontar organizadamente tal ofensiva, que no tiene otro objetivo que situar a la clase trabajadora en el mismísimo siglo XIX. Así, resulta comprensible que importantes capitostes del IBEX35 y la CEOE, auténticos amos y señores del Estado burgués español, den rienda suelta a su ilimitada imaginación antiobrera, defendiendo abiertamente en los últimos días no solo el fin de los convenios, sino incluso del propio Estatuto de los Trabajadores o la no menos burguesa Ley de huelga. Son éstas sus posiciones de partida para el nuevo “pacto social” que se aproxima. Y mientras el Gobierno asiente obediente, la oposición socialdemócrata y los jerarcas sindicales del régimen no le van a la zaga; llevan meses mendigando un pacto, precisamente, con estos mismos enemigos del pueblo trabajador. En última instancia, ante un descrédito evidente de la institucionalidad burguesa al calor de la crisis capitalista, imperialistas y oportunistas pretenden que la esclavitud asalariada y la voladura de derechos conquistados tras largas luchas proletarias se lleven adelante “en paz”, y para ello se precisa la bendición de los que han hecho de la traición una forma de vida; PSOE, IU, UGT o CCOO.
 En pleno año 2013, después de 36 largos años de “consensos, acuerdos y pactos” por la “estabilidad”, el “empleo”, la “contratación indefinida” y demás eufemismos vergonzantes que solo han contribuido a generar más inestabilidad, más paro y más temporalidad, hoy la institucionalidad burguesa ya no puede esconder su acelerada putrefacción, aunque se empeñe en hacernos tragar ruedas de molino. 36 años de “cohesión social” entre imperialistas y oportunistas, han larvado este cuadro socio-económico aberrante; casi un 70% de trabajadores asalariados por debajo de los 1000€ mensuales (1/3 de ellos sin siquiera llegar al miserable SMI de poco más de 600€), un 40% de autónomos y más de un 25% de pensionistas en riesgo de pobreza, 2 millones de hogares obreros sin más ingresos que la caridad, más de medio millón de trabajadores saliendo al extranjero para sobrevivir, casi 200.000 desahucios anuales, 3 millones de niños en riesgo de exclusión social, pensiones vergonzosas y de miseria (media de 750€, estando el 81% de las mismas por debajo de 1000€), más de 6 millones de desempleados (tasa del 27%) o 3300 suicidios anuales, certifican el “éxito” del pactismo traidor y la “cohesión social” que es capaz de ofrecer este modo de producción caduco y putrefacto.
 36 años de éxito rotundo para imperialistas y oportunistas, 36 años de derrota en todos los frentes para la clase trabajadora y clases populares.
 Prácticamente 4 décadas de “diálogo social” por la miseria, la sobreexplotación, la enfermedad y la muerte de la clase obrera. Hoy los propietarios del Estado español, a través de una CEOE envalentonada, ya se atreve a proponer la derogación del propio Estatuto de los Trabajadores, toda vez que ya han arrasado con convenios y condiciones laborales mínimas. Ya ni siquiera les sirve la legislación burguesa rubricada por ellos mismos en los años 80. Vista la falta de respuesta organizada y de clase, y empujados por las leyes universales que definen al sistema capitalista, profundizan su ofensiva con el único límite que marca la normativa laboral del siglo XIX. Y justo en el momento en que más imprescindible se hace la unidad y solidaridad obrera, el oportunismo sale raudo y veloz a servir a sus amos –como siempre han hecho-, fabulando con “medidas sociales” que sólo buscan una legitimación perdida.
 Mientras UGT y CCOO mendigan desde hace meses otro pacto por “el empleo, la estabilidad y el crecimiento” con su Estado, el brazo socialdemócrata del imperialismo (PSOE) ya prepara sus “recetas sociales”, implorando a su vez un “pacto nacional” con uno de los Gobiernos más reaccionarios del régimen, intentando así frenar su caída libre. Si la farsa fueron los Pactos de la Moncloa de 1977, el conjunto de trabajadores tenemos la obligación moral de frenar en seco la tragedia que se avecina y que ya habita en nuestros centros de trabajo y barrios. En plena etapa imperialista, la única receta para poner fin a esta tragedia cotidiana, sólo puede venir del socialismo. Esto es; de la destrucción total del capitalismo monopolista y su aparato represivo estatal y el establecimiento de la dictadura revolucionaria del proletariado.
 Unos desean aplicar la terapia capitalista por vía directa y sin anestesia, tal y como se está aplicando. Otros mendigan más capital para sus corruptas gestorías, suplicando un poco más de tiempo y “acuerdos” para aplicar la terapia “pacíficamente”, a fin de no “generar tensiones sociales”. Todos forman parte de la cofradía del santo capital, al que veneran y creen eterno e inmutable. El oportunismo va más allá e incluso es capaz de encontrar en la dictadura capitalista extraños “rostros humanos” mientras los trabajadores se ahorcan antes de ser desahuciados, se declaran en huelga de hambre o se queman a lo bonzo en entidades bancarias. En definitiva, como fieles servidores de los intereses burgueses, todos brindan -pacto tras pacto-, por la propiedad privada de los medios de producción y la explotación asalariada, que tan buenos dividendos les proporciona.
 Es imprescindible que ante la avalancha antiobrera que nos somete, con especial sutilidad “pactista” desde 1977, los trabajadores rompamos de una vez por todas con nuestro aislamiento y división, pues como queda patente el capital no duda un instante a la hora de concentrar sus fuerzas, poniendo al Estado burgués a su entero servicio para arremeter contra las masas laboriosas. Los puntales del capitalismo monopolista de Estado andan buscando un nuevo y mayor “consenso”, imprescindible para justificar el crimen diario cometido contra los trabajadores. El gran capital ya ha dado la señal, la Corona lo anuncia, los jerarcas sindicales del régimen lo imploran, la oposición lo anhela, el Gobierno lo necesita. El ciclo IBEX35-CEOE-PPPSOEIU-UGTCCOO anda bien engrasado desde 1977. La cuestión es ¿a qué esperamos, siendo más y mejores, para tejer nuestra propia e imprescindible unidad proletaria desde la base? ¿Acaso existe otra alternativa real ante la realidad material que vivimos?
No extraña que algunos viejos obreros afirmen hoy que tenían mejores condiciones bajo el régimen fascista que bajo la democracia burguesa. Aquellos trabajadores, en base a la unidad, la solidaridad y la politización arrancaron importantes conquistas mediante su organización y combatividad clasistas. Hoy, aquél sujeto histórico revolucionario anda vapuleado, mientras aquellas condiciones y derechos duramente conquistados, han sido liquidados, traición a traición, hasta llegar a nuestros días. Comprendemos bien la perplejidad del viejo obrero que enfrentó la barbarie fascista y hoy constata como sus hijos y nietos, heredan puestos de trabajo de esclavos o son lanzados al pozo del desempleo, sumidos en el temor y el aislamiento suicida.
 A la división, desorganización e individualismo esparcidos entre el proletariado por la ideología dominante burguesa, el PCOE responde con un firme llamamiento a la unidad y la solidaridad de la clase obrera, pilares básicos hacia la edificación de un combativo movimiento obrero que se sepa dueño de su destino como sujeto histórico revolucionario, capaz de reconstruirse como “clase para sí” y caminar firme y decidió hacia su emancipación social. Capaz de construir sus propias instituciones democráticas proletarias, fundido entorno a su vanguardia proletaria y consciente de la necesidad de mandar al basurero de la historia a este modo de producción agotado. Un movimiento obrero capaz de mandar al basurero de la historia a los imperialistas y sus lacayos oportunistas, “pactistas” profesionales que ya sólo en la expansión irrefrenable de la miseria y la sobreexplotación hallan su execrable supervivencia.
 Ya no hay tiempo ni espacio para reivindicar mejoras en unos convenios que han quedado reducidos a papel mojado, para plantear conflictos aislados abocados al fracaso, para mendigar pactos infames ni seguir creyendo en fraudulentos capitalismos “con rostro humano”.
 Unir, organizar y dirigir a las fuerzas proletarias y populares hacia el socialismo. Construir el Frente Único del Pueblo en base a la Asamblea de Comités, Delegados y Trabajadores. Trabajar sin descanso por la consolidación de la Central Única de Trabajadores. He ahí los objetivos estratégicos irrenunciables del Partido, única vía para derrocar la barbarie imperialista que siembra de explotación, miseria y enfermedad nuestros centros de trabajo y barrios.
 
¡No más pactos contra el pueblo trabajador!
¡Sin tregua al imperialismo, sin tregua al oportunismo!
¡Por las Asambleas de Comités, Delegados y Trabajadores y el Frente Único del Pueblo, construyamos poder popular!
¡Construyamos socialismo!
 
 Comisión de Movimiento Obrero y de masas del Partido Comunista Obrero Español

Sobre el VI encuentro andaluz de solidaridad con Cuba

 
 
 
 
 
El Partido Comunista Obrero Español (PCOE) quiere manifestar que no participará en el VI Encuentro Andaluz de Solidaridad con Cuba que se celebrará los próximos días 18 y 19 de mayo en Málaga, tal y como manifiesta el blog de los organizadores dicho evento.
Nuestro Partido recibió el pasado 1 de mayo un correo electrónico como carta de invitación a este Encuentro, en el cual no existían datos específicos de las actividades ni de los ponentes, por la que nos solicitaban confirmación al acto. Con fecha 11 de mayo, a una semana de dicha actividad y para nuestra sorpresa, aparece en el citado blog el nombre de nuestro Secretario General como participante en dicho evento, sin que nuestro Partido haya expresado en ningún momento, ni confirmado, su intención de participar en él.

 A la vez, aparecen por primera vez los ponentes: Willy Meyer, José Luis Centella o Diego Valderas, todos ellos pertenecientes a los sectores oportunistas que desde las instituciones del Estado venden y oprimen a la clase obrera española.
Así mismo, reafirmamos nuestra solidaridad con la Revolución Cubana. Una solidaridad de pueblo a pueblo y de partido a partido como hemos manifestado en innumerables ocasiones.
 
COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL.

domingo, 12 de mayo de 2013

Sobre las agresiones fascistas en Sevilla


El pasado día 9 de Mayo elementos facciosos y reaccionarios infiltrados en la manifestación contra la reforma educativa realizaron una nueva demostración fascista, agrediendo a varios de los congregados en dicha manifestación.

El fascismo resurge al calor de las crisis económicas, sin embargo, lo primero que hay que tener en cuenta es qué es el fascismo, de dónde surge, y quienes son los cómplices por acción u omisión de este resurgimiento.

En primer lugar hay que tener claro que el fascismo no se reduce a las bandas de matones, neonazis y demás lumpen que actúan como elementos paramilitares ejecutando su violencia contra todo aquel que les disguste.  Por tanto lo primero es comprender el carácter histórico del fascismo y su contenido de clase.
Debemos comprender que nos encontramos en un Estado en la fase imperialista de su desarrollo, y como sabemos todo Estado es una dictadura de una clase sobre otra. Este carácter de clase del Estado es muy importante subrayarlo, pues el Estado siempre va a servir de salvaguarda para aquellos que defienden su proyecto de dominación de clase.

La dictadura de clase, en este caso de la burguesía se manifiesta, fundamentalmente, de dos maneras posibles: bajo la fórmula democrático-burguesa o bajo una dictadura criminal fascista. Fascismo y democracia burguesa son dos caras de una misma moneda: la dictadura de la burguesía, o lo que es lo mismo, el dominio político de la clase burguesa, de los capitalistas, de los empresarios, sistema de represión política contra la mayoría del Pueblo, la clase obrera, en la sociedad capitalista.

La historia nos demuestra que la democracia burguesa tiene un límite, máxime en períodos de crisis donde el sufrimiento de las masas trabajadoras  provoca la respuesta espontánea de estas. Entonces es cuando las antiguas formas “democráticas” estorban al propio desarrollo del capitalismo, y el arma de dominación de clase con que este se dota(el estado) tiende a la reacción y al fascismo para mantener esos privilegios de clase. Los desahucios, los eres, las deslocalizaciones, el paro masivo, el hambre y la miseria que vivimos producen respuestas espontáneas por parte de las clases oprimidas, y por tanto las antigüas fórmulas de dominación clasista no sirvan. Es necesario, para los capitalistas que el estado reprima más, que las leyes y derechos se salten a la torera y se pisoteen pues en toda dictadura de una clase sobre otra los derechos de los explotados(los trabajadores) son solamente formales y no reales.

La segunda característica de este período es la depauperización y proletarización de gran parte de la pequeña burguesía y de las llamadas clases medias. Esto, que podría suponer una amenaza para los capitalistas es encauzado por estos mediante el estímulo de las organizaciones fascistas. Es decir, los capitalistas ponen todos sus recursos en la lucha ideológica con el fin de inculcar a la sociedad una serie de mantras ideológicos tales como el patriotismo, el nacionalismo, el odio al extranjero, el odio al que cuestiona el capitalismo, el odio al obrero y al explotado, etc. Es decir, utilizan esta lucha ideológica que les sirve como pantalla para tapar los males del sistema capitalista, y que las masas identifiquen su sufrimiento no con la crisis estructural del capitalismo sino con los revoltosos, con los sindicalistas, con los negros, con los mendigos, etc. El objetivo que persigue esta lucha ideológica de la burguesía es crear el semillero para un movimiento de masas de tipo fascista.

Esa es otra de las características de las épocas de crisis del capitalismo, la creación, financiación y apoyo del gran capital a las organizaciones de masas del fascismo, organizaciones socialmente compuestas en su mayoría por pequeño-burgueses, clases medias depauperizadas y lúmpenes, los cuales a pesar de creer  luchar por una “revolución para tomar el poder” en realidad lo que hacen es servir como organizaciones paramilitares al servicio de la gran burguesía, con el objetivo de realizar acciones de terror contra la clase obrera. Observemos la historia del fascismo, y veremos como detrás de la fraseología pseudo revolucionaria de los fascistas alemanes, españoles o italianos siempre se encontraba la sombra, el dinero y la dirección de los Krupp, de los March o de los Agnelli, es decir, de la oligarquía del capital financiero, porque por mucha conciliación de clases en pos de los intereses de “la nación” con que nos quieran engañar los fascistas, siempre se esconde el control de los medios de producción por parte de la oligarquía. Nada cambia, solo la forma de dominación de esa oligarquía, que es quién realmente controla el poder en el estado capitalista burgués o en los estados corporativos del fascismo. 

Volviendo a nuestros días, en nuestra ciudad los siervos políticos del capital – políticos que pasan a ser directivos de los monopolios, empresas y viceversa - se desgañitan hablando de que somos un estado social y democrático de derecho, que la lucha de clases no existe, y que el auge del fascismo es cosa de grupos “antisistema” o “radicales”. Pero observemos la realidad.

El Partido Popular es el partido heredero del Franquismo, cuyo miembro fundador se sentaba en el Consejo de Ministros que lideraba el Caudillo, formando parte de gobiernos que ejecutaba y asesinaba a obreros y a antifascistas. Ello pone sobre el tapete la raíz fascista de aquéllos que hoy dirigen la municipalidad de Sevilla. Pero si reaccionarios son éstos, no menos reaccionarios e igual de capitalistas son aquéllos que se reivindican de la ‘izquierda’ del sistema y que hacen pactos mal llamados ‘de progreso’. No debemos olvidar que el PSOE fue el partido de los GAL, del terrorismo de estado.

IU, que igual pone en el gobierno al PP – Extremadura, por ejemplo – que al PSOE, tiene hecho un pacto de gobierno con el PSOE en la región andaluza en el que se suscribe el “Incremento de la presencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para hacer frente a los robos que se producen en las explotaciones agrícolas, ganaderas y de acuicultura”, no dudando para ello en fichar a la mano derecha de Rodolfo Ares, antiguo jefe de las fuerzas represivas del gobierno vasco, como jefe de las fuerzas represivas de la Junta de Andalucía. Y si esto es lo que hace ‘la izquierda’, para nada se queda atrás el pensamiento de los sindicatos a sueldo del estado; así el sindicato CCOO defiende el uso de las pelotas de gomas y de las escopetas correspondientes para reprimir al pueblo (puede leerse la nota completa en(https://www.dropbox.com/s/5beacqvqvxh7802/110401_PILOTES_GOMA_INFOR... ).

Todo en este sistema, desde la ‘izquierda’ a sueldo del Capital a la derecha, todos ellos igual de reaccionarios y de antiobreros, está corrompido y es nocivo para la clase obrera, percibiéndose ello no sólo en las acciones del estado sino en las cada vez leyes más represivas y contraria a la mayoría trabajadora que realizan los políticos a sueldo de los monopolios.

Por tanto, como hemos explicado, el fascismo se esfuerza por construir sus propias organizaciones de masas de carácter pequeño burgués para combatir a fondo contra el proletariado.

Por ahora estas organizaciones sn nímias en lo numérico, a pesar de nutrirse cada vez más de jóvenes de las rancias familias sevillanas o de lúmpenes vinculados a los movimientos ultras del fútbol, si que están encontrando eco en los medios de comunicación de la burguesía o en las propias instituciones municipales. No es casual ver en las ediciones sevillanas de reaccionarios diarios a portavoces de estos grupos expresando sus opiniones, o el nombramiento como dirigente de una empresa municipal de un activo elemento reaccionario. Como vemos, el capital recompensa a quién le sirve. 

Por tanto es un error desligar la lucha contra el fascismo de la lucha de clases, es decir, de la lucha contra toda la clase de los capitalistas y su instrumento de opresión que es el Estado. La “solución” no pasa por la creación del enésimo “frente de masas”, pues un vistazo rápido a su composición nos muestra que las masas son totalmente ajenas a dichos frentes, que únicamente agrupan a individuos organizados en diversas siglas totalmente alejadas de esas masas, y de esa clase, que dicen representar. Por tanto como vemos, el elemento fundamental en la lucha contra el fascismo(que es lucha de clases) se encuentra ausente. Corresponde por tanto organizar a los trabajadores, unirlos en la batalla económica, ideológica y política contra el capitalismo porque de lo contrario, de reproducir estrategias caducas contrarias a la lucha de clases(que además sirven como lavado de cara a diversos traidores) llevará a nuevas desilusiones y frustraciones, si se sigue partiendo del subjetivismo.

Es de vital importancia no dar tregua en la lucha contra esta hedionda horda fascista, la cual aumentará en relación directa con el auge de la cohesión y fortaleza del movimiento obrero, así como la toma de conciencia de la clase obrera sobre qué es el fascismo, por quién es promovido y cuáles son sus objetivos.

Buena parte de la clase trabajadora aún observa, confundida, acontecimientos de la naturaleza de los del día 9 como una simple confrontación entre los llamados “extremos que se tocan”. Esa es la visión que la burguesía intenta introducir. Por tanto, al no tomar en cuenta la lucha de clases ni el carácter de clase del fascismo, los “frentes de masas” que se crean burocráticamente en torno a una mesa de reuniones de militantes no solamente no conectan con las masas, sino que sufren el rechazo de estas debido a la nula compresión por parte de dichos militantes(aún presuponiendo su buena fe) de las leyes científicas del desarrollo de la sociedad y de la lucha de clases. No intentan ni organizar a los trabajadores, ni dirigirse a una clase obrera totalmente copada de ideología burguesa, la cual se posiciona muchas veces en su contra. Este deslinde de la lucha antifascista, de la lucha de clases, lo que conlleva es un fortalecimiento de las posiciones de la burguesía y la “quema” de militantes, muchos honestos, al ver que la propuesta no conecta con el sujeto revolucionario.

Nosotros  debemos explicar claramente el porqué de estos hechos, evidenciando que el fascismo no supone una amenaza para el capitalismo, sino todo lo contrario. Como dijimos anteriormente, en épocas en las que el movimiento obrero amenaza con fortalecerse y tomar conciencia – como, por ejemplo, en épocas de crisis -, la burguesía alimenta al fascismo para poder echar mano de él si la clase obrera llegara a tener opciones reales de cumplir su tarea histórica, esto es, la conquista del poder político y la edificación del Socialismo. 

El PCOE de Sevilla considera que no se puede desligar la lucha contra el fascismo, que no es más que otra etapa en la lucha de clases, de la tarea de educar revolucionariamente al proletariado, porque sólo la organización del proletariado, la conciencia de clase del proletariado, la comprensión por parte de este de la necesidad de la conquista del poder político para poner fin a su situación de explotación nos permitirá plantar cara al fascismo, con las mayores posibilidades de victoria. Porque de otra manera la clase obrera nunca va a ver como suya, ni la relacionará con el capitalismo ni con su situación de opresión de clase.  

Así pues, desde el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL en Sevillay la FEDERACIÓN DE JÓVENES COMUNISTAS DE ESPAÑA de Sevilla, somos conscientes de cuál es nuestra lucha: el derrocamiento del capitalismo y la edificación de la sociedad Socialista, única vía para derrotar al fascismo y al modo de producción que lo genera, el sistema capitalista. De igual manera  nos solidarizamos, como siempre hemos hecho, con los agredidos por las jaurías pardas. Todo ello aún a pesar de no haber recibido ninguna muestra de solidaridad, ni siquiera difusión, cuando unos militantes muy jóvenes de nuestra organización juvenil fueron atacados por estos mismos elementos del fascio. 

¡UNIR, ORGANIZAR Y CONCIENCIAR A LA CLASE OBRERA EN LA LUCHA

 

CONTRA EL CAPITALISMO ES LA LUCHA ANTIFASCISTA!

sábado, 11 de mayo de 2013

Ante el segundo aniversario del 15M



Al calor de la, ya avanzada, crisis sistémica del capitalismo y, en concreto, debido a la situación agónica de la juventud obrera y estudiante, varios colectivos, implicados en el sector estudiantil, decidieron convocar una manifestación para dejar patente la profunda preocupación que tenían para con su presente y futuro. El final no fue el habitual, sino que se decidió pernoctar en la Puerta del Sol, con el objetivo de que las protestas no quedaran solo en una simple marcha, y aunar fuerzas con el paso de los días. La afluencia de gente, sobre todo debido a la brutal represión de la primera noche, fue exponencial y masiva, unida a una ilusión palpable respecto a todo el movimiento que estaba surgiendo.

Las propuestas comenzaron a fluir dentro de aquel epicentro de inmenso grito social que se levantó en la Puerta del Sol, y que poco a poco fue extendiéndose por las plazas de las ciudades y pueblos de todo el Estado. Comenzaron a realizarse asambleas, a repartirse las tareas en comisiones, a trabajar y fijar los objetivos que se proponían como forma de mejorar la sociedad. La respuesta social fue disolviéndose con el paso de los días, ante una idea inicial fundamentada en que podría cambiarse la realidad en un periodo de tiempo mínimo y en un espacio determinado – tomada de lo acontecido en la Plaza Tharir de Egipto -. Ésto, unido a las patentes trabas y al escaso ritmo, emanado de la errada forma organizativa a la hora de consensuar los puntos a tratar en cada asamblea, hizo que se decidiera poner fin a la acampada el día 7 de Junio, determinando descentralizar el trabajo hacia los barrios – en un intento de construir, espontáneamente, algo parecido al poder popular -.

Fue así como, poco a poco, se fueron estableciendo asambleas en buena parte de los barrios de las ciudades más importantes del Estado. Cierto número de ellas fueron multitudinarias, debido a la inercia que proporcionó el escaso mes de AcampadaSol y las movilizaciones que tuvieron lugar en ese lapso de tiempo. Pero pronto perdieron esa fuerza inicial y dejaron de atraer la mirada de las masas, pues se hacía patente que, por muy buenas intenciones que tuvieran los ciudadanos más volcados en el movimiento, éste carecía de una organización eficiente, de objetivos concretos y , sobre todo, de una táctica adecuada.

Sea como fuere, estas asambleas pervivieron y sirvieron de correas transmisoras del movimiento, haciendo de engranajes que coordinaban las luchas de resistencia barriales y las que se daban a niveles superiores – local, provincial o incluso estatal-.

Así llegamos, sin pena ni gloria, al primer aniversario del movimiento 15M. Hagamos balance de lo que supuso para el conjunto de las capas populares.

En primer lugar, algo que, sin duda, hay que reconocer al 15M, es que politizó a buena parte de la sociedad que, hasta ese momento, permanecía impasible ante su penosa situación. La psicología de derrota imperante en cada centro de trabajo, de estudios y en cada barrio, fue momentáneamente vencida. Se dejó atrás el miedo a entablar conversaciones sobre lo que estaba ocurriendo en nuestra realidad inmediata. Esta desafección social quedó patente en las elecciones municipales que tuvieron lugar a los pocos días de la explosión del 15M, donde comenzó a verse la aparición de un abanico más extenso de partidos burgueses, en la senda del comienzo del fin del bipartidismo burgués entre PSOE y PP. Sin embargo, no podemos obviar que, al ser éste un movimiento espontáneo de las masas, sólo puede generar conciencia burguesa, reformista; conciencia de sí, pero no conciencia para sí. De igual modo, poco a poco nos vamos encontrando con un movimiento limitado en lo organizativo, completamente horizontalista, que posee un carácter profundamente apartidista y carente de herramientas que presenten, al conjunto de la clase obrera y al resto de capas populares, una alternativa real al sistema capitalista. Hemos podido ver que se entendía la democracia burguesa, y el marco imperialista que la engloba, como algo domesticable, siendo -para ellos- posible la gestión de la economía por el conjunto del pueblo sin salirnos de los márgenes del “libre mercado”. Se negaba, por tanto, el objetivo carácter revolucionario del proletariado y su condición de sepulturero del capitalismo, sustituyéndolo por concepciones interclasistas, donde el objetivo de la clase obrera no es edificar una nueva sociedad, sino buscar su mejor situación dentro del marco democrático-burgués, ocupando, además, un lugar secundario en el movimiento, nunca protagónico.

El 15M sigue, posteriormente -y como no no podía ser de otro modo- evolucionando. Su vanguardia práctica, directora efectiva del movimiento, así como los sectores de las masas que participan en él, adquieren una valiosa experiencia política, por ser ellas las protagonistas del mismo. De este modo empiezan a concebir el sistema como algo amplio, que abarca todos los aspectos de la vida, y no sólo como un problema político restringido a los estrechos márgenes del parlamento o una cuestión económica reducida a la avaricia de ciertas -y sólo ciertas- entidades bancarias y multinacionales. Los ecos del 15M empiezan, entonces, a ramificarse, y surgen convocatorias, colectivos y movimientos espontáneos dependientes -orgánica o ideológicamente- del susodicho. Vemos nacer tomalafacultad, YoNoPago, Yayoflautas, etc. Del mismo modo, al identificar sus intereses inmediatos con los de otras organizaciones o grupos previamente existentes, se funden con ellos y unifican su acción. Ejemplo de ésto es la relación simbiótica existente entre las asambleas barriales y la PAH.

La situación de la clase obrera -en particular- y la de los sectores populares -en general- continúa empeorando, pues la correlación de fuerzas sigue inclinándose -amplísimamente- del lado de la burguesía. Ante esta situación, los elementos más avanzados del movimiento de resistencia buscan nuevos métodos de lucha, sin salir nunca de la espontaneidad ni de los límites que impone la lógica del capital. Otean el horizonte, se atreven a mirar un poco -insistimos, sólo un poco- más lejos de lo que solían. Así nacen citas como la del 25S: Rodea el congreso, 25A: Asedia el congreso, etc.

Se empiezan a percibir actitudes peligrosas para el sistema, que, de ser encauzadas de forma revolucionaria, podrían representar -como es obvio, a largo plazo- una verdadera confrontación entre clases plenamente conscientes de sí mismas. Por eso, paralelamente a todo este proceso y a esta -leve- radicalización, el sistema pone en marcha sus mecanismos de protección.

De este modo, el ala izquierda del Capital, representada en el parlamento por Izquierda Unida, comienza un trabajo, al igual que hiciera el PCE en los años 60 con las Asambleas de barrios, de erradicamiento de cualquier brote revolucionario de superación del sistema, encauzándolo hacia los intereses, meramente electorales, de su partido burgués, planteándolo como la única posible solución al capitalismo. De este modo, fagocitan el movimiento de las masas para hacerlo asumible por el sistema, dentro de la lógica democrático-burguesa (http://madrid.tomalaplaza.net/2013/05/01/denunciamos-la-estrategia-de-izquierda-unida-de-fagocitacion-de-los-movimientos-sociales/). No les resulta difícil, pues, como apuntábamos, eran pocos y tímidos los cuestionamientos reales al sistema capitalista.

Así, llegamos al segundo aniversario del movimiento 15M. Hemos atravesado unas elecciones generales y un cambio en los gestores de la dictadura burguesa. Desgraciadamente, la burguesía sigue campando a sus anchas sin encontrar una confrontación real con su clase antagónica, el proletariado, por lo que continúa pasando por encima de él para ampliar, en lo posible, la cuantía de las plusvalías que roba. Se suceden las reformas, los recortes y toda clase de atropellos contra la clase obrera y el conjunto de los sectores populares. Han tenido lugar, en este lapso de tiempo, una total de dos Huelgas Generales -29M y 14N-, convocadas -y dirigidas- por la aristocracia obrera hacia sus propios intereses, pues ésta se ve obligada a pugnar con la gran burguesía por esa -pequeña- cota de poder que le fue cedida al restaurar el marco democrático-burgués tras el franquismo.

Ante esta abrumadora realidad que sufrimos a diario, el 15M continúa su camino. Este domingo -12M- están programadas una serie de marchas, que confluirán en una sola, para conmemorar el segundo aniversario de su nacimiento, así como un extenso conjunto de movilizaciones en días previos.

Ante ello, hemos realizado este necesario análisis, por el que concluimos que este movimiento espontáneo de masas ya cumplió su breve y limitado cometido histórico – apertura a la politización social y cuestionamiento de lo establecido -. Nada escapa al cambio, al desarrollo – en definitiva, a la dialéctica -, por ello es vital comprender que el 15M ha de morir para dar lugar a una realidad sociopolítica nueva y superior. Esto es algo que no comprenden los reformistas, los revisionistas y los oportunistas pues, de forma antidialéctica, quieren matar y no dejar morir al movimiento 15M; éste ha supuesto una verdadera escuela política para muchos elementos avanzados del proletariado, y han de ser ganados para la causa del socialismo científico, no pueden ser ignorados bajo los peregrinos epítetos de pequeñoburgueses o desclasados. Sin cumplir esta tarea -en este y otros frentes-, el divorcio entre el proletariado y la vanguardia comunista se prolongará. Es hora, por fin, de reconstruir el movimiento obrero, de darle conciencia para sí y de elevarlo -y dirigirlo- revolucionariamente.

 Este es, a grandes rasgos, el escenario actual, que parece desorientar a todas las formaciones, organizaciones o agrupaciones políticas – pretendidamente “rebeldes” o “revolucionarias” -, que de ningún modo representan los intereses objetivos de la clase trabajadora, pues parten de análisis acientifícos, cimentados en las tierras movedizas del idealismo y la metafísica, esto es, basados en el pensamiento burgués y no en el proletario -científico-.

Atendiendo a las conclusiones, debemos comprender que la eclosión social del 15M tiene lugar -principalmente- ante el desmantelamiento paulatino del llamado “Estado del Bienestar”. Responde, por tanto, ante la necesidad de los sectores pequeño burgueses y aristocrático-obreros, de clamar contra lo que consideran un atropello hacia sus condiciones de estabilidad, esto es, la proletarización de sus condiciones de vida. Es por ello que está arraigado, en el seno mismo del movimiento, el carácter puramente interclasista y ciudadanista que no corresponde con la aspiración máxima del proletariado – lo cual no se encuentra, aunque pueda haber obreros, dentro del 15M -, sino a una lucha social que enarbola la bandera de un capitalismo al que sueñan retornar, a esos años de bonanza que, para esa parte de la población, suponían un nivel de vida que veían -o querían ver- como eterno.

La cuestión es que la pequeña burguesía no es el sujeto revolucionario, no juega el papel de oprimido que sí juega el obrero dentro de las relaciones de producción capitalistas y, por tanto, no es la clase social llamada a protagonizar y guiar la Revolución Socialista que entierre el modo de producción burgués en el cementerio de la historia. Por lo tanto, es menester entender que la pequeña burguesía no debe tomar un papel protagonista dentro de la vanguardia práctica – como sí juega ahora -, sino que debemos ganárnosla (a la peq. burg.) como aliada del proletariado en el camino hacia el Socialismo, algo que, al calor de la profunda crisis estructural del sistema capitalista, y de, por tanto, su inevitable proletarización, supone una gran ventaja para la causa abanderada por el Partido Comunista.

El papel de la violencia empieza, progresivamente, a verse como un arma necesaria en el grito espontáneo de las masas – o, en su defecto, los métodos de lucha que escapen del marco democrático-burgués, véase el escrache -. Es por ello que debemos preguntarnos qué violencia es la que necesitamos, pues la que responde a acciones individualistas no supone avance ninguno para el movimiento obrero. Para determinarlo acudimos al análisis materialista y dialéctico de la historia, el cual nos enseña que el motor de cambio y de desarrollo histórico es la confrontación directa -ineludiblemente violenta- entre las clases sociales, es decir, la lucha de clases. Si queremos derrocar y superar este sistema – verdaderamente -, liberarnos de toda opresión, debemos arrebatarle el poder político a nuestra clase antagónica, la burguesía, la cual no entregará a su enemigo natural, la clase obrera, su herramienta dictatorial – el Estado – a cambio de movilizaciones pacíficas y manos alzadas. Entendido ésto, y por mucho que nos pese a quienes soñamos y trabajamos por un sistema al verdadero servicio del ser humano, debemos asumir dicha realidad. De igual forma, es necesario puntualizar que las acciones de violencia deben estar dirigidas por la vanguardia del proletariado, el Partido Comunista, para dotarlas de un verdadero carácter revolucionario, logrando, así, los objetivos deseados.

Concluimos, por tanto, que la ardua – pero maravillosa – tarea a realizar por la vanguardia teórica, es – además de deslindar posiciones con el revisionismo y el oportunismo – la de acudir allí donde se encuentra el único sujeto revolucionario, la clase obrera, que no es otro lugar que los centros de trabajo – aunado con los institutos,  universidades y barrios -, trabajando, entremezclándose y ligándose con él, elevando su conciencia, sacándole de los márgenes de la lucha economicista, y organizando lo que será el futuro Estado Obrero, construir la máquina de Poder Popular que derrocará al Estado burgués -Frente Único del Pueblo- y que traerá la tan ansiada revolución emancipatoria que ponga fin, de una vez por todas, al yugo de esta opresión tiránica que no tenemos porqué soportar ni un minuto más.

Así, desde el PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL en MADRID, reafirmamos nuestra intención de organizar al proletariado madrileño y dotarlo de conciencia revolucionaria. Del mismo modo, hacemos un llamamiento a todos los comunistas del Estado español a engrosar las filas del PCOE para luchar consecuentemente por la Revolución Socialista y la edificación del Socialismo.

 Comité Regional del Partido Comunista Obrero Español en Madrid

lunes, 6 de mayo de 2013

Sobre Islandia

Islandia: radiografía de una revolución «ciudadana»

 
En la bancarrota actual del capitalismo y en su fase más avanzada y corrompida proliferan supuestas alternativas que son mimadas por los medios burgueses siempre que no toquen la propiedad privada de los medios de producción, piedra sacro-santa del régimen capitalista.
 De entrada debemos sospechar cuando los propios medios del régimen usan el término “revolución”. Lo normal cuando hay un proceso de transformación radical de la sociedad es que si va contra los intereses de los capitalistas lo califiquen de “dictadura”.
Y el término “ciudadano” deja claro que la supuesta revolución no es propia de la clase trabajadora, sino un movimiento que mezcla intereses de las clases explotadoras y explotadas.
Por tanto es imposible esperar que de estos tipos de movimientos “ciudadanos” pueda ser una alternativa real al régimen económico y político actual.
Por otra parte es ingenuo pensar que un país que vive esencialmente de la pesca, el aluminio, o el turismo puede ser “autónomo” en pleno siglo XXI cuando es además un país de avanzado desarrollo tecnológico que necesita importar materias primas y maquinaria. Las tierras cultivables representan menos del 1% de la isla.
Pero vamos a los acontecimientos.
 2En enero de 2009 miles de islandeses se manifiestan con cacerolas frente al parlamento ante la situación crítica como fruto del estallido de una burbuja financiera: explosión del paro, de los desahucios...
El país se mantenía artificialmente a base de créditos (como el resto del planeta, por cierto).
Según las leyendas urbanas que circulan por internet la “revolución ciudadana” consiguió encarcelar a los políticos y banqueros culpables de la situación. Falso, porque de las causas que se abrieron sólo dos banqueros han sido condenados. En abril de 2012 el anterior primer ministro Geir H. Haarde fue exculpado de los cuatro cargos que se le imputaban.
3
El 27 de noviembre se eligen 25 candidatos de entre los 523 que se presentaron para elaborar un proyecto de constitución. Sólo un 36% de la población acude a este sufragio. Entre los 25 “ciudadanos” encontramos a pocos trabajadores, jornaleros o pescadores. Se trata de intelectuales, empresarios, periodistas, abogados y hasta un cura.
Forman lo que se llama una asamblea constituyente. Lo moderno y “novedoso” es que reciben propuestas a través de Facebook, Twitter o Youtube. 317.000 contribuciones se recogen. Que nos expliquen cómo 25 personas por muy intelectuales que sean pueden leer y tener en cuenta todas esas contribuciones.
En el proyecto de constitución que elaboran se propone que los recursos naturales que no son propiedad privada sean declaradas propiedad de la nación. He ahí el límite de estas revoluciones “ciudadanas”: la propiedad privada.
4El diario francés de carácter conservador Le Figaro calificaba el proyecto como de constitución por y para los ciudadanos1 . ¿Pero no decían que los medios de comunicación silenciaban esta “revolución”?
El proyecto de constitución además debe ser aprobada dos veces por el Parlamento, y entre esas dos veces deben celebrarse elecciones legislativas. Así que no sólo no se encarcela a los políticos sino que se les da la posibilidad dos veces de rechazar la nueva constitución y se mantiene el mismo tipo de democracia donde los partidos del capital controlan las elecciones.
Mientras esto acontecía recibíamos decenas de correos electrónicos y encontrábamos en blogs idealistas y pseudoreligiosos como “En positivo” o “Despertares” frases grandilocuentes del tipo Islandia consiguió acabar con un gobierno corrupto y parásito. Encerró a los responsables de la crisis financiera en la cárcel. Empezó a redactar una nueva Constitución hecha por ellos y para ellos. Y hoy, gracias a la movilización, será el país más próspero de un occidente sometido a una tenaz crisis de la deuda. Es la ciudadanía islandesa, cuya revuelta en 2008 fue silenciada en Europa por temor a que muchos tomaran nota. »2 .5
El 1 de julio de 2012 el presidente de Islandia Olafur Ragnar Grimsson, una figura más bien decorativa, es reelegido por sexta vez. Había decidido no volver a presentarse pero una petición firmada por 30 mil islandeses (un 10% de la población) le hizo cambiar de idea.
El señor Olafur Ragnar había animado el desarrollo del sector financiero antes del estallido de la crisis. Ahora lo justifica diciendo que durante la última década del siglo XX y los primeros años del siglo XXI las empresas farmacéuticas o de ingeniería, tecnológicas, bancarias, se desarrollaron y dieron a los jóvenes islandeses educados, por primera vez en nuestra historia, la posibilidad de trabajar sobre una escala global sin tener que dejar el país. Los bancos han formado parte de esta evolución. Se portaban bien.
Y el mismo presidente islandés que ha recibido el visto bueno por sexta vez de los islandeses valora de la siguiente manera las instituciones vigentes antes y durante la crisis:
La Constitución actual ha jugado su papel en la crisis: el de mantener las elecciones, organizar los referendums,...
Islandia es una de las democracias más estables y seguras del mundo […] Y sin embargo tras la quiebra financiera la policía tuvo que defender el Parlamento día y noche, la Banca central, las oficinas del Primer ministro...[...] Pero tuvimos la suerte de poder responder a todas las demandas de los manifestantes
Es decir, con las mismas instituciones han evitado males mayores (por ejemplo una revolución de verdad).
El 21 de octubre de 2012 un 48,9% de los islandeses acuden a votar la nueva constitución “ciudadana”, y de esos un 66,3% la aprobaron. Lo cual nos da un porcentaje final de un 32,42% de islandeses que apoyan el proyecto “ciudadano” de constitución.
Mientras tanto, el gobierno socialdemócrata seguía sus reuniones con el FMI que le dictaba los pasos a seguir y que prestó al país 1,6 mil millones de euros entre 2008 y 2011. Prueba de esta colaboración es el informe No. 12/309 de noviembre de 2012 realizado tras la visita en septiembre del mismo año de los representantes del FMI a Islandia1 . En este informe se afirma lo siguiente:
Se ha hecho un considerable progreso en alcanzar las condiciones macro-económicas necesarias para levantar los controles al capital, incluyendo poner las finanzas del gobierno en una trayectoria sostenible, limpiando los balances del sector financiero y recuperando el acceso a los mercados internacionales de capital
La estrategia de liberalización de capital esta siendo implementada ampliamente como se planeó”
“Las autoridades coinciden en que sería demasiado arriesgado eliminar los controles en 2013
Y llegamos a las elecciones legislativas del 29 de abril de 2013 donde la coalición que gobernaba el país antes de la crisis, el Partido de la Independencia (derecha) y el Partido del Progreso (de centro y agrario) vuelve a ganar dejando a un lado a los socialdemócratas que cumplieron su misión de lavarle la cara un poco al sistema mientras se seguían las directrices indicadas por el capital islandés.
Entre ellas las de rechazar la deuda con los bancos extranjeros (principalmente Gran Bretaña y Holanda) pero no la de los bancos islandeses. Dos de ellos han ya vuelto a privatizarse tras haberlos saneado. SPRON por ejemplo se fusionó con el Banco Arion que a su vez fue regalado a los acreedores extranjeros de Kaupthing.
A través de un complicado sistema de participaciones los bancos han sido retomados por los acreedores extranjeros que han paralizado las investigaciones contra esas entidades.
Sin embargo las leyes islandesas sobre la quiebra impiden además a la gente escapar a su crédito hipotecario; ni siquiera muriendo porque la deuda se transmite a los hijos.
Se afirma también Islandia está saliendo de la crisis, lo cual demostraría el supuesto éxito de la “revolución” islandesa. Lo que han hecho es simplemente volver un paso atrás al cancelar deudas mayores con acreedores extranjeros pero las causas que obligan a la clase trabajadora a endeudarse para adquirir los bienes básicos continúan y volverá a destaparse la crisis sistemática en cuanto esas deudas se hagan insostenibles de nuevo.
6Por otro lado las exportaciones se mantienen porque al tener moneda propia (corona) pueden jugar con el valor de ésta. Si la devalúan consiguen que sus productos sean más baratos y competitivos que los otros países pero al mismo tiempo provocan una inflación y subida de precios que estancan el consumo en el mismo país.
Para finalizar dejemos que sea el propio Thorvaldur Gylfason, uno de los redactores del proyecto de constitución, quien haga balance: hay pocas esperanzas en que el nuevo Parlamento respete la voluntad del pueblo si el Parlamento saliente ha fracasado a hacerlo a pesar de sus promesas.2
Una y otra vez se demuestra que buscar la solución dentro del sistema capitalista en la fase actual es intentar cuadrar el círculo. Una vez más el PCOE no entiende que haya más fases intermedias: sólo cabe ya el Socialismo.
Y para alcanzarlo hay primero que organizar al pueblo trabajador principalmente en centros de trabajo, fincas, centros de estudio, y barrios para desarrollar el Frente Único del Pueblo con el que levantar nuestro propio Estado y Parlamento obreros y tomar así el poder político y económico.
 Comisión de Relaciones Internacionales del PCOE
 

1 https://www.imf.org/external/pubs/cat/longres.aspx?sk=40109.0
2  http://www.vivreenislande.fr/2013/03/putsch-la-constitution-islandaise-redigee-par-le-peuple-a-ete-assassinee-par-le-parlement.html

domingo, 5 de mayo de 2013

Lenin : Protesta de los socialdemócratas de Rusia



LA REUNION DE LOS SOCIALDEMOCRATAS
DE UNA LOCALIDAD (DE RUSIA) EN NUMERO DE 17
PERSONAS, ADOPTO POR UNANIMIDAD LA SIGUIENTE
RESOLUCION DECIDIENDO PUBLICARLA Y SOMETERLA
A LA DISCUSION DE TODOS LOS CAMARADAS



Ultimamente se viene observando entre los socialdemócratas rusos la tendencia a desviarse de los principios fundamentales de la socialdemocracia rusa, que fueron proclamados por los fundadores y luchadores de vanguardia, miembros del grupo "Emancipación del Trabajo"[71), así como por las publicaciones socialdemócratas de las organizaciones obreras rusas de la década del 80. El "credo"[72] que damos a conocer en las líneas siguientes, y que está llamado a exponer los puntos de vista fundamentales de algunos socialdemócratas rusos (de los "jóvenes"), representa un intento de exposición sistemática y definida de los "nuevos conceptos". He aquí el "credo" de cuerpo entero:

 "La existencia del período del gremio y de la manufactura en Occidente dejó una huella profunda en el desarrollo de toda la historia posterior y particularmente en la historia de la socialdemocracia. La necesidad de la burguesía de conquistar formas libres, su aspiración a liberarse de las reglamentaciones gremiales que atenazaban la producción, hicieron de ella, de la burguesía, un elemento revolucionario. En todas partes de Occidente comienza con la liberté, fraternité, égalité, con la conquista de las formas políticas libres. Mas, con esta conquista, según expresión de Bismarck, la burguesía daba a su antípoda, a la clase obrera, una letra de cambio que debía ser abonada en el futuro. Casi en todas partes de Occidente, la clase obrera, como tal clase, no ha conquistado las instituciones democráticas, sino que las ha utilizado. Podrá objetársenos que la clase obrera participó en las revoluciones. Los datos históricos desmienten esta opinión, puesto que precisamente en 1848, cuando se iban consolidando las constituciones en Occidente, la clase obrera representaba de por sí el elemento artesano de las ciudades, la democracia pequeñoburguesa; el proletariado fabril casi no existía y el de la gran producción; (los tejedores de Alemania descritos por Hauptmann, los tejedores de Lyon) era una masa salvaje, capaz sólo de promover motines, pero en modo alguno de plantear cualquier reivindicación: política. Puede afirmarse categóricamente que las constituciones de1848 fueron conquistadas por la burguesía y la pequeña burguesía, por los artesanos. Por otra parte, la clase obrera (los artesanos y obreros de la manufactura, los tipógrafos, tejedores, relojeros, etc.) ya desde la Edad Media se había habituado a participar en las organizaciones, en las cajas de ayuda mutua, sociedades religiosas, etc. Este espíritu de organización está latente hasta hoy día entre los obreros calificados de Occidente, distinguiéndolos gran demente del proletariado fabril, que se somete a la organización de mal grado y con lentitud y que sólo es capaz de formar las llamadas lose Organisation (organizaciones temporales) y no de militar en organizaciones sólidas regidas por estatutos y reglamentos. Estos mismos obreros calificados de la manufactura fueron los que constituyeron el núcleo de los partidos socialdemócratas. De este modo tenemos el cuadro siguiente: por una parte, la relativa facilidad y posibilidad completa de realizar una lucha política, y, por otra, la posibilidad de organizar sistemáticamente esta lucha con ayuda de los obreros educados en el período de la manufactura. En este terreno, se desarrolló en Occidente el marxismo teórico y práctico. El punto de partida era la lucha política parlamentaria, con la perspectiva -- que se asemejaba sólo exteriormente al blanquismo[73], pero que era por su origen de carácter completamente distinto --, con la perspectiva de adueñarse del Poder, por una parte, y con la perspectiva
del Zusammenbruch (de la catástrofe), por otra. El marxismo constituía la expresión teórica de la practica dominante: de la lucha política, que prevalecía sobre la lucha económica. Tanto en Bélgica como en Francia, y especialmente en Alemania, los obreros organizaron con facilidad increíble la lucha política, y sólo con terrible trabajo y enormes fricciones la lucha económica. Hasta hoy día las organizaciones económicas, en comparación con las políticas (sin referirnos a Inglaterra), padecen de una debilidad extraordinaria, de inestabilidad, y en todas partes laissent à désirer quelque chose (dejan aún mucho que desear). Mientras no se agotó toda la energía en la lucha política, el Zusammenbruch constituía un Schlagwort (una consigna en boga) organizativo indispensable llamado a desempeñar un enorme papel histórico. La ley fundamental que se puede deducir del estudio del movimiento obrero, es la línea de la menor resistencia. En el Occidente esta línea la constituía la actividad política, y el marxismo, tal como había sido formulado en el Manifiesto Comunista, era la forma más feliz en que debía plasmarse el movimiento. Pero, por otra parte, cuando quedó agotada toda la energía en la actividad política, cuando el movimiento político llegó a tal grado de tensión que era ya difícil y casi imposible conducirlo más allá (escaso aumento de votos en los últimos tiempos, apatía del público en las reuniones, tono abatido de la literatura), la impotencia de la actividad parlamentaria y la aparición en la escena de la masa ignorante del proletariado fabril desorganizado y casi inorganizable, crearon en Occidente lo que ahora se llama bernsteinismo[74], la crisis del marxismo. Es difícil imaginarse un curso más lógico de las cosas que el período de desarrollo del movimiento obrero, desde el Manifiesto Comunista hasta el bernsteinismo, y un estudio atento de todo este proceso podrá determinar, con exactitud astronómica el desenlace de esta "crisis". No se trata aquí, claro está, de la derrota o victoria del bernsteinismo, cosa de poco interés; de lo que se trata es de una modificación radical de la actividad práctica que desde hace ya mucho se viene realizando, poco a poco, en el seno del Partido.

    Esta modificación se ha de efectuar no sólo en el sentido de llevar a cabo una lucha económica más enérgica, de consolidar las organizaciones de tipo económico, sino también, y esto es lo esencial, en el sentido de modificar la posición del Partido con respecto a los demás partidos de oposición. El marxismo intolerante, el marxismo negador, el marxismo primitivo (que utiliza una concepción demasiado esquemática sobre la división de la sociedad en clases) cederá su puesto al marxismo democrático, y la situación social del Partido dentro de la sociedad moderna tendrá que cambiar profundamente. El Partido reconocerá a la sociedad. Sus
tareas estrechamente corporativas, en la mayoría de los casos sectarias, serán ampliadas hasta convertirse en tareas sociales y su afán de conquistar el Poder se transformará en el afán de modificar, de reformar a la sociedad moderna en un sentido democrático, adaptado al actual estado de cosas, a fin de poder defender del modo más completo y mas feliz (todos) los derechos de las clases trabajadoras. El contenido del concepto "política" será ampliado hasta adquirir un sentido verdaderamente social, y las reivindicaciones prácticas del momento adquirirán mayor peso, podrán contar con que se les preste mayor atención que hasta ahora.

    De esta breve descripción del desarrollo del movimiento obrero en Occidente no será difícil sacar conclusiones en lo que atañe a Rusia. La línea de menor resistencia nunca se orientará en nuestro país hacia la actividad política. La inaudita opresión política obligará a que se hable mucho de ella y a que en ella, precisamente, se concentre nuestra atención, pero jamás nos obligará a actuar prácticamente. Mientras en Occidente las débiles fuerzas de los obreros, al ser arrastradas a la actividad política, iban consolidándose y se formaron en ella, entre nosotros estas fuerzas débiles, por el contrario, chocan con el muro de la opresión política y no sólo les faltan las vías prácticas para la lucha contra la misma y, por consiguiente, para su desarrollo, sino que son sistemáticamente ahogadas por ella y se ven incapacitadas incluso para producir brotes débiles. Si añadimos a esto que nuestra clase obrera tampoco ha heredado aquel espíritu de organización que distinguía a los luchadores de Occidente, el cuadro será deprimente y capaz de desanimar al marxista que profese el mayor optimismo y que crea que cada nueva chimenea de fábrica, por el solo hecho de su existencia, constituye ya una gran bendición. También la lucha económica es difícil, enormemente difícil; pero ella es posible y, al fin y a la postre, es practicada por las propias masas. Aprendiendo poco a poco en esta lucha a organizarse y chocando en ella a cada paso con el régimen político, el obrero ruso acabará por crear lo que podría llamarse la forma del movimiento obrero, creará tales o cuales organizaciones que serán las más adecuadas a las condiciones de la realidad rusa. Ahora puede afirmarse con seguridad que el movimiento obrero ruso se encuentra aún en estado amiboideo y no ha creado todavía forma alguna. El movimiento huelguístico, que existe bajo toda forma de organización, no puede llamarse todavía la forma cristalizada del movimiento ruso; en cuanto a las organizaciones ilegales (sin hablar del grado de su utilidad en las condiciones actuales), ya desde el punto de vista puramente cuantitativo, no merecen atención alguna.

Esta es la situación. Si a esto añadimos el hambre y el proceso de ruina del campo, que contribuyen al aumento de los Streikbrecher y, por consiguiente, crean aún mayores dificultades al ascenso de las masas obreras a un nivel cultural más soportable, cabe preguntar . . . ¡qué deben hacer entonces los marxistas rusos? Las divagaciones sobre un partido político obrero independiente no son sino el producto de la trasplantación a nuestro propio terreno de tareas ajenas y de resultados ajenos. Los marxistas rusos, por ahora, ofrecen un espectáculo lamentable. Sus tareas prácticas en el presente son míseras; sus conocimientos teóricos, en la medida que los utiliza no como instrumento de investigación, sino como esquema de actividad, no valen ni siquiera para el cumplimiento de estas míseras tareas prácticas. Además, estos esquemas tomados del cercado ajeno son, en el sentido práctico, dañinos. Olvidándonos de que la clase obrera en Occidente hizo su intervención en un campo de actividad política ya desbrozado, nuestros marxistas tratan con desdén exagerado la actividad radical o liberal oposicionista de todas las capas no obreras de la sociedad. Los menores intentos de concentrar la atención en los fenómenos sociales de carácter político-liberal suscitan la protesta de los marxistas ortodoxos, quienes olvidan que toda una serie de circunstancias históricas nos impiden ser iguales a los marxistas de Occidente y exigen de nosotros un marxismo distinto, adecuado y necesario en las condiciones rusas. La falta de sentido e instinto político en cada ciudadano ruso, evidentemente, no puede ser compensada con habladurías sobre política o con apelaciones a una fuerza inexistente. El instinto político sólo puede adquirirse por medio de la educación, es decir, participando en la vida (por poco marxista que sea) que nos ofrece la realidad rusa. En la misma medida que la "negación" ha sido oportuna (temporalmente) en Occidente, es perniciosa en nuestro país, puesto que la negación que parte de algo organizado y dotado de una fuerza efectiva es una cosa, y la negación que parte de una masa informe de personas dispersas, otra.

    Para los marxistas rusos existe una sola solución: la participación, es decir, la ayuda a la lucha económica del proletariado y la participación en la actividad liberal oposicionista. Los marxistas rusos empezaron muy temprano a ser "negadores", y esta negación debilitó en ellos la parte de su energía que debería haberse encauzado en el sentido del radicalismo político. Por ahora todo esto no es tan terrible; pero si el esquema clasista impide a los intelectuales rusos participar activamente en la vida y los aparta demasiado de los círculos de oposición, esto constituirá un perjuicio considerable para todos los que se ven obligados a luchar por formas jurídicas no al lado de la clase obrera, que no ha planteado todavía tareas políticas. La ingenuidad política de los intelectuales marxistas rusos, oculta tras razonamientos abstractos sobre temas políticos, puede jugarles una mala pasada".

No sabemos si habrá muchos socialdemócratas rusos que participen de estos puntos de vista. Pero es indudable que semejantes ideas, en general, tienen sus partidarios, por lo que nos consideramos en el deber de protestar categóricamente contra tales conceptos y de advertir a todos los camaradas del peligro que amenaza a la socialdemocracia rusa de ser desviada del camino ya trazado por ella, a saber: la formación de un partido político obrero independiente, inseparable de la lucha de clase del proletariado y que se plantee, como tarea inmediata, la conquista de la libertad política.

    El "credo", arriba citado, se compone: primero, de una "breve descripción del desarrollo del movimiento obrero en Occidente" y, segundo, de "conclusiones en lo que atañe a Rusia".

    Ante todo, son absolutamente falsas las concepciones de los autores del "credo" con respecto al pasado del movimiento obrero de Europa Occidental. Es falso que la clase obrera de Occidente no haya participado en la lucha por la libertad política ni en las revoluciones políticas. La historia del movimiento carlista, la revolución del 48 en Francia, Alemania y Austria demuestran lo contrario. Es absolutamente falso que "el marxismo era la expresión teórica de la práctica dominante: la lucha política, que prevalece sobre la lucha económica". Por el contrario, "el marxismo" apareció en el momento en que predominaba el socialismo apolítico (owenismo, "fourierismo", "socialismo verdadero") y el Manifiesto Comunista emprendió inmediatamente la lucha contra el socialismo apolítico. Incluso cuando el marxismo actuó
ya completamente pertrechado con la teoría (El Capital ) y organizó la célebre Asociación Internacional de los Trabajadores, la lucha política no era, ni mucho menos, la práctica dominante (el tradeunionismo estrecho en Inglaterra, el anarquismo y el proudhonismo en los países latinos). En Alemania, el gran mérito histórico de Lassalle reside en que transformó a la clase obrera, de apéndice de la burguesía liberal, en partido político independiente. El marxismo ligó en un solo haz inseparable la lucha económica y política de la clase obrera; y el afán de los autores del "credo" de separar esas formas de lucha constituye una de sus desviaciones más desafortunadas y más deplorables del marxismo.

    Sigamos. Son completamente falsas también las concepciones que tienen los autores del "credo" respecto a la situación actual del movimiento obrero en Europa Occidental y de la teoría del marxismo, que sirve de bandera a dicho movimiento. Hablar de una "crisis del marxismo", significa repetir las frases absurdas de los escribas burgueses que se esfuerzan en atizar toda discusión entre socialistas para transformarla en una escisión de los partidos socialistas. El tristemente famoso bernsteinismo, tal como es comprendido ordinariamente por el público en general y por los autores del "credo" en particular, significa un intento de empobrecer la teoría del marxismo, un intento de transformar el partido obrero revolucionario en reformista, y este intento, como era de esperar, ha chocado con la enérgica condenación de la mayoría de los socialdemócratas alemanes. Las tendencias oportunistas se manifestaron más de una vez dentro de la socialdemocracia alemana y siempre fueron rechazadas por el partido, que se atiene fielmente a los legados de la socialdemocracia revolucionaria internacional. Tenemos la seguridad de que todos los intentos de aplicar los conceptos opor
tunistas en Rusia chocarán con la misma resistencia enérgica de la inmensa mayoría de los socialdemócratas rusos.

    Tampoco cabe hablar siquiera de "una modificación radical de la actividad práctica" de los partidos obreros de Europa Occidental, a pesar de lo que afirman los autores del "credo": la enorme importancia de la lucha económica del proletariado y la necesidad de esta lucha fueron reconocidas por el marxismo desde un principio; ya en la década del 40, Marx y Engels polemizaron con los socialistas utopistas que negaban la importancia de la lucha económica[75].

    Unos veinte años más tarde, cuando se formó la Asociación Internacional de los Trabajadores, la cuestión de la importancia de los sindicatos obreros y de la lucha económica fue ya planteada en el Primer Congreso de Ginebra, en 1866. La resolución de este Congreso indicaba claramente la importancia de la lucha económica, advirtiendo a los socialistas y obreros, por una parte, que no se debía exagerar su importancia (lo que entonces se observaba entre los obreros ingleses) y, por otra parte, que no se la subestimase (lo que se observaba entre los franceses y alemanes, sobre todo entre los lassalleanos[76]). La resolución no sólo reconocía a los sindicatos obreros como un fenómeno legítimo, sino indispensable bajo el capitalismo; los reconocía como sumamente importantes para la organización de la clase obrera en su lucha cotidiana con el capital y para la abolición del trabajo asalariado. La resolución reconocía que los sindicatos obreros no debían prestar atención exclusivamente a la "lucha directa contra el capital", no debían apartarse del movimiento político y social general de la clase obrera; que no debían proponerse objetivos "estrechos", sino aspirar a la emancipación general de los millones de trabajadores oprimidos. Desde entonces, entre los partidos obreros de los
diversos países se ha planteado más de una vez, y naturalmente se planteará todavía más de una vez, la cuestión de si es necesario, en un momento dado, prestar más o menos atención a la lucha económica que a la lucha política del proletariado; pero la cuestión general o de principio se plantea, también ahora, del mismo modo como fue planteada por el marxismo. La convicción de que la lucha de clases única debe abarcar necesariamente la lucha política y la económica ha encarnado en la socialdemocracia internacional. Además, la experiencia histórica testimonia de un modo irrefutable que la falta de libertad o la restricción de los derechos políticos del proletariado conduce siempre a la necesidad de plantear la lucha política en el primer plano.

    Cabe menos aún hablar de un cambio de cierta importancia en la actitud del partido obrero con respecto a los otros partidos de oposición. También en este sentido el marxismo marcó una posición justa, tan lejana de la exageración de la importancia de la política y de la conjuración (blanquismo, etc.), como del desprecio de la política o de su degeneración en remiendos oportunistas y reformistas de la sociedad (anarquismo, socialismo utópico y pequeñoburgués, socialismo de Estado, socialismo de cátedra, etc.). El proletariado debe aspirar a fundar partidos políticos obreros independientes que tengan por objetivo principal la conquista del Poder político por el proletariado, con el fin de organizar la sociedad socialista. El proletariado no debe, ni mucho menos, considerar a las demás clases y a los demás partidos como a "una sola masa reaccionaria"[77]: por el contrario, el proletariado debe participar en toda la vida política y social apoyar a las clases y partidos progresivos contra los reaccionarios, apoyar todo movimiento revolucionario contra el régimen existente; debe ser defensor de toda raza o pueblo
oprimido, de toda religión perseguida, del sexo privado de derechos, etc. Los razonamientos de los autores del "credo" sobre este tema sólo testimonian su aspiración a velar el carácter de clase de la lucha del proletariado, a debilitar esta lucha por medio de un absurdo "reconocimiento de la sociedad", a empobrecer el marxismo revolucionario hasta reducirlo a una corriente reformista cualquiera. Tenemos la convicción de que la enorme mayoría de los socialdemócratas rusos rechazará categóricamente esta tergiversación de los principios fundamentales de la socialdemocracia. Las falsas premisas de los autores del "credo" respecto al movimiento obrero de Europa Occidental les llevan a "conclusiones para Rusia" más falsas todavía.

    La afirmación de que la clase obrera rusa "todavía no se ha planteado tareas políticas", sólo testimonia la falta de conocimiento del movimiento revolucionario ruso. Ya la "Unión de Obreros del Norte de Rusia"[78], fundada en 1878, y la "Unión de Obreros del Sur de Rusia"[79], fundada en 1875, plantearon en su programa la reivindicación de la libertad política. Después de la reacción de los años del 80, la clase obrera volvió a plantear repetidamente la misma reivindicación en la década del 90. La afirmación de que "las habladurías sobre un partido político obrero independiente no son sino el producto de la trasplantación a nuestro terreno de tareas ajenas y de resultados ajenos", sólo testimonia la completa incomprensión del papel histórico de la clase obrera rusa y de las tareas más urgentes de la socialdemocracia rusa. El propio programa de los autores del "credo" tiende evidentemente a que la clase obrera, siguiendo la "línea de la menor resistencia", se limite a la lucha económica, en tanto que los "elementos liberales de oposición" luchan, con la "participación" de los marxistas, por
las "formas jurídicas". La realización de semejante programa equivaldría al suicidio político de la socialdemocracia rusa, equivaldría a frenar y envilecer enormemente el movimiento obrero ruso y el movimiento revolucionario ruso (estos dos últimos conceptos son para nosotros idénticos). El solo hecho de que haya podido aparecer semejante programa demuestra cuán fundados eran los recelos de uno de los luchadores de vanguardia de la socialdemocracia rusa, P. B. Axelrod, cuando, a fines de 1897, escribió respecto a la posibilidad de semejante perspectiva.

    "El movimiento obrero no sale de los estrechos cauces de los conflictos puramente económicos entre los obreros y los patronos y por sí mismo, en su conjunto, carece de carácter político, pero en la lucha por la libertad política, las capas avanzadas del proletariado marchan con los círculos y fracciones revolucionarios, formados por la llamada intelectualidad" (Axelrod, Acerca de las tareas actuales y de la táctica de los socialdemócratas rusos, Ginebra, 1898, pág. 19).

    Los socialdemócratas rusos deben declarar una guerra sin cuartel a todo el cuerpo de ideas expresadas en el "credo", puesto que estas ideas conducen directamente a la realización de dicha perspectiva. Los socialdemócratas rusos deben empeñar todas sus fuerzas para que se realice otra perspectiva, la expuesta por P. B. Axelrod con las siguientes palabras:

    "Otra perspectiva: la socialdemocracia organiza al proletariado ruso en un partido político independiente que lucha por la libertad, en parte al lado y en alianza con las fracciones revolucionarias de la burguesía (si tales existiesen), y, en parte, atrayendo directamente a sus filas o arrastrando tras de sí a los intelectuales mas revolucionarios y que mayor cariño profesen al pueblo" (lugar citado, pág. 20).

    Cuando P. B. Axelrod escribía estas líneas, las declaraciones hechas por los socialdemócratas en Rusia demostraban claramente que la enorme mayoría de ellos participaban del mismo punto de vista. Cierto es que un periódico obrero de Petersburgo, Rabóchaia Misl [80], parece haberse inclinado a las ideas sostenidas por los autores del "credo", manifestando, lamentablemente, en un artículo de carácter programático (del número I, octubre de 1897), el pensamiento completamente equivocado y que contradice al socialdemocratismo de que "la base económica del movimiento" puede ser "eclipsada por el constante afán de no olvidar el ideal político". Pero simultáneamente, otro periódico obrero de Petersburgo, S. Petersburgski Rabochi Listok [81] (número 2, septiembre de 1897), se manifestó enérgicamente afirmando que "sólo puede derrocar al absolutismo . . . un numeroso partido obrero fuertemente organizado", que "al organizarse en un poderoso partido" los obreros "se liberarán a sí mismos y a Rusia entera de toda opresión política y económica". Y un tercer periódico, Rabóchaia Gazeta [82], en su artículo editorial del número 2 (noviembre de 1897), escribió: "La lucha contra el gobierno autocrático por la libertad política es la tarea inmediata del movimiento obrero ruso". "El movimiento obrero ruso decuplicará sus fuerzas si actúa como una entidad única, armónica, bajo el mismo nombre y con una organización sólida . . .". "Los círculos obreros aislados deben transformarse en un partido único común". "E1 partido obrero ruso será un partido socialdemócrata". Que la enorme mayoría de los socialdemócratas de Rusia participaba por completo de estas opiniones de Rabóchaia Gazeta lo testimonia también el hecho de que el Congreso de los socialdemócratas rusos[83], que tuvo lugar en la primavera de 1898, formó el "Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia", publicó su manifiesto y reconoció al periódico Rabóchaia Gazeta como su órgano oficial de prensa. De este modo los autores del "credo" dan un enorme paso atrás en comparación con el nivel de desarrollo alcanzado ya por la socialdemocracia rusa y que fue expresado en el "Manifiesto del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia". Si bien la feroz persecución del gobierno ruso ha llevado a que por ahora la actividad del Partido se haya debilitado temporalmente y su órgano oficial de prensa haya dejado de aparecer, para todos los socialdemócratas rusos la tarea consiste en emplear todas sus fuerzas para consolidar definitivamente el Partido, elaborar un programa del mismo y reanudar la publicación de su órgano oficial de prensa. Ante la vacilación ideológica, testimoniada por la posibilidad de la aparición de programas como el "credo" analizado más arriba consideramos especialmente necesario destacar los siguientes principios fundamentales, expuestos en el "Manifiesto", que tienen una enorme importancia para la socialdemocracia rusa. Primero, la socialdemocracia rusa "desea ser y continuará siendo el movimiento de clase de las masas obreras organizadas". De aquí se deduce que el lema de la socialdemocracia debe ser: contribución no sólo a la lucha económica de los obreros, sino también a su lucha política; agitación no sólo en torno a las necesidades económicas inmediatas, sino también en torno a todas las manifestaciones de opresión política; propaganda no sólo de las ideas del socialismo científico, sino también de las ideas democráticas. Solamente la teoría del marxismo revolucionario puede servir de bandera al movimiento obrero de clase, y la socialdemocracia rusa debe velar por el ulterior desarrollo de esta teoría y su encarnación en la vida, al tiempo que ha de preservarla contra las tergiversaciones y envilecimientos a que son frecuentemente sometidas las "teorías de moda" (los éxitos de la socialdemocracia revolucionaria en Rusia han transformado ya el marxismo en una teoría "de moda"). Concentrando ahora
todas sus fuerzas a fin de actuar en los medios obreros de las fábricas y de las minas, la socialdemocracia no debe olvidar que, al ampliarse el movimiento, deben incorporarse también a las filas de las masas obreras organizadas por ella los trabajadores domésticos, los artesanos, los obreros agrícolas y millones de campesinos arruinados y muertos de hambre.

    Segundo: "Sobre sus recios hombros, el obrero ruso deberá llevar y llevará al triunfo la causa de la conquista de la libertad política". Al plantearse como tarea inmediata el derrocamiento del absolutismo, la socialdemocracia debe actuar en calidad de luchador de vanguardia por la democracia y, ya solamente por ello, prestar toda clase de ayuda a todos los elementos democráticos de la población rusa, atrayéndolos como aliados. Unicamente un partido obrero independiente podrá servir de firme baluarte en la lucha contra el absolutismo, y sólo en alianza con semejante partido, apoyándolo, podrán mostrarse activos todos los demás luchadores por la libertad política.

    Finalmente, tercero: "En su calidad de movimiento y corriente socialista, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia continúa la obra y las tradiciones de todo el movimiento revolucionario ruso que lo ha precedido; dado que considera la conquista de la libertad política como la tarea inmediata más importante de todo el Partido, la socialdemocracia marcha hacia el objetivo trazado ya con toda claridad por los gloriosos militantes de la vieja Naródnaia Volia ". Las tradiciones de todo el movimiento revolucionario precedente exigen que la socialdemocracia concentre actualmente todas sus fuerzas en organizar el Partido, en reforzar la disciplina dentro del mismo y en desarrollar los métodos de su actuación conspirativa. Si los militantes de la vieja Naródnaia Volia supieron desempeñar un enorme papel en la
historia rusa, a pesar de que eran tan estrechas las capas sociales que sostenían a unos pocos héroes y a pesar de que ese movimiento tenía por bandera una teoría que distaba de ser revolucionaria, la socialdemocracia, apoyándose en la lucha de clase del proletariado, sabrá hacerse invencible. "El proletariado ruso se sacudirá el yugo de la autocracia para continuar, con mayor energía todavía, la lucha contra el capital y la burguesía hasta conseguir la victoria completa del socialismo".

    Invitamos a todos los grupos socialdemócratas y a todos los círculos obreros de Rusia a analizar el "credo" arriba citado y nuestra resolución y a manifestar concretamente su posición con respecto al problema planteado, a fin de eliminar toda clase de discrepancias y acelerar la organización y fortalecimiento del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.

    Las resoluciones de los grupos y círculos podrían comunicarse a la "Unión de Socialdemócratas Rusos" en el Extranjero[84], la cual, de acuerdo con el punto 10 de la resolución del Congreso de socialdemócratas rusos de 1898, forma parte del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia y es su representante en el extranjero.


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  [70] Protesta de los socialdemócratas de Rusia fue escrita por Lenin en 1899 durante su destierro, en contra del "Credo" -- manifiesto de algunos economistas.
    El proyecto de la "Protesta", preparado por Lenin, fue discutido y aprobado por unanimidad en una reunión realizada por diecisiete marxistas del distrito de Minusinsk, exiliados en la aldea de Ermakóvskoie. La colonia de desterrados de Turujansk y Orlov (provincia Viatka) también manifestó su aprobación respecto a esta protesta.
    La "Protesta" fue enviada por Lenin al extranjero al grupo "Emancipación del Trabajo". A principios de 1900, Plejánov reeditó la "Protesta", incluida en la recopilación Vademécum para la Redacción de Rabóchie Dielo.   

  [71] El grupo "Emancipación del Trabajo", primer grupo marxista ruso, fue fundado por L. Plejánov en 1883, en Ginebra y existió hasta el II Congreso del POSDR en 1903.
    "Realizó una intensa labor para difundir el marxismo en Rusia, echó los cimientos teóricos de la socialdemocracia y dio el primer paso para salir al encuentro del movimiento obrero". (Compendio de la historia del Partido Comunista (b) de la URSS, Resumen del capítulo I). Tradujo al ruso, editó en el extranjero y distribuyó en Rusia las obras de los fundadores del marxismo: Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, Trabajo asalariado y capital de Marx, Del socialismo utópico
al socialismo científico de Engels, y otros; Plejánov y el grupo "Emancipación del Trabajo" dieron un decisivo ataque al populismo. Pero el grupo cometió algunos errores graves: remanentes de los conceptos populistas, subestimación de la revolucionarización campesina y sobreestimación del papel de la burguesía liberal. Dichos errores fueron el germen de las concepciones mencheviques que, más tarde, sustentaron Plejánov y otros miembros del grupo.   

  [72] "Credo ": con este nombre lanzó su manifiesto en 1899 un grupo de "economistas" (S. N. Prokopóvich, E. D. Kuskova y otros). Este manifiesto expresó con la mayor diafanidad el oportunismo de los economistas: negó el papel político e independiente de la clase proletaria y la necesidad de un partido de la clase obrera.   

  [73] Blanquismo: corriente del movimiento proletario revolucionario francés encabezado por Luis Augusto Blanqui, el famoso dirigente.
    Blanqui tomó activa participación en el movimiento revolucionario francés. En dos ocasiones fue sentenciado a muerte y condenado casi a media vida de cárcel.
    Lenin consideraba a Blanqui como un indudable revolucionario y ardiente partidario del socialismo, a la vez, le criticaba enérgicamente por sus métodos sectarios y conspirativos. "El blanquismo -- señaló Lenin -- es una teoría que niega la lucha de clases. El blanquismo espera lograr la emancipación de la humanidad de la esclavitud asalariada, no por la vía de la lucha de clase del proletariado, sino por la vía de la conspiración de un pequeño grupo de intelectuales". (V. I. Lenin, "Balance del Congreso", Obras Completas, t. X.)   

  [74] Bernsteinismo: corriente revisionista en el movimiento obrero internacional, surgida a fines del siglo pasado, que tomó su nombre de E. Bernstein, miembro de la socialdemocracia alemana.
    En 1896-1898, Bernstein publicó en el órgano teórico de la socialdemocracia alemana Die Neue Zeit una serie de artículos y en 1899 el libro titulado Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia en los cuales hizo una franca revisión del marxismo. Se opuso a las teorías del marxismo acerca de la lucha de clases, del inevitable hundimiento del capitalismo, estuvo en contra de la revolución socialista y la dictadura del proletariado. Consideró que la tarea del partido socialdemócrata consistía únicamente en la lucha por la reforma. Los conceptos oportunistas y revisionistas de Bernstein fueron apoyados por el ala derecha del partido socialdemócrata alemán y por los oportunistas de otros partidos adheridos a la II Internacional. Unicamente el Partido
bolchevique encabezado por Lenin combatía de manera decidida a Bernstein y a sus partidarios.
    Los partidarios de Bernstein en Rusia eran los "marxistas legales", los "economistas", los del Bund y los mencheviques.   

  [75] Véase C. Marx, Miseria de la filosofía.   

  [76] Lassalleanos y eisenachianos: dos partidos en el movimiento obrero alemán de la década del 60 y principios de la del 70 del siglo XIX.
    Lassalleanos: partidarios y discípulos de F. Lassalle. Considerando que era posible una transformación pacífica del capitalismo en socialismo con la ayuda de las asociaciones obreras apoyadas por el gobierno prusiano reaccionario, los lassalleanos predicaban la sustitución de la lucha revolucionaria de la clase obrera por el derecho al sufragio universal y la pacífica actividad parlamentaria.
    Marx y Engels criticaron severamente a los lassalleanos, observando que "durante muchos años ellos constituyeron un obstáculo para la organización del proletariado, y por fin terminaron convirtiéndose en un simple instrumento de la policía". ("La escisión filistea", Obras Completas, t. XVIII.) Se hace una apreciación de la táctica y de los conceptos teóricos lassalleanos en Crítica del programa de Gotha y en la correspondencia de Marx y Engels.
    Eisenachianos: eran partidarios del marxismo y se hallaban bajo la influencia ideológica de C. Marx y F. Engels. Bajo la dirección de G. Liebknecht y A. Bebel se fundo, en el congreso de Eisenach realizado en 1869, el Partido Obrero Socialdemócrata de Alemania.
    Estos dos partidos lucharon encarnizadamente entre si.
    En el Congreso realizado en Gotha en 1875, bajo la presión del movimiento obrero en ascenso y la intensificación de la represión del gobierno, ambos partidos se fundieron en un único Partido Obrero Socialista Alemán, en el cual los lassalleanos representaban el ala oportunista.
    Lenin describe a los lassalleanos y eisenachianos en su artículo titulado "Augusto Bebel". (Obras Completas, t. XIX.)   

  [77] Lenin crítica aquí la conocida tesis de los lassalleanos acerca de que todas las demás clases constituyen únicamente una masa reaccionaria respecto a la clase obrera. Esta tesis se incluyó en el programa de los socialdemócratas alemanes aprobado en 1875 en el Congreso de Gotha, al unificarse los dos partidos socialistas alemanes existentes hasta entonces: el de los eisenachianos y el de los lassalleanos.
    C. Marx desenmascaró el carácter reaccionario de dicha tesis en Crítica del programa de Gotha.   

[78] "Unión de Obreros del Norte de Rusia ": una de las primeras organizaciones políticas revolucionarias de la clase obrera fundada en 1878 en Petersburgo. Sus fundadores fueron Stepán Jalturin, carpintero, y Víctor Obnorski, ajustador. La "Unión" dirigió en muchas ocasiones las huelgas obreras y distribuía volantes entre los participantes. La "Unión" contaba ya casi con 200 miembros. La organización fue destruida por el gobierno zarista en 1879. En febrero de 1880, sus miembros que no se hallaban encarcelados publicaron un número del primer periódico obrero de Rusia, Rabóchaia Zariá ("La Aurora Obrera").   

  [79] "Unión de Obreros del Sur de Rusia ": primera organización obrera política revolucionaria de Rusia, fundada en Odesa en 1875 por E. Zaslavski. Tras una existencia de 8 ó 9 meses, la "Unión" fue destruida por el gobierno zarista.   

  [80] Rabóchaia Misl ("El Pensamiento Obrero"): periódico de los "economistas", apareció de octubre de 1897 a diciembre de 1902 en Petersburgo, Berlín, Varsovia y Ginebra. Vieron la luz en total 16 números. Lenin criticó en varias de sus obras, especialmente en artículos publicados en Iskra y en el libro ¿Qué hacer? los puntos de vista del Rabóchaia Misl como una variedad rusa del oportunismo internacional.   

  [81] S. Petersburgski Rabochi Listok ("Boletín Obrero de San Petersburgo"): órgano ilegal de la "Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera" de San Petersburgo. Aparecieron dos números: el N° 1, en febrero (con fecha de enero) de 1897, impreso en Rusia con 300-400 ejemplares, y el N.ƒ 2, en septiembre de 1897, en Ginebra.   

  [82] Rabóchaia Gazete ("Diario Obrero"): órgano ilegal del grupo social demócrata de Kíev. Salieron dos números: el N.ƒ I en agosto de 1897; y el N.ƒ 2 en diciembre (con fecha de noviembre) de ese año. El I Congreso del POSDR ratificó su carácter de órgano oficial del Partido. No obstante, a raíz del allanamiento policial de su imprenta y de la detención de los miembros del CC elegido por el Congreso, el tercer número preparado no pudo aparecer y no se intento reanudar la publicación del periódico.   

  [83] Se refiere al I Congreso del POSDR realizado en Minsk en marzo de 1898. En la labor del Congreso participaron nueve delegados de sus 6 organizaciones (de la "Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera" de Petersburgo, Moscú, Ekaterinoslav y Kíev, del grupo Rabóchaia Gazeta de Kíev y del Bund).
    El "Manifiesto del POSDR" que el CC dio a publicidad en nombre del Congreso cuando finalizó este, formuló la principal tarea ante el movimiento socialdemócrata de Rusia: la lucha por la libertad política y la
necesidad de combatir el absolutismo y la vinculó con la tarea general del movimiento obrero.
    El Congreso eligió el Comité Central y confirmó a Rabócbaia Gazeta como órgano de prensa oficial del Partido; se designó a la "Unión de Socialdemócratas Rusos" en el extranjero, representante del Partido en el exterior.
    El significado del I Congreso del POSDR consistía en que él proclamó en sus resolución y "Manifiesto" la formación del POSDR.   

  [84] La "Unión de Socialdemócratas Rusos" en el Extranjero fue fundada en 1894 en Ginebra por iniciativa del grupo "Emancipación del Trabajo". Dispuso de una imprenta propia en la que imprimió obras literarias revolucionarias y la recopilación Trabajador. En un principio, la "Unión" fue dirigida por el grupo "Emancipación del Trabajo", al que se le confió la redacción de las publicaciones de ésta. El I Congreso del POSDR reconoció a la "Unión" como representante del Partido en el extranjero. Posteriormente, en la "Unión" adquirieron hegemonía los elementos oportunistas ("los economistas"), o los llamados "jóvenes". En noviembre de 1898, en el I Congreso de la "Unión", el grupo "Emancipación del Trabajo" renunció a redactar las publicaciones de la "Unión". En el II Congreso (abril de 1900) surgió la división radical entre el grupo "Emancipación del Trabajo" y la "Unión", el grupo y sus correligionarios se retiraron del Congreso y formaron la organización independiente "Sotsial-demokrat". El II Congreso del POSDR anunció la disolución de la "Unión".